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Un día en el teléfono entre Beirut y París, mi madre me dijo: Tu padre tiene serios problemas financieros, debe vender su escuela, no tiene elección, los bancos no tienen piedad. Escuché la pérdida. me tambaleé. Siempre he sido hija del director de la escuela The Libanese Rabia y no me lo imagino de otra manera. Decidí volver a casa.