Cara perdida (1965)

Europa Central, años 30: el médico checo Bartos (Vlastimil Brodský) atiende con devoción a pacientes pobres en los suburbios de la ciudad, al mismo tiempo que investiga las posibilidades de regeneración de tejidos humanos después del trasplante. Su antiguo colega Rosen (Jirí Vala), que ahora trabaja como asistente en la clínica privada del cirujano Kirchenbruch (Martin Ruzek), considera que la investigación es una mera utopía. El decepcionado Bartos, tratando de verificar sus teorías, acepta la escandalosa propuesta de Marion (Marie Vásová), dueña de un burdel, de reemplazar quirúrgicamente el rostro de su amante, el ladrón buscado Cutter (Fred Delmare), con el rostro de asesinado. Padre Hopsasa (Frantisek Filipovský). Bartos está bien pagado, pero su exitosa operación sigue siendo un secreto.