SERES INCORPÓREOS
Más aún, la catedral ofrece compañía, pensó, invita a formar parte de una sociedad a la que pertenecen grandes hombres y que también cuenta con sus mártires; ¿por qué no entrar y depositar esta bolsa de cuero, llena de octavillas, ante un altar, ante una cruz, el símbolo de algo que se ha elevado más allá de las investigaciones, de las búsquedas y de la fabricación apresurada de palabras, hasta convertirse en espíritu, en algo incorpóreo, fantasmal? ¿Por qué no entrar? La señora Dalloway, de Vir