-⚖️La cautivadora e impecable magia del diálogo: 12 Hombres Sin Piedad, grandioso exponente del buen cine⚖️-

Una hora y treinta minutos de pura intriga y emoción, manteniendo un tiempo sublime en el que a la audiencia no se le entrega ni un segundo de distracción. Su potente trama, maravillosos diálogos y deducciones generan una experiencia inmersiva total; te hace ignorar por completo tu entorno real y te traslada divinamente a la difícil situación a la que se están enfrentando los doce miembros del jurado, un hito total del séptimo arte, dejando en lo más alto el potencial del en algunas ocasiones infravalorado diálogo y del magnífico genio Sidney Lumet. Estamos hablando de 12 Hombres Sin Piedad: el veredicto del corazón y de la razón.

Un film excepcional, siendo el debut como director del magistral Sidney Lumet, mundialmente reconocido por su belleza tan auténtica y enfoque intensamente psicológico y social, siendo considerada como la mejor película de la historia por una cantidad inmensa de espectadores, y estoy seguro de que todo aquel que haya tenido el fabuloso deleite de verla puede comprender por qué.

ORIGEN

La película está basada en la obra escrita por Reginald Rose, quien también sería el guionista seleccionado para la misma. Para escribir la obra, Rose se inspiró en su propia experiencia y la vivencia que tuvo siendo jurado en un juicio por asesinato, lo que le otorgó una perspectiva y comprensión interna sobre el proceso judicial y las dinámicas de grupo. Presenciar esto llevó a Rose a querer explorar cómo las cruciales decisiones e inteligentes argumentos de los jurados se pueden ver enormemente afectados e influenciados por sus prejuicios personales o luchas internas.

Antes de ser una película, hizo aparición como episodio de una serie llamada ‘’Studio One‘’ en la televisión. Esto le permitió a Sidney Lumet divisar y empezar a planear una atmósfera todavía más tensa y asfixiante de lo que ya estaba viendo en el episodio, cimentando así los inicios del formato en el que trabajaría Lumet para este film: claustrofóbico y desesperante.

Lumet, que tenía una amplia formación en teatro, utilizó muchos de los recursos teatrales para 12 Hombres Sin Piedad, comenzando desde que todo se desarrolla en un escenario (aspecto fundamental del teatro): unos diálogos divinamente elaborados y con gran intensidad, así como sus monólogos y sub-textos presentes en todos los personajes, capturando toda la magia teatral y fusionándola con la del cine, creando así una atmósfera hibrida entre estas dos hermosas artes.

La película se estrenó en los años 50, un periodo de gran tensión social y política en los Estados Unidos, así que Lumet y Rose usaron la película como una crítica velada a la injusticia social prevaleciente en la época, destacando la enorme importancia del razonamiento individual y la integridad moral, todavía más imprescindible en el sistema judicial. Que la película viera la luz en esta compleja época acabaría potenciando todavía más su mensaje y valor artístico.

UN JUICIO LLENO DE PREJUICIOS

‘’-¡Tú no puedes simplemente dejar de pensar que una persona es culpable solo porque tú lo piensas. Tienes que demostrarlo!''

(Frase que expresa con furia el jurado numero 3, demostrando su incredulidad y falta de voluntad para conocer la verdad)

La película nos sitúa inmediatamente en la tensa situación que se está desarrollando; conocemos al jurado, conformado por doce personas, quienes tendrán el veredicto de un caso de asesinato, un joven de 18 años acusado de matar a su padre, y que, si el jurado encuentra culpable, será sentenciado a la abrumadora pena de muerte, situación bastante delicada y que sin duda alguna hay que tratar con inteligencia y calma… ¿Verdad?

Pues para nuestro querido jurado, no, al comienzo realmente no se esfuerzan por analizar y diseccionar la situación, ya que les parece completamente obvio que el joven es culpable, y no están dispuestos a debatir acerca de ello, esto por un sentido de superioridad que les hace creer que ya saben todo sin siquiera haberlo debatido, una carente cualidad de reflexión y análisis, y un afán inmenso por abandonar la sala e irse a desempeñar otras actividades a las cuales le otorgan más importancia, un comportamiento plenamente ineficiente ante una situación de esta magnitud.

Afortunadamente, uno de los jurados realmente quiere analizar el caso, y cuando proceden a realizar la votación, el único que vota ‘’inocente’’ sería el jurado número 8. Interpretado divinamente por Henry Fonda, empieza a cuestionar la evidencia mostrada en el juicio y abogar por la inocencia del joven, con el argumento de que es un caso bastante ambiguo en todo sentido, mostrándose ciertamente neutral, ya que no promete un dictamen de culpabilidad hacia el muchacho, pero tampoco de inocencia; simplemente desea deliberar al respecto.

‘’-El acusado es un joven de 18 años. Él se enfrenta a la pena de muerte si es declarado culpable. Se trata de una decisión importante. Nos debemos tomar el tiempo necesario para llegar a una conclusión justa.''

(Excelente declaratoria del Jurado 8, quien desde el principio podemos ver que si esta dispuesto a cumplir con la responsabilidad correctamente)

‘’-La vida de un hombre no puede depender de una sola evidencia.''

(Frase que evoca el Jurado 8, exponiendo su total desacuerdo con el desinteres de sus compañeros, totalmente desinteresados en preservar una vida humana con la justicia)

Esto enojaría al resto del jurado, motivando así sus primeras discusiones y alegatos. Posteriormente, cada que se realizaba la misma votación, un jurado más se unía a la idea de que el acusado era inocente, generando así una tensión inmensa en toda la habitación, dividiendo a los jurados por bandos y mostrándose irascibles y desconfiados el uno del otro.

A partir de este momento, comenzarían a indagar muy profundamente en el caso, valorando cada aspecto y parte del mismo, apoyándose en testimonios de testigos clave, pruebas y evidencias enseñadas en el juicio, y su (en teoría) excelente capacidad de intuición y raciocinio. Aquí se desplegaría una danza divina de argumentos y contraargumentos, cada teoría sonando más convincente que la anterior, uniendo fragmentos clave vitales para dar el veredicto, intentando poner sus diferencias e intereses personales de lado, apegándose completamente al fiel ideal de la justicia.

Después de considerar cada aspecto del caso, incluso recreando uno de los testimonios más importantes con objetos y recursos de los que disponían en la sala, reproduciendo totalmente la escena del crimen y llegando a la conclusión de que es inverosímil, este sería el suceso determinante en el que cada uno de los jurados se verían mayormente convencidos por el dictamen inicial del Jurado No 8 y finalmente encontrando al acusado como inocente.

La película culmina con los jurados dejando la sala, enfatizando en el jurado 8, quien es consciente de que su duda acaba de salvar la vida de un inocente, cumpliendo así a la perfección su responsabilidad cívica y humana, en uno de los finales más icónicos del septimo arte.

ASPECTOS TECNICOS

Las escenas son maravillosas; el diálogo, fabulosamente elaborado, resulta completamente cautivador para el espectador, capturando su atención en todo momento, sin necesidad de algún cambio brusco de escenario o algún otro aspecto técnico. La belleza de esta película nace del diálogo y la narrativa tan sencilla pero tan bien formulada.

No hay mucho que destacar cuando hablamos del vestuario o la fotografía del film; es simplemente la adecuada y necesaria para lograr transmitir su poderoso y humano mensaje, a través de un escenario reducido, vestuarios convencionales y unas interpretaciones estelares de parte de cada miembro del jurado, actuaciones que nos hacen conectar a la perfección con su desesperación y anhelo por conocer la verdad, sensaciones que plasman en la audiencia, logrando hacerte sentir como un miembro más del jurado de este peculiar caso.


CONCLUSION

Una obra maestra cinematográfica, indiscutiblemente, demostrando que con una trama bien planeada y desarrollada, no es necesario mostrar impresionantes escenarios o una fotografía frenética; nos permite vislumbrar la belleza de la sencillez, profundizando en conflictos internos bastante comunes que acomplejan la vida de hombres que aparentan ser de acero, pero en realidad son muy vulnerables, y reflejan esto en las decisiones y teorías durante toda la película.

Es una exhibición majestuosa de la importancia de la elocuencia y la comunicación, retratando cómo el hombre con sus palabras y argumentos bien fundamentados puede alcanzar cualquier clase de ideal o disipar cientos de conflictos. El poder de nuestra palabra y nuestro voto como humanidad e individuos es gigantesco; la película se esfuerza en demostrar eso en cada uno de sus fotogramas, dando como ejemplo la importancia de cómo estas dos cosas dictan el destino o el final de una frágil vida humana.

Tremenda obra cinematográfica, cuyo prestigio es bien merecido totalmente, todavía más impresionante teniendo en cuenta que fue el debut cinematográfico de Sidney Lumet, una película que todo amante del séptimo arte debe de ver, oda a la humanidad, la elocuencia y la justicia, exponiendo también cómo la ira no ayuda en nada, ya que como dijo el maestro Yalal ad-Din Muhammad Rumi:

‘’-Alza tus palabras, no tu voz, es la lluvia la que hace crecer a las flores, no los truenos.''

Que el cine los acompañe.

Artículo Escrito Por: Carlos Jerónimo Fajardo Mosquera

Fecha de creación: 8/7/2024

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