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La Motte-Chalancon, Drôme provenzal, invierno de 2016. Una figura con una capa negra recorre las calles estrechas y tortuosas del pueblo medieval, como sacado de una película gótica: murmurando fórmulas matemáticas, Patrice Jeener nos lleva a su casa, donde nos presenta su trabajo: cientos de grabados que representan objetos matemáticos, conceptos y gráficos. A través de este arte olvidado del grabado, da tangibilidad al oscuro mundo imaginario de los matemáticos. Da forma a las ecuaciones más complejas y, bajo su cincel, los símbolos matemáticos se convierten en la expresión estética de una dimensión impalpable. Estas formas parecidas a arabescos son cada una un sueño de ciencia ficción, un sueño de un universo hecho realidad, y nos transportan al corazón mismo de los misteriosos reinos de las matemáticas y la creación artística, dos mundos que, en última instancia, no son tan diferentes.