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Cuando se trata de amor, Carmen es demasiado intensa. Ama demasiado y el mundo no la perdonará por eso. La relación entre ella y Massimo ha terminado, pero ella todavía lo considera el amor de su vida. Adora a Giada, su hija, que ahora tiene cinco años; pero Massimo tiene la custodia y Carmen sólo puede verla cada dos semanas. Lo cual ella no puede aceptar. Sabe que ha cometido errores, pero también sabe que es una buena madre y no permitirá que la historia se repita: no permitirá que lo que le pasó a ella cuando era niña le suceda a Giada. Si el mundo realmente quiere destruir a Carmen, así lo ve ella, Carmen cambiará el mundo.