A moth on a bomb (2024)

La película de Oleg Stepanov captura a sus personajes en la frontera entre la realidad y una conciencia desprendida de esta realidad, en un intento de establecer el contacto verbal habitual, de encontrar puntos de contigüidad y conexión. Pero el lenguaje alcanza rápidamente su límite. El espacio se impregna de cercanía y sentimos cómo un aliento apenas perceptible se filtra a través del silencio, luego, de repente, parecemos caer sin fin sin poder agarrarnos al menos a algo estable y seguro. Lo verdadero se manifiesta en algún lugar entre las palabras, más allá de las imágenes, palpita cada vez más con la irreversibilidad del encuentro con lo inevitable.