Vendo cara la piel (1968)

Un peculiar spaghetti western,donde el deseo de venganza tiene que batirse en duelo con una serie de dudas morales Inspirado en el gran clásico Shane (1953),revela una melancolía inquietante rara vez vista en el género.Un título que merece ser visto nuevamente,redescubierto y reevaluado Si hay un tema con el que el spaghetti western está obsesionado,es venganza.Un plato servido en todo tipo de temperaturas,pero en su mayor parte implacable,sin vacilar y sangriento.En primer lugar,la película parece encajar perfectamente en esta tradición,sin embargo, después de que el protagonista demuestra su capacidad de lanzar fuego infernal sobre sus enemigos,conoce a una viuda y a su hijo pequeño y se enfrenta a un dilema: ¿y si una vida de ira es el camino equivocado?El comportamiento de uno de los malos,que se arrepiente y se vuelve a una vida de oración en un convento,complica aún más la situación.Dirigida por Ettore María Fizzarotti,mejor conocido por su trabajo en el género musicarello,y con la maravillosa fotografía de Stelvio Massi,es una película que vale la pena volver a ver,redescubrir y reevaluar.El único propósito de la vida de un joven pistolero es vengarse de los malos que masacraron a su familia.Conoce a una viuda y a su hijo,y sus prioridades cambian.Sin embargo,El mal está acechando y su reacción será inevitable.