En los grandes festivales de cine, como Cannes, Berlín y Toronto coexisten dos manifestaciones casi paralelas, que solo en parte se solapan. En la nota anterior se pasó repaso a la mayoría de los títulos de la sección o Competición oficial, que interesan tanto a la Prensa como al Mercado.
En esta segunda parte se hará referencia a otras secciones paralelas, a las que asisten nuevamente tanto críticos (Prensa) como compradores/ distribuidores de películas (Mercado). Pero no siempre se mezclan, ya que una misma película puede ser proyectada separadamente (diferentes salas y horarios) para ambos contingentes.
Generalmente los grandes festivales duran alrededor de once o doce días, pero el Mercado solo una semana. En el caso de la Berlinale (13 al 23 de febrero de 2025), el mercado terminó el 19 de febrero con lo que vale preguntarse si los distribuidores se perdieron de ver los títulos programados entre el 20 y el 22 del mes pasado (el 23 fue la entrega de premios).
Y la respuesta es que no dejaron de verlas, ya que vieron las películas, tanto las últimas en proyectarse para la prensa y público como las de la primera semana, muy a menudo algunos días antes. Dado que es compatible tener las dos credenciales, es obvio que para un crítico poseedor de ambos “badges” rige el “embargo”, es decir que no se puede publicar una nota antes de la presentación oficial de una película.
Dejando de lado el Mercado es interesante señalar que entre las muestras oficiales y paralelas se programaron (excluidos cortometrajes y retrospectivas) casi 150 títulos. Aun asistiendo a un número de cuatro a seis proyecciones diarias, es más lo que no se llega a ver lo que obliga a una cuidadosa selección diaria de películas a ver.
La sensación que queda al final del Festival es la del “vaso medio vacío”, al menos para este cronista, que, al concentrarse en la Competencia oficial y parte del Mercado, vio muy poco de las Berlinale Special (unas 20 películas), Perspectivas (15), Panorama (35), Forum (35) y Generación (20 títulos).
Secciones paralelas
La Berlinale special gala programó A Complete Unknown, aunque solo asistió, del grupo principal de actores, Timothée Chalamet. Su presentación (ya se había estrenado en Argentina el 30 de enero) fue quizás para acrecentar sus posibilidades de ganar algunos premios Oscar. Lamentablemente esa presencia no pareció aumentar sus chances ya que la película sobre Bob Dylan y con ocho nominaciones se fue con las manos vacías. Como se señalara, en otra nota dedicada a los Oscar, parecería que el film de James Mangold llegó muy tarde a la carrera por los premios de la Academia, sobre todo cuando se lo compara con otros como Anora, The Brutalist y Conclave.

Las galas incluyeron dos películas presentadas en el Festival de Sundance el mes anterior, de las que se pudo ver The Thing with Feathers del inglés Dylan Southern. El gran actor inglés Benedict Cumberbatch es Max, un escritor que está escribiendo un libro (“The Crow on the Couch”) sobre un laureado poeta (Ted Hughes). Al inicio se nos informa que Max (o Dad) acaba de perder a su esposa y que presta poca atención a sus pequeños hijos, interpretados por Henry y Richard Boxall), hermanos en la vida real. Aunque el personaje de un cuervo de gran tamaño lo interpreta el actor Eric Lampaert, su voz (casi un graznido) es la David Thewlis. Bien elegida la fotografía en blanco y negro, la trama plantea situaciones violentas entre hombre y cuervo y logra transmitir la gran angustia y tristeza que embarga al escritor y sus dificultades para superar la ausencia de su cónyuge.

La otra película de la Berlinale special gala fue Mickey 17, que a diferencia de la de Mangold, tuvo al menos como primer festival a la Berlinale, pese a que la mayoría de los films anteriores del director coreaao tuvieron su estreno mundial en Cannes, tal el caso de Parasite, que allí ganó la Palma de oro, además de ser la primera película que obtiene simultáneamente el doble galardón (Oscar internacional incluido) de la Academia de Hollywood.
Como en la mayoría de los ocho films de Bong Joon Ho, hay personajes no humanos y en Mickey 17 son los que más abundan. Por un lado, unas especies de gusanos de un planeta ficticio, de nombre Niflheim, pero además el personaje que da nombre a la obra es el replicante número 17, que ya ha muerto dieciséis veces y que, cada vez que ello ocurre, una especie de fotocopiadora vuelve a generarlo en una nueva versión. De hecho, ya está el número dieciocho y ambos son interpretadas por Robert Pattinson (buena actuación). La trama transcurre en el año 2054 en que un político (Mark Ruffalo) y su esposa (Toni Colette) organizan un viaje hacia el planeta helado habitado por los “extraterrestres”. La interpretación del dúo populista araña lo ridículo y sólo se salva la de la actriz Naomi Ackie, pareja de los “Mickeys”. Puede considerarse fallida la nueva obra del director de Parasite, que de haber tenido más valores artísticos posiblemente hubiese esperado unos tres meses para tener su premier mundial en Cannes. De hecho, ya se ha estrenado en todo el mundo, incluyendo Argentina.

No todas las funciones de Berlinale special fueron galas, pero se ha visto al menos un título latinoamericano de esta sección que vale rescatar.
A melhor mae do mundo de la realizadora brasileña Anna Muylaert bien pudo haber integrado la Selección oficial, aunque ya había un film de Brasil (O último azul) que con justicia ganó el segundo premio de la Berlinale. Muylaert ya lleva dirigido ocho largometrajes, incluyendo su debut cinematográfico (Durval Discos) que ganó el Kikito de oro en el año 2002 en el Festival de Gramado. Paulista de nacimiento, en Argentina es poco conocida ya que sus films no se han estrenado localmente ni mayormente en los festivales platenses.
Shirley Cruz es Gal, la “mejor madre del mundo”, que, no soportando más la violencia de su marido, decide un día partir con sus pequeños hijos, Benin y Rihanna (también sus verdaderos nombres), en su carro de “cartonera” (acopio de residuos, algo también habitual en Argentina) abandonando a su esposo en pleno Sao Paulo. Para que los niños no se inquieten les hace creer que parten hacia una “aventura”, lo que los obliga a ciertas penurias como dormir en una carpa que arman en una plaza o en la casa de un “amigo”. Este hombre mayor y solitario en verdad sorprende a Gal, al imaginar cierta intimidad que ella rechaza. Esta “home movie” en zonas urbanizadas parece deparar un alivio, cuando los tres son acogidos por un primo y su familia, sin imaginar que pronto reaparecería el marido de ella. Quien interpreta a Leandro, tal su nombre, es Seu Jorge, el único actor profesional del film, también conocido por su carrera como músico y por haber actuado, entre otras, en Cidade de Deus. Hacia el final hay imágenes de hinchas del Corinthians, club del cual seguramente Muylaert es simpatizante.

La sección Panorama fue la única, aparte de la oficial, donde fue exhibido un film argentino. Se trata de Magic Farm, segundo largometraje de Amalia Ulman (El planeta), compatriota que vive en Nueva York, logrando crear una comedia, género poco transitado en el cine argentino.
La trama tiene a un equipo documentalista integrado por cinco miembros que arriba en Argentina con el objetivo de entrevistar a un supuesto talento musical de nombre Súper Carlitos. Lidera el grupo Edna (Chloe Sevigny) y se dirigen al pueblito de San Cristóbal con el objetivo de reunirse con el ídolo, que habría descubierto Jeff (Alex Wolff), un poco confiable productor. Sin embargo, habiendo varios pueblos con el mismo nombre, llegan a la conclusión de que han recalado en un lugar homónimo pero equivocado.
Entonces solo les resta apelar a la improvisación y contratar a la gente del pueblo para fabricar un documental que se parezca a lo que debió ser el film original.
Elena (interpretada por Ulman, la propia directora) es la cameraman, con la ventaja de ser la única del quinteto que habla inglés y tener buena relación con Edna. El San Cristóbal al que llegaron es un pueblito donde hay más perros que pobladores y donde existe mucha pobreza y alto desempleo.
En el medio del caos colectivo que embarga a la troupe cinematográfica y a los lugareños, hay un personaje de estos últimos que trae la calma necesaria. Se trata del recepcionista del único hotel del pueblo, que encarna Guillermo Jacubowicz, transmitiendo esa paz tan propia de nuestro “profundo” país interior.

Dentro de una alicaída filmografía argentina, la película de Amalia Ulman sobresale y al ser una coproducción con los Estados Unidos (incluyendo la presencia de Chloë Sevigny) le abre la puerta al mercado norteamericano.




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