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-Todo comienza con un imprevisto: el astrolabio del prestigioso Gogosse, un submarino nuclear ruso, ya no funciona. El barco y su tripulación se pierden en el Océano Atlántico, cerca de la costa este de Florida (EE.UU.). Un satélite estadounidense pronto lo vio y comunicó su posición al ejército. La información fue transmitida de inmediato al presidente de los Estados Unidos. Sigue un intercambio surrealista (¡o no!) entre un presidente estadounidense mafioso perdido en los arcanos del poder político gangrenoso hasta los huesos y un presidente ruso, ambos colaborador y víctima de la incompetencia de su jefe de gabinete, asesorado por borrachos. El absurdo es llevado al paroxismo en este intercambio entre dos jefes de Estado de países poderosos totalmente desconectados y cuya bufonada no tiene límite.