El ladrón de crímenes (1969)

Casado y con dos hijos pequeños, Jean Girod, un "escritor", escapa en parte de esa vida familiar cuando presencia en secreto el suicidio de una joven. En esa nueva otra vida, alquila una habitación a través de su amigo el artista abstracto Tian, ​​allí donde se refugia. A través del delirio o la psicopatía, Jean comienza a pedalear la idea de que él mató a la mujer, burlándose de la policía a través de cartas anónimas abiertas a los medios de comunicación en las que afirma que sabe quién la mató. Aparentemente, está tratando de llevar la teoría lo más lejos que puede sin que lo atrapen, o realmente quiere que lo atrapen como el asesino a pesar de no haberlo hecho. En un encuentro con la amiga de Tian, ​​Florinda, con quien aparentemente existe una atracción mutua, Jean puede revelar su verdadera intención y la enfermedad mental que padece.