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Lo que más me asusta de La sustancia no es el monstruo Elisasue, sino…

Spoilers

Luego de ver La sustancia, me senté en silencio por mucho, mucho tiempo. Por un lado, esto se debió a la incomodidad física que sentí y necesitaba tiempo para calmarme. La verdad es que, mientras miraba la película, tuve muchos momentos en los que casi vomito, no debería haber comido una hamburguesa de pollo justo antes de ir a verla. Por otro lado, también se debió al cansancio psicológico. Sí, asco y fatiga. Estas son las emociones que esta película, promocionada como la película más feminista de 2024, me dejó como mujer.

Tuve un sentimiento horrible e inexplicable, que provenía de la desconexión masiva entre lo que la película quería transmitir y lo que realmente transmitió.

La sustancia

En La sustancia, se utilizaron dos tercios de su duración para mostrar la eterna batalla entre un cuerpo envejecido y uno joven, aunque ambos pertenecen a la misma mujer. En el contexto actual, es difícil decir si este concepto merece aplausos. Si hay algo que aplaudir, es que, una vez más, nos advierte lo siguiente: las directoras mujeres, como todos, también están profundamente atrapadas en la sociedad dominada por los hombres y la obsesión de la industria del entretenimiento con los jóvenes cuerpos femeninos.

Desde el comienzo hasta el final, lo único que vi fue la obsesión y el dolor de la víctima. En cambio, los cineastas casi no aludieron al verdadero engendro que se escondía detrás de Elisasue, el motor real detrás de la creación del monstruo. Sí, hay una pequeña postura en contra de la mirada masculina, pero es muy mínima.

La película gasta la mayor parte de su energía en exponer el interminable daño autoinfligido de las víctimas. ¿Y a qué lleva esto? Los culpables siguen burlándose y menospreciando, los observadores siguen viendo desde las gradas y las víctimas se ahogan en culpa e introspección. Y todo esto no tiene ningún tipo de impacto. La historia termina convirtiéndose en un cliché, una moraleja faustiana o una advertencia para las espectadoras sobre que, si venden su alma al diablo por codicia, inevitablemente serán castigadas.

La sustancia

La sustancia es otra tragedia en la cual todos, excepto la víctima, salen ilesos. En la pantalla, los superiores masculinos de la compañía de entretenimiento y su aduladora audiencia están cubiertos de sangre. Fuera de la pantalla, los espectadores siguen disfrutando del espectáculo de los jóvenes cuerpos femeninos sin pensarlo dos veces, completamente inafectados por la pequeña crítica que se les hace en la película. Esto ni siquiera los distrae de su obsesión con el cuerpo de la protagonista. Al final, los grupos de personas salen del cine debatiendo con emoción sobre el trasero de Margaret Qualley y los monstruos cubiertos de sangre y la llaman la película más impresionante que vieron este año.

Esa es la realidad. Revisé las redes sociales y vi que los críticos masculinos fueron los primeros en elogiar que la película critica al patriarcado, pero rápidamente comenzaron a debatir sobre que Margaret posee el atractivo sexual de una joven actriz… También vi a las blogueras debatir sobre por qué a los franceses les gustan las mujeres con dientes separados (en referencia a Margaret)… En la película, la industria del entretenimiento se alimenta de la belleza de las mujeres y, fuera de ella, ocurre lo mismo.

La realidad es que, como una de las muchas mujeres que han sufrido (y siguen sufriendo) de ansiedad por la imagen corporal, lo que más me inquieto y realmente resonó conmigo de La sustancia no fue la grotesca Elisasue, sino la escena en la Elisabeth (Demi Moore) comprueba y ajusta su maquillaje muchas veces en el espejo antes de una cita. A medida que el tiempo pasa lentamente, ella decide no ir. Este momento captura el tipo de desprecio personal y violencia que experimentan las mujeres de una forma pura e íntima y más efectiva que cualquier otra escena de la película.

La sustancia

Durante esta escena, se me vino a la mente el trastorno dismórfico corporal (TDC), ¿lo conocen? Es una enfermedad mental basada en la ansiedad por la apariencia. Las personas con TDC se obsesionan con defectos pequeños o inexistentes que, a veces, son señales normales de envejecimiento, como Elisabeth, lo que les causa mucha ansiedad. Durante la mayor parte del tiempo, se sienten deprimidas, ansiosas y socialmente aisladas. También comprueban su apariencia constantemente, se comparan con otros y buscan seguridad en sus amigos y familia, con frecuencia, de forma compulsiva. La parte más aterradora es que es probable que estas personas visiten dermatólogos o cirujanos plásticos muchas veces y nunca se sientan satisfechas con los resultados. Trágicamente, algunas personas incluso recurren a terminar con sus vidas.

La verdad es que cualquier documental sobre el TDC sería más inquietante y significativo que esta película.

En cuanto a la innovación y la emoción, La sustancia realmente traspasa los límites del lenguaje cinematográfico. Hay "cirugías corporales" brutales, formas corporales extrañas, órganos en descomposición o mutados, salpicaduras de sangre, etc. Sin embargo, el problema es que es difícil notar si estos espectáculos visuales extremos de verdad examinan los problemas más importantes o si mantienen a la audiencia interesada meramente por la impresión que generan.

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