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La nave, la heroína, el monstruo y la eternidad

-Mi mamá me decía que no existen los monstruos…

pero sí los hay

-Sí. Los hay.

Ripley a Newt.

Una nave llamada Nostromo, que ya regresaba a la Tierra luego de cumplir su propia misión, acude a un sorpresivo llamado de socorro en un planeta inhóspito. Al explorar el lugar, se encontrarán un sin fin de huevos. En resumidas cuentas, encontrarán una especie hasta ahora desconocida que usará a los humanos para reproducirse, y así eliminar uno por uno a toda la tripulación. Una mujer y su gato serán los únicos sobrevivientes. Luego de una letal batalla contra el ya enorme y crecido extraterrestre que mató a todos sus compañeros, la mujer sobrevivirá y entrará en lo que la tecnología llama hipersueño.

El tiempo pasará, encontrarán su nave en el espacio exterior, la rescatarán y la despertarán en el planeta Tierra. Lo que ella se habrá de enterar por boca del representante de la corporación que la rescata, es que pasaron 57 años desde que entró en el hipersueño. Aquel planeta donde la tragedia sucedió, ahora tiene una colonia de terraformación. Es decir, el planeta se ha poblado con familias para habitarlo y a la vez explotar sus recursos naturales. La mujer no puede creer el error fatal que la corporación cometió. ¿Cómo pueden asentarse en un planeta tan peligroso y dejar expuestas a tantas familias? Sin embargo, nadie de dicha enorme empresa le cree su historia. No existen rastros algunos de otra especie preexistente. Pasa el tiempo y ella intenta reconstruir su vida en la Tierra. Un día le tocan el timbre para anunciarle que perdieron por completo señal con la colonia y no reciben respuestas de nadie. La corporación decidió enviar una tropa de marines para ver que ha sucedido, y quieren que ella viaje con ellos para asesorarlos ante cualquier peligro. Si bien al principio se niega, la mujer termina aceptando sumarse a la misión. Deberá volver al mismo lugar donde su vida cambió para siempre. Su nombre es Ripley, y es una de las primeras y más valientes heroínas de la historia del cine.

Mucho más que una historia

En aquello antes narrado, existe una distinción muy formal y concreta. El primer párrafo, hasta que Ripley sobrevive junto a su gato y entra en el hipersueño, es sobre la primer película: Alien, el octavo pasajero. El estilo narrativo para muchos parecerá antiguo. Lento. Pero, ¿qué mejor manera de que lo siniestro se construya, sin antes presentar el escenario familiar que habrá de destruirse? El error que suelen cometer los relatos modernos de apresurar el primer acto hasta el punto de no poder empatizar con los personajes ni conocer el escenario donde habremos de estar, o de apurar la preparación de las reglas del juego y del verosímil, Alien está lejos de cometerlo. Podrá sufrir la ansiedad del espectador actual, pero no se traicionará nunca a lo largo de su recorrido.

Luego de que el cine experimentara con 2001 Odisea del espacio, Star Wars o Close encounters of the third kind, pusiera a prueba los límites de la ciencia ficción y el vuelo poético de sus universos, instalara la posibilidad de un enemigo que vive lejos de la Tierra, llega de la mano de su director Ridley Scott el comienzo de una saga que verdaderamente marcará la historia del género y del cine. La popularidad de un mal que puede ser científicamente comprobable sin ser humano.

Existen detrás de la gestación y realización de la primera Alien que exceden los terrenos que más conozco (desde la dirección de arte, el diseño de locaciones y la fotografía necesaria), pero sí los invito a investigar acerca de una manufactura técnica que hoy damos por sentado pero que en años de experimentación tecnológica supo expandir los límites del cine.

No hace tanto vi la primera luego de mucho tiempo, y la curiosidad me llevó a volver a ver su segunda entrega: Aliens. Como se mencionó más arriba, comienza 57 años luego de que Ripley sobreviviera, y tendrá sobre sus hombros la virtud y la maldición de contar con la excelencia de la primera. La virtud implica que mucho ya se ha contado en Alien: el octavo pasajero. La maldición es la de tener encima el peso de estar a a la altura de la primera. Y al menos para quien escribe, lejos de sufrir el peso, Aliens terminó de potenciar la ineludible fuerza de la icónica saga.

La experiencia

No es mi intención contar de más acerca del argumento, aunque probablemente ya hayas visto la película. En mi memoria, la segunda y la tercera siempre fueron mis preferidas. Tengo la capacidad de olvidarme casi todo lo que vi, y verlo se siente como una primera vez.

Al igual que la primera, hija de la época en la que fue hecha, la película no se apresura en comenzar. La primera aparición del alien, se toma su tiempo. Y como una constante a lo largo de sus 137 minutos, la sensación de peligro mantiene vivo todo aquello que trasciende la información y el tejido de las tramas. La experiencia nos vuelve protagonistas y víctimas. En los primeros minutos recuerdo una sensación similar, idéntica, fiel. Existe un juego en las consolas (Playstation 4, Nintendo Switch) llamado Alien: Isolation. La esencia de lo vívido pareciera domarlo absolutamente todo: nada importa más que aquello que se siente. La música llega en momentos únicos e inevitables, pero lo que prima es el silencio. Lo inhóspito. El sonido de los pasos, la potencial amenaza de hacer un ruido de más, y por sobre todas las cosas, el ritmo marcado por el radar que llevan los personajes para saber si algo se acerca. Justificado por la propia lógica de la tecnología del aparato, el radar marca de base un ritmo similar al del corazón. Cuando algo se acerca, el pulso se acelera. Y junto a ello, la respiración de quien lo sostiene. La película pareciera no necesitar nada más que eso. Será que las primeras veces que vi la saga no prestaba atención a esos detalles, y será que lo descubrí avanzando en lo que considero, probablemente, uno de los juegos más memorable que jugué en mi vida.

Sumado al diseño sonoro, está también el éxito de la más bella pavada: todos los elementos de las naves que se recorren en las películas se parecen al cuerpo de los aliens. Constantemente la confusión del juego visual, provoca la alteración de los sentidos y de las pulsaciones. Sin subrayarlo por demás, la atención del espectador lo torna activo, protagonista y poco expectante. La amenaza no cesa nunca, ni siquiera cuando los personajes parecieran finalmente haber triunfado, y el propio relato de cada película se ocupará de comprobarlo.

De una manera muy poco objetiva, dejo aquí el testimonio de reconfirmar que Aliens sea quizás la mejor película de toda la saga.

La totalidad

Si bien hoy día con la explosión de las series y las sagas ya no es novedad que cada entrega sea dirigida por un director diferente, la saga de Alien lo hizo ya hace varios años. La segunda joya la dirigió en 1986 James Cameron, dos años después de haber creado otra saga memorable para toda la eternidad que es Terminator. En 1992 nada más y nada menos que David Fincher se hizo cargo de Alien 3. Cinco años después, en 1997 llega Alien: Resurreción dirigida por Jean-Pierre Jeunet, para ya en el año 2012 dar comienzo a las precuelas de Prometheus y Covenant, dirigidas nuevamente por Ridley Scott. Cada uno de sus directores supo mantener la línea temática y estética central, pero también sellaron con su impronta las respectivas películas. Jeunet, director francés prolífico y de un sello muy particular que dos años antes supo instalarse en el mundo con la preciosa Amelie, pudo incluso (a mi gusto con algunos desaciertos) proponer su peculiar estilo estético y su carácter en la dirección actoral.

Una imágen de la próxima entrega “Alien: Romulus”

Deseosos estamos del arribo de la próxima película dirigida por el chileno Fede Alvarez. Privilegiados por sentir esta suerte de amor maldito, estaremos marcados probablemente para siempre los coetáneos al éxito de la saga original, para siempre dóciles ante un terror único que no envejecerá jamás.

Chesi

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