Hace un par de años, después de una campaña de marketing medio ominosa y una promesa de terror high concept, fui al cine a ver Smile. Me pareció, en el mejor de los casos, aburrida, pero con un visual brutal al final que aún recuerdo (y eso que no la he vuelto a ver), pero a la gente parece que le gustó tanto que, como dicta el capitalismo, se tuvo que hacer una secuela. Y, aunque no esperaba mucho de esta, creo entender qué es lo que la gente vio de su predecesora, y qué fue lo que hizo que esta no funcionara para mi.
Smile 2 comienza en un prólogo siete días después de su predecesora, en donde vemos como este parásito es transferido a un dealer (Lukas Gage), quien, eventualente, se suicidará frente a la protagonista para pasarle esta "maldición". Nuestra protagonista es Skye (Naomi Scott), una joven estrella pop que tuvo un accidente de carro hace un año en el que murío su novio (Ray Nicholson), y que explotada por Luisito Rey, digo su mamá (Rosemarie DeWitt), está obligada a hacer una nueva gira mundial para salvar su carrera. Sin embargo, el dolor de sus heridas físicas la lleva a buscar medicamento de parte de este dealer, quien le transfiere este parásito diabólico que juega con su mente y se alimenta de sus traumas hasta hacerla perder la cordura, sus relaciones y quizás hasta la vida.
En esta secuela Parker Finn explota lo mejor de su película pasada, llevándolo al siguiente nivel; haciendo evidente qué fue lo que mucha gente vio, y que yo no valoré tanto. El diseño sonoro y la música es oscura, incómoda y apremiante, realmente aporta a la cinta y casi por sí misma crea la atmósfera de tensión. Además, aunque recae mucho en los jumpscares, estos sí logran sacarte sustos y son imágenes llamativas, aunque son momentaneos y no bien cimentados del todo. También hay ciertos recursos estilísticos como una cantidad obscena de planos, como aquellos trabajos que Kennedy le pedía a Monroe, de cabeza, y largos acercamientos a los personajes. Al mismo tiempo que, en escenas de construcción de tensión, hay algunas muy destacables e inquietantes.
En esta ocasión la película se siente más grande: más locaciones, más personajes con más vestuarios, más violencia explícita, actores conocidos, mejores visuales y mejor ritmo. Hay un intento genuino de explotar al máximo el presupuesto usando desde planos llamativos y visualmente atrapantes, hasta muertes más realistas y un monstruo del tercer acto (que parece una versión mal abortada de aquel de Poltergeist) que se siente plástico por ser esta la propuesta estética y no porque no había presupuesto. Sobre todo, lo que más se le agradece es haber mejorado mucho en cuanto al ritmo, donde ya no son puras escenas largas y contemplativas, sino que balancea esto con movimientos bruscos de cámara y otras escenas llenas de adrenalina, haciendo la experiencia menos monótona.
Aún así, pese a que Finn se muestra más maduro, experimentado y efectivo como director, su trabajo como guionista deja mucho que desear. No estoy seguro de que sea bueno creando personajes que te importen, pues aunque son complejos y en este caso Naomi Scott de verdad se esfuerza con sacar lo más posible de su personaje, el hecho de que sea autodestructiva, agresiva, con síndrome de abstinencia y básicamente una p*rr* (perdón a los animalitos y PETA) evita el que quieras que le vaya bien. Ver un personaje ser egoista una y otra vez, alucinar reiteradamente, no aprender de lo que le pasa y ser agresiva y hasta grosera no es lo que yo llamaría un faro de empatía.
Aunque soluciona problemas de ecritura, hay otros que no. Si bien la primera en su mayoría se sentía como una versión menos estilizada de Truth or Dare, esta ya tiene una identidad propia y dinámicas únicas. También huye de re-explicarte en un inicio lo que ya conoces, manteniendo un secreto para los que no vieron a su predecesora y ahorrándonos exposción a los que sí (aunque esta regresa de manera sosa en el tercer acto cual Zedillo ante la noticia de la reforma judicial). A partir de la segunda mitad ya existe esta sensación de que los personajes pueden hacer algo, pueden salir adelante, lo que te hace poder, pese a que te cae en la punta de los ****, apoyar a la protagonista, cosa no se podía en la primera al estar inundada en una sensación de inescapabilidad.
No obstante, al mismo tiempo, la premisa de la cinta, su misma concepción de cómo funciona su gimmick, le pesa al miedo que pudiera causar. Ya sabemos que solo se va a estar asustándo a la protagonista, porque no puede pasarle nada mientras este sola y no hayan pasado aún los siete días. Pero, la película logra medio darle la vuelta a esto y enfocarse en el conflicto entre personajes creado por esta locura, causando que el terror sea lo que se van a hacer entre ellos y cómo van a salir adelante.
Aunque, y este es algo que sí no puedo perdonar, el final. Pese a ser lógico y congruente (y hasta muy efectivo) narrativa y temáticamente, desde un punto de vista dramático es un insulto que desestima completamente las dos horas (que podrían haber sido menos de hora y media) de escenas reiterativas por las que hiciste pasar a los espectadores. No pienso revelar exactamente lo que pasa por si algien aún quiere verla, pero si algo me enseñó un gran maestro de guion que tuve (gracias, Sergio Vicencio), es que lo peor que puedes hacerle a tu espectador es decirle que todo el tiempo que te dedicó fue para nada. Comprométete con tu historia, no seas como Ebrard.
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Con todo, es una propuesta más valiosa, mejor lograda y con más personalidad que su predecesora. Ciertas escenas de tensión en medio de la cinta son muy efectivas y se nota un esfuerzo de dirección de crear visuales originales y llamativos, aunque la verdad su valor, como el que le dan ciertas conscecionarias de carros y supermercados a sus edecanes, recae más en lo visual que en la historia o personajes. Al final, es una experiencia estética y que, al menos antes de la revelación final, es lo suficientemente interesante para, aún con sus fallas de guion (culpa de la tendencia actual en la que queremos que todos los directores sean guionistas, cuando se requieren habilidades y sensibilidades diferentes y uno no te vuelve bueno en el otro), ser algo que vale la pena ver y, quien sabe, quizás te saque una sonrisa de inquietud tipo Pearl.
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Juan Diego Alarcón Forero
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