Yanco (1961)

El relato cautivador y sentimental comienza cuando el pequeño (Ricardo Ancona) comienza a manifestar un talento cada vez mayor para la música y, al mismo tiempo, una supersensibilidad a los sonidos. Su oído demasiado astuto lo lleva al bosque y lo aleja de la cacofonía del ajetreo y el bullicio de la ciudad. Una vez en el bosque, conoce a un viejo y amable ermitaño que le enseña a tocar el violín que hizo. Después de que el anciano muere, el violín termina en una casa de empeño, y cada noche el niño se cuela para tocarlo en secreto. Es esta música inquietante y nocturna lo que pone a la ciudad al límite: la gente cree que un espíritu maligno anda suelto.