Sopa de perro fría (1990)

Randy Quaid como el taxista conduce parábolas zen (¿Es el tiempo dinero? ¿Es el tiempo la raíz de todos los males?) a su pasajero/protegido en un recorrido idiosincrásico de alta velocidad por las camarillas étnicas de su ciudad. Todo lo que el chico quiere es deshacerse del perro muerto de su cita, Jasper, y volver con la nena que está tan caliente que murmura sombríamente sobre ser una olla a presión: sus esfuerzos convencionales se frustran continuamente. Quaid es respetado por los grupos peculiares a los que interesa en el cadáver y los efectos del perro, y nuestra heroína con un solo guante está mucho más interesada en él que en su cita bastante mediocre.