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Eva Meyer trabaja en una tienda de cinco centavos durante5 a la semana.En casa, su madre se encarga de lavar la ropa para ayudar a mantener a tres niños más pequeños y a una perezosa ybeber cerveza,lectura de novelas,marido y padre inútil.Desde hace meses Eva necesita un par de zapatos.A medida que pasan las semanas aumenta la necesidad de zapatos,hasta que finalmente llegan fuertes lluvias y pudren lo poco que queda de sus zapatos desaliñados y sin valor hasta que literalmente se le caen de los pies.Eva le lleva a su madre el sobre de sueldo sin abrir todos los sábados por la noche;cada vez le promete que "la próxima semana" tendrá suficiente dinero para comprar zapatos.Ha puesto su corazón en un par que se exhibe en un escaparate por el que pasa cuando va y viene de su trabajo.pero cada semana hay un motivo nuevo y válido para el aplazamiento: hay que pagar el alquiler;los comerciantes ya no confiarán en ellos para alimentarse;El padre inútil todavía está sin trabajo.Todo este tiempo ve que el dinero que ha ganado se lo gasta en cerveza,novelas de diez centavos,y comida para satisfacer los deseos de su holgazán padre.Finalmente,un sábado por la noche,ella le exige que le proporcione un par de zapatos.Su único consuelo es la réplica del hombre que fue su protector y apoyo natural,que necesitaba zapatos para él mismo.En ese momento Eva decide no sufrir más dolores en los pies.ampolladas y astilladas por el suelo áspero sobre el que se encuentra detrás del mostrador.Uno de sus compañeros esclavos en el barrio diez y cinco le presentó a un cantante de cabaret semanas antes,pero ella tenía firmeza,declinó con indiferencia sus invitaciones.Eva se desploma en su habitación triste en el piso lúgubre y sofocante;se pone una camisera limpia,baja la falda sujetándola alrededor de sus caderas para ocultar su podredumbre,zapatos andrajosos;y su madre le paga el transporte y dice que pasará el domingo con una amiga de la tienda.Y el lunes por la noche Eva vuelve a casa del trabajo con los zapatos nuevos en los pies.