La mejor película de Dani de la Orden, Casa en llamas (2024)

El director catalán Dani de la Orden estrenó su ópera prima hace más de una década, con un binomio de películas rodadas en catalán con las que se dio a conocer en el panorama estatal: Barcelona, nit d'estiu (2013) y Barcelona, nit d'hivern (2015). A lo largo de estos diez años, su carrera ha sido prolífica, dirigiendo un total de once películas, dos series de televisión y un par de documentales. El pasado mes de junio estrenó el que muchos consideran su mejor trabajo, Casa en flames (2024), una película con la que vuelve a sus orígenes de filmar en catalán, escrita por el guionista Eduard Sola.

Si hay algo que la crítica ha destacado ha sido el brillante reparto que acompaña a De la Orden: Emma Vilarasau, Enric Auquer, Maria Rodríguez Soto, Alberto San Juan y Macarena García, entre otros. Casa en flames (2024) recoge en la gran pantalla la intimidad de una familia de la burguesía catalana, convirtiendo el relato en una historia coral. Madres, padres, hijos/as, nietos/as y allegados se reúnen en una masía de Cadaqués para, en principio, organizar la venta de la propiedad. Aunque como era de esperar, todo resulta mucho más complejo; las dobles intenciones y los secretos ocultos configuran cada una de las secuencias, y el trabajo de los actores y de las actrices está a la altura de cada de todas ellas. Cabe destacar el meticuloso trabajo de Emma Vilarasau, que encabeza el reparto y sostiene desde la entereza y el liderazgo el peso del conflicto de principio a fin.

Casa en llamas (2024) cuenta la historia de una familia a través de un único fin de semana, 72 horas en las que la matriarca de una familia (Montse) convoca a sus hijos/as, nietos/as y ex marido, —con allegadas incluídas—. La película habla de todo lo que no se dice, de un silencio que se vuelve ensordecedor y acaba siendo arrollado por las llamas del fuego. Con motivo de la venta de una propiedad que pertenece a Montse, el núcleo familiar más cercano se reúne en la misma villa situada en Cadaqués para organizar los últimos muebles y objetos que pululan por las habitaciones. Sus hijos, Julia y David, llegan a la masía acompañados de sus parejas. Y también lo hace su expareja, Carles, acompañado de Blanca, su nueva pareja.

La mentira, que forma parte de la historia desde el inicio, adelanta la naturaleza de la película. Una muerte escondida (la de la abuela); un amor que tiene los días contados (el de David y su novia María), otro algo caduco (el de Julia y su marido Toni); y uno que acaba de nacer pero no parece que vaya a durar demasiado (el de Carles y Blanca). Pero las crisis románticas y sentimentales no son el eje central de esta historia, aunque el espectador tarde en descubrirlo.

El foco del profundo conflicto recae en el papel de la madre y lo hace en la secuencia final, dentro de un halo poético que va tiñendo la atmósfera a medida que avanza: «Reclama algo que ella creó y ahora se le escapa: una familia. Y si para recuperarla lo tiene que destruir todo para empezar de cero, está dispuesta a hacerlo. Ya sea hablando más de la cuenta, metiéndose donde no la llaman, manipulando o finalmente destruyendo la imagen más representativa de esta familia: la casa de verano que compraron a la Costa Brava pero ser más felices de lo que ya eran», dice el director.

Los giros sorpresivos estructuran cada uno de los micro-relatos que componen el argumento, haciendo que aunque el espectador se preste a descubrir los detalles ocultos, el secreto se revele cuando menos se lo espera. Es esto precisamente lo que sucede con la comedia y el drama, los géneros principales sobre los que se estructura la película. Sin haber visto ningún tipo de tráiler y debido al tono inicial de las primeras escenas, el tono que coge el desenlace y la profundidad de los conflictos se rebelan ante los ojos de quién disfruta de la película como un jarro de agua fría. De la Orden construye un balance perfecto entre la comedia y el drama. Definitivamente no esperas acabar con el cuerpo compungido, sensación que comienza a apoderarse de tu cuerpo específicamente a partir de la secuencia del salto en paracaídas de David y Marta.

A pesar de su carácter coral, gran parte de las secuencias se conforman a través de los binomios amorosos, permitiendo que los conflictos internos salgan a la luz y los personajes se vayan complejizando. Los terrenos fangosos cada vez comienzan a ser más y más profundos, pero sin llegar a amontonarse ni a resultar excesivos. Es más, el número de integrantes que acude a la masía es tan concreto y tan bien seleccionado en favor del drama, que se introducen y desaparecen en el momento más adecuado para el desarrollo del conflicto. Incluso llega a parecer que caen como fichas de dominó.

La poeticidad del título de la película nace a partir de un juego de la terapia Gestalt, que es introducido por el personaje de Blanca en la primera cena. —El ejercicio consiste en imaginarse dentro de una casa en llamas y visualizar quién los sacaría del incendio—. La inocencia detrás de la cual se esconde la complejidad de la cuestión, siembra dudas y conflictos en cada uno de los personajes que participan en él, haciendo que vuelvan a esa situación imaginaria que le juego plantea en más de una ocasión. En la secuencia final, una vez el núcleo familiar se vuelve a reunir cuando frente al incendio solo quedaba Montse, la palabra resurge con la agilidad y el tono del inicio, haciendo que por momentos se coma la poética del instante. Pero de la Orden consigue volver a equilibrar la balanza y logra cerrar la película con el sentimentalismo justo y la profundidad necesaria a un conjunto de conflictos tan duros como cotidianos.

A nivel argumental, la película recuerda a La casa (2024) de Alex Montoya —reseñada hace unas semanas aquí—, pero se aleja tanto en el tono como en el ritmo de esta. La venta de una propiedad, la configuración familiar, la casa como personaje que parece respirar y los secretos pasados están presentes en ambos trabajos, pero definitivamente el tratamiento es alejado. Sin embargo, cada una a su manera, no dejan de poner el foco en un acontecimiento muy concreto para tratar de investigar en el núcleo familiar, algo que sin duda consigue apelar al espectador de una u otra forma.

Más de Dani de la Orden

Más allá de la pareja de películas con las que comenzó su carrera de director, de la Orden ha estado al frente de varias de las películas más taquilleras en los últimos años. El director ha trabajado con algunos de los actores más reconocidos del país ibérico. Sin embargo, hasta el momento lo cierto es que su carrera se caracterizaba por un cine comercial, en el que las situaciones cómicas sin demasiada trascendencia prevalecían por encima de la profundidad del conflicto. El mejor verano de mi vida (2018), Litus (2018), Hasta que la boda nos separe (2020) o Loco por ella (2021) son algunos de sus trabajos que pueden visionarse en Netflix. Además, ha dirigido un total de once capítulos para la serie de éxito Élite desde 2018 hasta 2022.

Gran parte de sus trabajos están disponibles en la plataforma de Netflix, por lo que si es de vuestro interés, no dudéis en descubrir sus películas.

Nahia Sillero.