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Kill Bill, y el triunfo del superpoder nerd de Quentin Tarantino

Spoilers

Si alguna vez te preguntaste cómo habría sido una película de superhéroes dirigida por Quentin Tarantino, no te lo imagines más: ya está filmada y se llama Kill Bill.

Kill Bill es como Marvel en LSD. No, no hay gente que vuele, lance rayos por los ojos o que use trajes de spandex. Pero definitivamente no ocurre en el mundo real, y los protagonistas tienen capacidades sobrehumanas. Transcurre en un universo paralelo donde la gente puede ir en un avión llevando una katana en su asiento, Tokio se ve como una maqueta salida de una película de Godzilla, cuando a alguien le rebanan un miembro salen hectolitros de sangre, y un grupo de superasesinos norteamericanos prefiere matar a sus víctimas con espadas japonesas en vez de usar armas de fuego, amén de contar con un sexto sentido que perciben ataques antes que ocurran, o esquiven objetos cortantes de todo tipo cuando están en vuelo y a milisegundos de impactar contra sus cuerpos. Y todo eso sin mencionar la enorme cantidad de daño físico que son capaces de absorber. Vos ya tenés señales de que ésta no iba a ser una película común y corriente cuando el pensamiento profundo de los títulos de presentación - “La Venganza es un plato que se sirve frío” - viene con la rúbrica de origen de… viejo proverbio Klingon.

¿Y cómo es que llegamos a esta locura?. Pues basta ver la evolución de la filmografía de Tarantino hasta ese momento. Debutó con Perros de la Calle (1992), un policial ultraviolento; le siguió Pulp Fiction (1994), un policial ultraviolento y excéntrico. Ahí gana el Oscar por Mejor Guión… y comienza a sentir la presión de la fama y del sistema, que le decía “ya sos uno de los más grandes directores de la historia del cine”; Pulp Fiction ya es estudiada en las universidades por ser una obra maestra que revolucionó la narrativa en el cine”; “si te morís mañana, Pulp Fiction va a ser tu legado para las próximas generaciones de cineastas”.

Tarantino, negándose a ser otro aburrido ganador del Oscar

Y si a un tipo que era la libertad creativa en persona le empezás a poner etiquetas - antes era un don nadie, o alguien con una carrera prometedora -, lo primero que hace es echarse para atrás, sentirse observado por todos, e intentar probarle a la comunidad artística que es un director serio. Por eso se manda a adaptar una historia que no es suya - Jackie Brown, basada en una novela de Elmore Leonard - y el resultado es… correcto, superior a la media, pero una pálida sombra de toda la genialidad (y toda la furia) que había demostrado en sus filmes iniciales.

Pero Tarantino no quería caer en la trampa del Oscar. La historia del cine está llena de víctimas a las cuales ganar un Oscar les arruinó la vida. O se creyeron la fama, o perdieron la espontaneidad, o se vieron forzados a ser más formales… o agarraron viaje filmando porquerías sólo porque ahora venían cheques mucho más grandes.

Ante el temor de volverse aburrido (o mainstream), Tarantino decidió ser salvaje. Volver a sus fuentes. Tarantino no es un tipo con estudios universitarios de cine: es un nerd que se crió dentro de un videoclub y se vio todas las películas habidas y por haber, fueran clásicos o filmes exploitation. Entonces tomó una idea que le había tirado Uma Thurman mientras rodaban Pulp Fiction, y decidió llevarla hasta las últimas consecuencias, dando a luz un monumental pastiche de influencias pulp de todo tipo y color. Basta hacer una rápida lectura del listado de temas que componen la banda sonora de Kill Bill para tener una idea de las fuentes en que abrevó: hay música de cine blaxploitation (rhythm & blues, funk); spaghettis westerns (Luis Bacalov, Ennio Morricone); series de TV (Ironside, El Avispón Verde); temas country; baladas pop de los 60s; y música japonesa. Y toda esa ensalada de estilos calza a la perfección con el clima de comic filmado que tiene la película.

Entonces Kill Bill es lo que surge cuando al nerd más talentoso de la historia del cine le entregás 60 millones de dólares y le das total libertad creativa para que materialice sus fantasías más descontroladas. Pero… ¿cómo hacer una película de venganza que no se parezca a ninguna otra película de venganza que jamás se haya hecho (o se hará)?.

Llegó la hora de la masacre

El primer paso es sacar a las armas de fuego de la ecuación - que se usan poco y nada, y sólo en situaciones especiales -. Matar a la distancia con un balazo no produce la misma sensación de triunfo personal que enterrar tu cuchillo / tu espada en el cuerpo del miserable que arruinó tu vida. Tarantino importa los mecanismos del Chambara (el cine japonés de samurais) y te da un tipo de acción totalmente distinto y brutal. Encima a La Novia le da una katana, una de las espadas más aterradoras del universo - creadas artesanalmente con numerosas capas de distintos tipos de acero, con un filo tan brutal que pueden rebanar con facilidad cualquier cosa, desde un papel flotando en el aire hasta partir al medio a un ser humano como si fuera un pan de manteca -. Y como todas las espadas, posee su propia mística. Basta con irte al género de la Fantasía y ver que las espadas no sólo tienen nombre propio sino que hacen al carácter del héroe - Excalibur para el Rey Arturo; Narsil y Anduril en El Señor de los Anillos; la Tizona del Cid Campeador -. En Kill Bill la katana que porta La Novia carece de nombre, pero cuando todos escuchan que la hizo Hattori Hanzo - un artesano de renombre legendario que se ha asustado de la letalidad de sus creaciones, y que por eso ha optado por el retiro -, la gente tiembla. Ésta es un arma legendaria capaz de partir a otras espadas como si fueran de vidrio. Dotada de un arma sagrada y de una causa justa, La Novia es una fuerza de la naturaleza que masacra a todos aquellos que se interponen a su paso, siendo capaz de derrotar a ejércitos enteros - como la batalla campal con Los 88 Locos, el ejército privado de O-Ren Ishii - simplemente porque no están a su altura.

Mientras que todo esto podría dar lugar a una matanza que nos resulta indiferente - si La Novia es tan superior a todo lo conocido simplemente es Superman con una katana -, es la performance de Uma Thurman la que le da humanidad y hasta fragilidad. Esta mujer, a pesar de ser la asesina más letal del mundo, a veces tiembla, se siente acorralada, sabe cuando las circunstancias la superan. Como John McClane posee una resiliencia descomunal, absorbiendo cantidades brutales de daño, y peleando con las fuerzas que le quedan aún cuando tenga todas las probabilidades en su contra. Rengueando, con tremendos cortes en todo el cuerpo, habiendo perdido una enorme cantidad de sangre, padeciendo un dolor tremendo que se refleja en su rostro… nada de eso evita que siga adelante, y sólo podrá rendirse ante al agotamiento después de partir al medio al último enemigo que quedaba en pie.

Go! Go!… Yubari. Ah… esa cosa con los fetichismos que tiene Tarantino: letales colegialas japonesas, primeros planos de pies desnudos… y la lista sigue y sigue

El punto dos es que todo esto transcurre en un universo que amalgama todas las cosas que le han apasionado a Tarantino durante toda su vida. En el Universo Cinematográfico Mental de Tarantino (UCMT), Bruce Lee está omnipresente en un montón de homenajes (cosa curiosa, Tarantino después escupiría sobre la memoria de Lee cuando el personaje de Brad Pitt lo derrotara con una facilidad pasmosa en Érase una Vez en Hollywood). Pero acá el amor por Lee figura en cada una de las escenas: las peleas con artes marciales, los miembros de Los 88 Locos vestidos como el personaje de Kato de la serie El Avispón Verde (1966) (el primer papel de Lee en Hollywood); la heroína usando el mismo traje amarillo con rayas negras que Bruce Lee tenía en El Juego de la Muerte (1978). Agreguemos a la mezcla una pizca de Wuxia (el cine chino de guerreros fantásticos como El Tigre y El Dragón, 2000), con gente capaz de saltar distancias imposibles o escalando sobre espadas clavadas en la pared. Al combo le sumamos de manera indirecta gotas de spaghetti western - la música de Bacalov y Morricone en los enfrentamientos cruciales; los primerísimos planos a los ojos de los contrincantes; el duelo a muerte con O-Ren Ishii en el jardín nevado, el cual tiene una fuente de agua Feng Shui cuya tapa provoca un staccato similar al del molino de viento que quebraba el silencio en el duelo entre Charles Bronson y los forajidos en el inicio de Érase una Vez en el Oeste (1968) -. Adicionen un plus de fan casting - Sonny Chiba, protagonista de una larga lista de brutales películas de acción del cine japonés, comenzando por The Street Fighter (1974); Bo Svenson, un abonado a filmes serie B; Michael Parks, otro soldado de la serie B el cual (en el UCMT) repite el mismo rol del sheriff McGraw que participó en Del Crepúsculo al Amanecer (1996), escrita por Tarantino y dirigida por su amigote de toda la vida Robert Rodríguez -. Si hablamos de Japón, imposible que no esté presente el anime, como la brutal historia de origen de O-Ren Ishii (que, por otra parte, es la única manera de presentarla: asesina de trece años masacrando brutalmente al mafioso pedófilo que mató a sus padres!)... Y uno podría llenar páginas y páginas sobre el tema, pero les recomiendo explorar la trivia de la IMDB sobre ambos filmes para enterarse de todas las alusiones y homenajes que Tarantino incluyó en la saga.

El punto tres es el villano. Bill es un despiadado psicópata que, bajo su aspecto reflexivo, sabio y urbano, es incapaz de tolerar que La Novia - su ex amante - lo abandone y, mucho menos, que vaya a casarse con otro. Y si el asesinato de La Novia falla, es porque la heroína debe morir y renacer para que su pasado - como asesina a sueldo - quede atrás y ahora use sus antiguos y letales talentos para una causa justa - vengar su propia muerte, la pérdida de su bebé, la masacre de la que iba a ser su nueva familia -. Como un videogame, La Novia debe acumular cierta cantidad impresionante de cadáveres para ganar el derecho a enfrentarse al Enemigo Mayor de ese nivel; y luego de derrotarlo de la manera más brutal y sangrienta posible, repite el proceso hasta agotar todos los niveles y enfrentarse al Gran Jefe Final - Bill: el más duro y difícil de derrotar -.

¿Quién no se rió con el parche en el ojo - con la crucecita roja de enfermera - de la letal Daryl Hannah?

Pero ésta no sería una película de Tarantino si no hubiera humor negro. Acá lo usa, yuxtaponiendo momentos brutales y situaciones absurdas o ridículas. La Novia y Vernita Green ensangrentadas y hablando con voz dulce a la hija de ésta última, la que acaba de regresar de la escuela y ve que la casa está destrozada; la enfermera asesina y tuerta que tiene un parche en el ojo… con una crucecita roja (!); cabezas y miembros volando por los aires mientras las víctimas lanzan toneladas de sangre por sus arterias amputadas; O-Ren Ishii decapitando a un teniente del Yakuza por despreciar su origen étnico, y después usando un tono de maestra de primaria para amenazar al resto de los jefes de la banda para que no cuestionen más su nacionalidad mestiza - mitad japonesa, mitad norteamericana -; o la dueña del bar que estalla en una crisis de grititos al descubrir el tendal de gente amputada que dejó La Novia al vencer a Los 88 Locos… mientras se resbala con los gigantescos charcos de sangre que cubren el piso del enorme salón.

Y, por supuesto, están los duelos personales con los miembros de la banda de Bill. Brutales, memorables, coreografiados como los dioses. Quizás uno de los detalles más absurdos es que Budd - el hermano bueno para nada de Bill, un tipo que dejó de matar gente hace años, empeñó su katana por un puñado de dólares, y ahora sólo ha podido conseguir trabajo como patovica de un club de strip tease en medio de la nada -, con todo el aspecto de ser altamente incompetente (o estar totalmente fuera de estado), es el único que logra vencer a La Novia (aunque sea temporalmente). Quizás en un ataque de arrogancia la protagonista pensó que ésta iba a ser la presa más fácil y así terminaron sorprendiéndola. Ni que hablar del duelo final, en donde Tarantino hace su magia para ir en contra de todas las expectativas del público.

Kill Bill es la historia de venganza más atípica de la historia del cine. Es tan diferente a todo lo conocido que te deja un recuerdo imborrable. Es un pastiche tan visceral que el público lo termina comprando en toda su gloria. Mantiene su lógica interna y resulta creíble, aún cuando todo esto ocurra en un universo tan disparatado… que sólo podría haber salido de la mente de Quentin Tarantino.

(alerta: spoilers)

PD: la división en dos partes crea un desbalance. El Volumen 1 tiene toda la acción mientras el Volumen 2 contiene todo el desarrollo de los personajes y su background, con lo cual va a un ritmo más lento - todo esto a causa de una decisión comercial de Harvey Weinstein, productor del filme, que quiso recaudar el doble (y algo que se volvió tendencia; miren sino los finales partidos en dos de Los Juegos del Hambre, Harry Potter, Misión Imposible, etc -. Para ver la visión original de Tarantino recomiendo ver la edición única conocida como Kill Bill: The Whole Bloody Affair (2006) - que altera el orden de algunas escenas, agrega algo de metraje, y reserva la revelación de que la hija de La Novia está viva hasta el encuentro final con Bill, lo cual es mucho más shockeante -.

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