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Por momentos es imposible precisar cuáles son los verdaderos recuerdos de Laiseca y cuáles las reinvenciones de un mundo que, para bien o para mal y según las propias convicciones, puede ser real o no.Así se pasea el escritor por este documental con vampiros e historias de infancia en Camilo Aldao, en la provincia de Córdoba, Argentina “a pocos kilómetros de Saigón”.La relación con su padre, las desventuras en el campo y sus primeras experiencias con las chicas locales se ven atravesadas constantemente por el rugir de los obuses, el napalm y los sonidos de los Kalashnikov en la selva vietnamita donde perdieron la vida veinte mil de sus compañeros.Camilo Aldao, modesto ejemplo de la pampa húmeda, fue también cuna del primer metro de América y otras maravillas de la modernidad.La imaginación de Laiseca no conoce fronteras.Entre la virginidad y María y las tramas de Poe, al margen de las instituciones culturales argentinas, a caballo entre Hawthoe, Spencer y Baudelaire, Laiseca vive una nostalgia rural con cierto grado de perversión y como uno de los secretos mejor guardados entre Los iconoclastas argentinos.