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La memoria, ese arte del olvido. Acerca de Poetry (2010), de Lee Chang-dong

Spoilers

Contrastes

Un detalle: Lee Chang.dong, uno de los directores más estimulantes del cine actual, es también novelista. Algo que se percibe en esta película es un tratamiento similar al de la escritura, sostenida sobre largos desarrollos y una atención notable a los detalles. También una constante: los actos de los protagonistas se justifican en base a un hecho dramático previo. Una confesión: Poetry es una de las películas más terriblemente hermosas de la historia.

Primera escena: el río. El escenario bucólico pertenece a una pequeña ciudad de provincia. Un plano general espacial y una cámara que lentamente registra a unos niños jugando. Uno de ellos ve un cadáver flotando. Se establece así el primer contraste (un procedimiento constante en la película) entre la inocencia del juego y de la infancia frente a la tragedia de la muerte, en un entorno que no es necesariamente propicio para la fatalidad, a plena luz del día.En los créditos queda instalada la lógica de la película: poesía/muerte.

La segunda escena vuelve sobre el contraste. La inocencia de la mujer frente a las imágenes de la televisión (aparece en dosis suficientes para entender qué se consume en este mundo de estímulos pesados: un noticiero en el marco de un hospital).

Tercera escena: la mirada de la mujer frente a la desesperación de una madre en estado de shock. La cámara no condiciona ni manipula la mirada del espectador. Nunca se acerca a un actor más allá del plano medio. Mantiene todos los elementos en foco. Trabaja el plano secuencia y precisos movimientos que establecen relaciones entre los diversos personajes (el sufrimiento de una madre se entrecruza con el recorrido de Mija, la protagonista).

Para registrar cada uno de estos momentos, la cámara nunca asfixia, se planta a una distancia necesaria como para dar respiro. Cada encuadre permite observar. Uno siente que la procesión va por dentro. En este sentido, podemos hablar de un estilo nada llamativo en apariencia, construido sobre imágenes que pueden parecer frías, pero habitado siempre por tensiones subterráneas, capaces de desestabilizar a los personajes y a nosotros como espectadores.

Los contrastes en la película también se dan desde el plano sonoro. Los ruidos urbanos son el contrapunto de los sonidos naturales, puesto que los primeros suelen interferir, interrumpir. Son parte de un cotidiano malestar conformado por máquinas: computadora, celular, televisión, equipos de música con volumen alto, autos. En cambio, los otros, los que provienen del orden natural, pautan los tiempos de la composición poética. Lo importante y notable al mismo tiempo es cómo esos contrastes no desembocan nunca en un estallido sino que se manifiestan en una tensa calma. Si hay una idea rectora en Poetry es que los opuestos se compensan en un sospechoso equilibrio, como si fuera una maniobra producto “de la magnífica ironía de Dios” (como diría Borges en el Poema de los dones).

Aquí también opera el contraste, porque en Poetry el movimiento es mental: el umbral no es un regreso o una mudanza,sino el Alzheimer. Cuando Mija olvida las palabras decide escribir, cuando su mente empieza a fallar, debe enfrentar un drama de conciencia.

Cuarta escena: Mija reunida con los padres. En una misma imagen, superpuestas y relacionadas, la frialdad de los que cotizan una vida como si fuera un asunto cotidiano, el silencio de Mija, y una violencia que solo estalla en la libreta, en la manera de mirar una flores.

Poesía

Volvamos al centro de la cuestión. ¿De qué va la historia? Una mujer empieza a sentir que el mundo se le escurre: tiene Alzheimer. Entonces dese aprender poesía, e intenta no olvidarla. Mientras, descubre que su nieto ha participado en una violación múltiple. Así, se percata de que la vida es algo más que como ella pensaba en su pequeño mundo campestre, y que el sacrificio y perdón no son nada fáciles.

La trama de la poesía se organiza en torno a la progresión olvido/revelación/reconocimiento/descubrimiento. Se desarrolla lentamente a partir de una doble dificultad: la preparación del poema y la decisión con respecto al nieto, quien ha participado con sus compañeros de un horrible acto en el colegio. Ambas incluyen discernir sobre lo que es mejor. Mija vive con él, aguanta la insolente comodidad del adolescente viviendo en un mundo que apesta, pero esto supera todo límite moral.

A lo largo de la película se advierte una dimensión metatextual acerca de la poesía. Principalmente, como una forma que convive y se alimenta de lo cotidiano, pero que al mismo tiempo puede surgir también del horror. De este modo, se trata de una experiencia que ayuda a soportar, que invita a mimetizarse con otro orden, natural o humano, un culto que parte de lo sensorial. El taller de poesía surge como un modo de hacer frente a una situación insoportable. La búsqueda de la belleza es un antídoto para superar la mediocridad del entorno y los sórdidos acontecimientos. La película misma es un extenso poema de contrastes con un tiempo y un ritmo propios. Lo poético no se dice, sino se muestra; surge literalmente de los planos mismos del film, planos que devienen en versos. Las imágenes tienen su propia métrica sonora.

Y en esa extraña progresión dramática asoma una paradoja: la pérdida del lenguaje genera las frases poéticas más logradas. La protagonista realiza una dolorosa operación de vaciado de su propia vida. El primer paso es constatar que la belleza nunca puede ser un elemento ajeno a la vida, sino consustancial a ella, algo que incluso puede aflorar en las miserias: el segundo, aprender a mirar para descubrir dónde se oculta. Hay una secuencia elocuente al respecto. La mujer sale del hospital, viaja en micro, observa y logra una bonita frase. Conclusión: sobran las palabras, lo que falta es detenerse a mirar. Y en todo este proceso no hay una música extradiegética que interfiera en nuestras emociones porque es más importante registrar los otros sonidos, los naturales. El cierre de la película, a modo de epílogo, es extraordinario y conmovedor.

Mija desaparece del campo visual una vez que ha conseguido articular su voz y su dolor mediante la palabra. Su voz se funde con la de la víctima en un acto de definitiva empatía, al tiempo que sobrevuela un montaje de melancólicas imágenes. Mija no se suicida, acaso como se piensa, sino que asume el punto de vista de la chica para componer el poema.

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