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Will Freeman vive una existencia encantada. Después de escribir una canción exitosa, se le concedió una vida de tiempo libre, amor libre y libertad de los problemas financieros. Es soltero, desempleado y le encanta. Así que imagina su sorpresa cuando Fiona, una madre soltera necesitada y su hijo extrañamente encantador de 11 años, Marcus, se muden a la casa de al lado e interrumpen su mundo perfecto. Cuando Marcus comienza a pasar por su casa sin previo aviso, Will no está tan seguro de ser el nuevo mejor amigo de un niño, hasta que, por supuesto, Will descubre que las mujeres encuentran irresistibles a los padres solteros. Eso cambia todo y se llega a un acuerdo: Marcus fingirá ser el hijo de Will y, a cambio, a Marcus se le permitirá relajarse en la casa de Will, jugar al ping-pong y atiborrarse de bistecs, algo que su madre, muy vegana, nunca permitiría. Antes de darse cuenta, Will comienza a disfrutar de las visitas e incluso se encuentra cuidando al niño. De hecho, esta nueva amistad puede muy bien enseñarle una o dos cosas que nunca imaginó posibles: sobre sí mismo y el cuidado de los demás.