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El GRAN problema del Cine Argentino (Parte 2)

POR JERÓNIMO CASCO

JUNIO 23, 20.20 PM | UTC-GMT -3

EL GRAN PROBLEMA DEL CINE ARGENTINO (PARTE 2)

En el anterior artículo donde abordaba la problemática del cine argentino (por lo menos desde mi punto de vista) no me había dado cuenta del enorme error que había cometido.

Si, en un impulsivo acto de poner los dedos en el teclado y formar palabras sin sentido me dejé llevar por el odio a las producciones argentinas hechas de manual. Es decir, aquellas que ponen siempre a los mismos actores/actrices, que quieren sentirse yankees (o sea, intentar transpolar en pantalla una suerte de identidad patriota que nada tiene que ver con lo que realmente sucede en mi país en la actualidad, o no por lo menos con la perspectiva y criterio suficiente) y que están confeccionadas desde productoras grandes y que siempre crean ese circulo del cual muchas personas quieren pertenecer por el alcance que tienen.

Estoy poniendo nuevamente en palabras todo esto de manera impulsiva, pero es que el odio en este caso no es hacia este tipo de producciones o este tipo de cine, no, el odio ahora es hacía mi mismo, por no haber expandido mi espectro intelectual, y entender que el GRAN PROBLEMA DEL CINE ARGENTINO no es la falta de identidad, sino la distribución.

Claro, esto puede llegar a suceder en todos los países del mundo y es algo totalmente lógico. Hollywood, la supuesta Meca del Cine, es un monstruo que acapara todas las miradas desde todos los ángulos. Entonces eso me hace replantearme algunas cosas y preguntarme: ¿Habrá algún cambio radical en el cine en algún momento? ¿? Dejaremos de consumir únicamente productos extranjeros para darle lugar a producciones que quedan en el olvido y logran ser rescatadas tiempo después?

Babylon expone los peligros del star-system magistralmente

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Para entender el porqué de la desastrosa distribución a nivel mundial que hay en la industria cinematográfica tenemos que entender que existen cuestiones políticas y económicas que se encuentran involucradas. Desde la famosa creación del star-system en Estados Unidos (que se dedicaba a vender productos más que fomentar la cultura de un arte) los grandes estudios de cine se dedicaron a comprar todos los medios y toda distribución posible para que lo que tengamos en cartelera sea propiedad de ellos.

Algo parecido, si tenemos en cuenta, lo que sucede cien años después en Argentina: una persona va al cine y de diez estrenos o películas en cartelera una sola es Argentina. Pero esto no sólo es grave para la industria nacional, sino que también es contraproducente para Hollyywood. La audiencia no puede ver todo y eso termina impactando en algunos títulos, como lo fue por ejemplo la última producción de Pixar, Elementos. ¿Cómo puede ser que una película de animación tenga un presupuesto de 200 millones de dólares? Se puede entender debido a la crisis inflacionaria del país en los últimos ¿meses?, pero nada comparado a lo que vive la Argentina. En fin, lo último de Pixar resultó ser un total desastre financiero que pone en jaque a los empresarios que apuestan por estas producciones.

Fuente: Cinepolis

Esto se aplica para el cine argentino, donde las cadenas más reconocidas no pueden dar el brazo a torcer en una situación global tan difícil y deciden apostar por lo seguro, sin tener en cuenta que el público está mutando, está cambiando.

¿Cómo se puede revertir esta situación? Tenemos un arma muy poderosa como audiencia y como comunicadores, y esas son las redes sociales. Existen decenas de festivales en el circuito audiovisual donde se pueden apreciar no sólo producciones locales, sino latinoamericanas y también producciones europeas y yankees también, pero que pasan desapercibidas. Todo eso que en un pasado era imposible hoy en día puede ser la salvación gracias a una historia en Instagram, ¿que loco no?

Es el deber de la gente en este caso poder hacer un retroceso y entender que la importancia no sólo cultural, sino también social y económica del cine no se reduce a todo el trabajo que las grandes productoras dan, sino también a todo el detrás de escena que no vemos, a todos los trabajos hechos a pulmón, esperanzados de poder tener ese privilegiado lugar que algunos pocos logran tener.

El futuro del cine argentino depende de la comunicación, de la difusión. Sin eso lamentablemente está perdido.


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