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Recuerdo de Ana Bernal

El principio de Vivir en Sevilla es inolvidable. La película dirigida por Gonzalo García Pelayo en 1975 es importante por motivos que sería largo enumerar. Las razones son muchas, pero lo primero que llama la atención en esa película es Ana Bernal. Interrogada allí para la pantalla, Ana, una chica de veinte años, es el engranaje secreto de la película, el que despliega el misterio que hace de Vivir en Sevilla algo tan inusual, un hito en la historia del cine español, pero que además es mucho más

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Dos películas en pugna

Son los días interminables de fin de año. El cine queda encajado en un limbo, un interregno escandaloso que no lo desmerece del todo. El cine pude esperar, todo puede esperar. Pero de todas maneras vemos películas, aquí y allá. Las fuentes son muchas y variadas. En vez del menú dado, confeccionado por manos ajenas, se puede buscar películas, o incluso encontrarse con ellas, en esos vertederos a veces prodigiosos. Por lo menos actúan como si lo fueran. En cualquier caso esas fuentes se vuelven pr

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La lista de películas que no haré. Últimos textos.

Los fines de año hacemos listas. Es una veleidad, un gusto, un capricho, una obligación. En las listas repasamos, pensamos en lo que vimos, pescamos cosas olvidadas. Reparamos y rescatamos. Volvemos sobre nuestros pasos, analizamos -separamos para ver- , somos captados por el recuerdo de un sinfín de pequeños acontecimientos. Algunos de ellos iluminaron la pantalla brevemente para esfumarse luego, a veces con melancolía de maniobras secretas: las cosas pasan, nos pasan, como si fueran sueños, o

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La lista de películas que no haré. Últimos textos.

Otra vez Coppola, siempre Coppola

Coppola, una vez más. No podemos escapar de Francis Ford Coppola, el hombre que siempre parece estar volviendo. Todo en el cine que nos toca en suerte está dado para que así sea. El influjo de Coppola no termina de extinguirse; está allí, como un espectro en la conversación pública cinéfila, como el aire que respiramos: su memoria no se agota, como no cesan las menciones al director, que siempre parece estar en algún lado, preparando algo, entre viñedos, como un viejo patriarca, figura venerable

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Éramos unas niñas

Hay una película de Sally Potter que por momentos no parece desdeñable. Sally Potter constituye uno de esos casos extraordinarios de prestigio inexplicable, de presencia obstinada, de flotación permanente en el mundo del cine, territorio que le es de lleno esquivo, pero en el que se infiltra como una peste que trae consigo cosas salidas de quién sabe dónde, como una Pandora aviesa, muy al tanto de lo que lleva en su caja y que deja escapar como si nada, como si no quisiera o no le importara –pur

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Keanu Reeves, de entre los muertos

De repente, una pequeña película sacude la pantalla. Se trata de una de esas películas inimaginables, no por originales sino por recorridas, por demasiado vistas, por pertenecer a una estirpe célebre de factura industrial, como si fueran tarjetas postales: ese pozo en el que las cosas adquieren la pátina implacable de lo indiferente, de lo siempre igual a sí mismo. Un detalle aquí, otro allá, lo suficientes para guardar las apariencias, su triunfo consiste en verdad en perder rasgos para ganar u

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Antonioni va a Londres.

Aun los directores en apariencia más consecuentes, los más concentrados en sus temas, los más intransigentes con la idea de autoría, tienen sus desvíos, sus rutas paralelas. Michelangelo Antonioni los intentó más de una vez. Ya tenía una reputación hecha, se había convertido en cronista de la vida moderna urbana; sus imágenes de notti eternas recorrían un planeta lejano que tenía sus coordenadas en la Italia de la posguerra, la que en las comedias del mismo origen, con canciones americanas sonan

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Cantemos para sobrevivir: Barbara, de Mathieu Amalric

Do you remember when we used to sing? Van Morrison, Brown Eyed Girl Todos conocen al actor Mathieu Amalric; su cara de chiflado no se le escapa a nadie. Sus actuaciones intensas, embargadas de furia y de miedo parece que provinieran de la tradición del Método en un país, Francia, que es más bien ajena a esas cuestiones de psicologismos y de pseudociencias de la actuación. En realidad, para ser justos, a veces recuerda un poco a tipos como Depardieu. Es decir, de esos que se han hechos solos, en

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Cantemos para sobrevivir: Barbara, de Mathieu Amalric

Los años treinta, con faldas y a lo loco

Hay verdades que son grandes como un pino. Hay también verdades que no se dicen; hay verdades no dichas y medias verdades. Están las verdades reveladas, las verdades de Perogrullo y las que tienen dos caras. Está la verdad absoluta y la verdad desnuda. Tenemos la verdad del amor y la verdad de la milanesa. Las verdades son muchas y de pelaje variado. Si digo por ejemplo que los tres artistas más grandes de la historia del rock son Bob Dylan, Van Morrison y Lou Reed estoy diciendo la verdad; esa

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Los años treinta, con faldas y a lo loco

Babylon, de Damien Chazelle: políticas de histeria

Llegamos tarde a muchas cosas; a veces es mejor de ese modo. Con la etiqueta “Llego tarde” se advertía al lector de la revista El Amante Cine que el artículo que seguía era obra de algún crítico rezagado que se encontraba en la necesidad, no pocas veces imperiosa, de dar cuenta de una película que no pertenecía ya a la nómina de estrenos, que con seguridad otros habían comentado antes, que estaba ya, probablemente, fuera de la discusión pública; que quizá no importaba ahora demasiado, pero había

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Babylon, de Damien Chazelle: políticas de histeria

Correo de infancia: El niño del pelo verde

Joseph Losey filmó en 1947 un cuento infantil a toda velocidad. Lo rodó en Technicolor, sin estrellas –Robert Ryan, apenas, en pocas escenas, exhibe sus balanceos empedernidos de boxeador-, con la insensata voluntad de registrar un sueño en imágenes, que por cierto no es lo mismo que una película soñada. El color y la pantalla cuadrada, unidos en una convivencia de compromiso, llaman ahora la atención, del mismo modo que lo hace el típico cartel de la RKO, en severo blanco y negro, dando paso en

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Correo de infancia: El niño del pelo verde

Fair Play: la velocidad de las cosas

Sobre una película como Fair Play hay una sola manera de escribir y es a toda velocidad. Eso quiere decir unos pocos minutos; veinte o tal vez quince minutos en los que literalmente pueda descargarse todo lo que al escriba de ocasión se le ocurra sobre la película, sin ponerse casi a pensar en el detalle de si lo que los dedos le trasmiten al teclado tiene o no una pertinencia incuestionable. Pero ahí está el punto, o se va llegando a un punto que considero importante: no interesa tanto, en toda

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Van Morrison y The Last Waltz: es imposible vivir así

Andrés Calamaro lo dijo de este modo: Porque dentro de una canción nos vamos. O si no, como en una conocida conminación del budismo zen, que cito en inglés, como lo dice, lo canta, Van Morrison: Let yourself go. Se trata esta vez de canciones, y de escenas, de momentos, de ráfagas feroces capturadas por una cámara: dejarse ir; perderse dentro de una canción, irse dentro de una canción. Se trata de Van Morrison y de un momento único, en una noche única, algo que Martin Scorsese filmó y que le agr

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Van Morrison y The Last Waltz: es imposible vivir así

PedidosYa, de Gonzalo García Pelayo: los paraísos encontrados

La película, primera de otras diez películas que el director español afincado en Buenos Aires rueda con la velocidad del rayo, es una nueva muestra de su destreza para hacer suya el habla de una ciudad en principio ajena: cuando digo el habla estoy pensando en una música secreta, en un sistema de símbolos, en el modo en que un paisaje cualquiera fabula sus formas, administra su ritmo, establece, finalmente, una especie de identificación con la que se presenta a sí misma. Para seguir con las impr

Eliseu Ramos: ya lo he visto muy bueno

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PedidosYa, de Gonzalo García Pelayo: los paraísos encontrados

Jacques Rozier: un náufrago en la isla del cine

Murió el año pasado y ya casi nadie se acuerda. Vergüenza debería darles. Era el último gran director de la Nouvelle Vague, ese mito francés un poco manoseado, convertido en evocación melancólica de la dulce Francia, o más bien la Francia llena de azúcar, como las chouquettes: las cosas a veces se confunden. Si el nombre en el que pienso no es Godard no es para alardear de una omisión escandalosa, sino porque Godard fue otro asunto: un tótem, una leyenda, una obstinación, otra cosa. “Un genio; m

Dolores Lozano: Muy bueno, excelente lectura de principio a fin.

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Jacques Rozier: un náufrago en la isla del cine

Verificación de Peliplat

Crítico de Cine

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Nicolás Medina San Martín

Crítico de cine, periodista y miembro de la directiva de la Asociación de Críticos de Cine del Uruguay (ACCU). Jurado FIPRESCI del 76º Festival de Cannes y del 74º Festival Internacional de Cine de Berlín 🌍. Votante internacional de los Globos de Oro 🏆. Jurado del Latin American Critics Award for Best European Film (EFP) . Rotten Tomatoes Approved Critic 🍅. Escribo sobre cine y televisión para Latido Beat de Montevideo Portal y para LatAm Cinema ✍️.

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Rocio Friass

Editora en ARG Peliplat, especializada en crítica audiovisual y escénica. Licenciada en Artes y Gestora cultural.

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Juan Manuel Galindez

Soy entusiasta de la cultura popular. Hago análisis de series, películas y demás, dando mi opinión personal y buscando nuevos enfoques de una historia. Perfil de Instagram: https://www.instagram.com/juanchimg97/ Canal de YouTube: https://www.youtube.com/@juanmanuelgalindez1329

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