¿Una copia española de Stranger Things? La última serie de Disney+, Desde el mañana (2024)

La última producción de Disney+ España ha sido la serie creada por Daniel Écija, un thriller psicológico con tintes de ciencia ficción que se estrenó el pasado 12 de junio de una tirada. La producción que aún no ha confirmado segunda temporada, cuenta con 8 capítulos de un total de 45 minutos. A pesar de que en su presentación, la primera idea de proyecto fue titulada The other life, finalmente la serie se ha dado a conocer con el nombre de Desde el mañana (2024).

No es la primera vez que vemos al director Daniel Écija estar al frente de proyectos de corte sobrenatural. La premiada y reconocida serie de televisión española Estoy vivo (2017) es uno de los trabajos que más recordamos. Ambientada en el Madrid actual, esta historia presenta la vida (y muerte) de Manuel Márquez, un con apenas cuarenta años fallece de la noche a la mañana, y sin esperarlo, revive en un cuerpo distinto al suyo. La combinación entre la vida terrenal y la de la pasarela (un lugar celestial en el que enlaces y muertos conviven a la espera de buscar un nuevo cuerpo) logró tener una audiencia de escándalo en la cadena pública española. Estoy vivo (2017) finalizó su emisión con un total de cuatro temporadas el pasado 2021, aunque todos sus capítulos están disponibles en la plataforma de RTVE.

Pero no es de esta serie de la que venimos a hablar en él artículo de hoy. Con un proyecto que se inició en el 2023, Daniel Écija vuelve a presentarnos un proyecto en el que lo sobrenatural y el género de la ciencia ficción tratan de mezclarse con un drama cotidiano y familiar.

Argumento

La historia sigue los pasos de Gabriela (Marta Hazas), madre de familia que acaba de mudarse a una casa que en rodaje se situó en Plentzia (Bizkaia). Hija de los dueños fundadores de la empresa minera GeoCorp, Gabriela se dedica en la actualidad a ser médico en el hospital público, mientras su hermano y su marido (abogado de la empresa) continúan trabajando en el legado de la compañía familiar.

El misterio comienza en el momento en el que Gabriela descubre en el suelo de su despensa, bajo uno de los azulejos mal colocados, la veta de un mineral desconocido que al tocar le genera visiones al futuro. Premoniciones de acontecimientos futuros nada agradables, entre los que destacan la muerte de su hija, la infidelidad de su marido, su propia muerte, la autopsia de su cuerpo, y una relación romántica con un antiguo conocido y policía del pueblo, Andrés.

Sucede que la urgencia de la trama no llega hasta el capítulo cinco, en el momento en el que tras descubrir que su destino es morir (tal y como parecen indicar sus visiones), Gabriela es consciente de que tiene solamente «tres días para cambiar mi destino». Eso sí, el conflicto se presenta nada más comenzar la serie, con las constantes dudas que atormentan a la protagonista en el momento en el que descubre que algo letal puede afectando a todos aquellos que han mantenido algún tipo de contacto con el mineral. Es en esta investigación donde aparece Andrés, un policía viudo que experimentó una situación similar con su mujer, fallecida hace no más de tres años.

Uno de los mejores giros de guión se da precisamente en el capítulo cinco, con la revelación del objetivo del personaje de Amaia (Ana Fernández). Este es quizás uno de los personajes más interesantes de esta historia, construido fuera de los clichés en los que se enmarcan todo el resto. En este sentido, la peor propuesta llega de la mano de los más jóvenes, Emma (Denise Peña) y Mikel (Gabriel Guevara), que perpetúan roles de heterosexualidad tóxica que no suman demasiado: el chico malote y la novia protectora. El cliché del hombre salvador también es representado a través del personaje de Álex González, Andrés, quién pasa más tiempo sin camiseta en pantalla de lo que lo hace hablando. A pesar de que el trío de médicos está formado por tres mujeres, la mayoría de los papeles femeninos cumplen una función servicial —poco hay que comentar de la secretaría de Nacho Aizpurua y amante con quien comete la infidelidad David— y son los hombres los que lideran la empresa mineral, y los que combaten y luchan como policías.

Siguiendo la estela de Stranger things (2016), no son pocos los elementos que nos recuerdan a la reconocidísima serie de estos cinco niños que trataban de esclarecer los misterios que sucedían bajo la tierra Hawkins, su pueblo natal. Salvando todas las distancias y entendiendo que no se trata ni de lejos de una adaptación, Desde el mañana (2024) nos presenta un drama con tintes de ciencia ficción. Los elementos sobrenaturales son el eje central de esta historia, a pesar de que en comparación con la mencionada, no presenta un equilibrio entre los dos mundos.

Y este es quizás uno de los mayores fallos de la propuesta de Disney+. El otro mundo, aquel al que quizás se le hacía referencia en el título original The other life, no se presenta desde el inicio de la serie. El motivo podría ser no desvelar el misterio, hacer que el espectador se enganche a la historia para tratar de descubrir en el final que es lo que maneja y da poder a esa otra realidad. Pero el hilo argumental no está construido para que esto suceda, es inconsistente y a medida que la trama avanza decae en ritmo e interés. Pongamos otra vez de ejemplo Stranger things, serie en la que sí que se presenta ese otro mundo desde el inicio. El hecho de dar al espectador más referencias, que no información, sobre lo que sucede en ese otro mundo, no hace que pierda el interés en él. Sino que presenta dos mundos más completos, mejor construidos y con mayor conexión y relación entre ellos.

A pesar de ello, hay algo positivo en que esta parte no se desarrolle del todo. Al ofrecer más espacio al mundo terrenal, la serie se convierte en una mezcla entre un thriller psicológico, construido dentro del género del drama familiar, haciendo que el equilibrio de todos estos códigos genere un producto entretenido, comercial y ameno de ver. El propio coprotagonista, Álex González, habla acerca de esta idea en una entrevista para ElPeriódico: «Cuando hablamos del género de ciencia ficción no sé en otros proyectos, pero en este concretamente es un elemento más. Es una serie familiar, un 'thriller', tiene tintes de comedia, romance…».

Elementos que no acaban de sostenerse

Como ya se ha comentado respecto a la construcción del guión, hay numerables momentos a lo largo de la serie en los que los acontecimientos resultan algo explicativos. Esto genera que la trama sea algo previsible, y poco creíble en algunas ocasiones. La relación amorosa de los protagonistas, por ejemplo, se presenta con un desarrollo demasiado rápido, de forma que él acaba cumpliendo el estereotipo de hombre salvador que quiere ayudar a su enamorada. Es más, la relación que se da entre él y Amaia, antes de que suceda esta, se lleva a cabo exactamente de la misma manera, con la misma pasión e intensidad. Apenas se diferencia la implicación de él en una y en la otra, haciendo que, como resultado, la segunda no sea tan “real” como la quieren presentar.

Una de las escenas más explicativas de la serie se presenta en el capítulo final, en uno de los momentos que todos aquellos que la hayáis visto recordaréis. Cuando Gabriela está a punto de morir por las convulsiones que ella misma ve en las premoniciones, Andrés trata de averiguar dónde está escondida. Y para ello recurre por azar al hijo de Gabriela, quien a través de una visión que ha tenido, le da un número que no sabé muy bien a qué corresponde. Como el espectador ha asistido a los antecedentes previos en los que observamos como Andrés mira al horizonte tratando de descubrir dónde está Gabriela y se fija en un cartel que indica la posición de los contenedores, el espectador ha entendido perfectamente que ese número corresponde a la posición exacta en la que se encuentra ella. Y sin embargo, a nivel guión, se plantea una secuencia en formato flashback para volver a presentar al espectador esa asociación que realiza el personaje.

Hay otro instante dentro de la serie que llama la atención por su incongruencia respecto a la construcción del personaje. En un momento de la investigación Andrés acude a la empresa para tratar de sonsacarle a su director lo que está sucediendo. Y sin ninguna intención de arma de doble filo, él mismo admite que una noche anterior entró ilegalmente a ver lo que sucedía. Lo que sucede en la escena no es premeditado por el protagonista pero, sin embargo, es una manera fácil y rápida de colocar a la empresa como enemiga y posible culpable de lo que está sucediendo, a pesar de que no casa con lo que se nos ha presentado de Andrés hasta el momento.

En cuanto al código en el que se desarrolla la serie —la ciencia ficción, el thriller y el suspense—, cabe decir que resbala en clichés y estereotipos en más de una ocasión. Uno de los recursos más flojos podría ser la introducción y presentación del mineral que provoca las visiones. La mayoría de los acercamientos al elemento se realizan a través de un plano contrapicado oblicuo, con la imagen bastante distorsionada y pintada en tonos fríos. De forma que la cámara deja de ser neutra ante el elemento, adelantando el carácter de lo que va a suceder, y presentándoselo al espectador ya desde antes de que suceda como algo extraño a los ojos de los personajes. La propia manera de mirar y narrar explica los acontecimientos. Y esto sucede con el plano contrapicado que acabamos de explicar, así como la luz parpadeante que se coloca justo antes de que suceda algo inesperado, o la música misteriosa.

Si las dos recomendaciones de hoy no son suficientes, y fija ha trabajado en más de una treintena de proyectos como las reconocidas Cristo y Rey (2023) para Atresplayer, La Valla (2020) una distopía en la que los pueblos poderosos y los pobres han sido divididos, o El internado (2007) serie en la que debutó la actriz Denise Peña y también trabajó Marta Hazas, con quienes el director ha querido volver a contar en Desde el mañana (2024).

Mientras tanto, la serie acaba de ser estrenada en Disney+, pero el equipo de producción ha confirmado que más adelante se emitirá en abierto en TVE.

Nahia Sillero.