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Al final de la Segunda Guerra Mundial, Trieste, una ciudad del norte de Italia que había permanecido en la sombra durante todo el conflicto, se convirtió repentinamente en un foco de gran interés estratégico. Atrapado entre Italia y Yugoslavia, entre Occidente y el bloque comunista, fue administrado por Estados Unidos y Gran Bretaña durante no menos de nueve años. Eran los años de los cigarrillos Philip Morris, de los primeros blue jeans vistos en Europa, de los letreros luminosos, las medias de nailon, las faldas cada vez más cortas, de las noches alimentadas por martinis y boogie-woogie, y las primeras películas de Hollywood. El soldado estadounidense Jim Herring y su esposa de Trieste, Claudia, fueron testigos de todo y nos cuentan sobre esos años increíbles con la ayuda de imágenes de archivo nunca vistas y reconstrucciones históricas. Trieste parecía ser una isla feliz, pero en realidad se reveló como un polvorín y un nido de espías.