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Crítica: Pobres criaturas (Poor Things, Yorgos Lanthimos, 2023)

Spoilers

Pobres criaturas (Poor Things, Yorgos Lanthimos, 2023), basada en la novela homónima de Alasdair Gray, cuenta la sorprendente historia del desarrollo físico, mental y espiritual de la joven Bella Baxter (Emma Stone), quien fue resucitada por el excéntrico científico Godwin “God” Baxter (Willem Dafoe).

Yorgos Lanthimos se ha convertido en uno de los directores más influyentes de los últimos años porque combina con habilidad géneros como el drama, la comedia (negra, mayormente) o la ciencia ficción; se vale del surrealismo para la puesta en escena de varias de sus películas; y emplea la violencia y el sexo para resaltar la sordidez de sus historias. Aunque inició su carrera a principios de los 2000, se dio a conocer sobre todo en 2015 con La langosta (The Lobster) y se consagró con La favorita (The Favourite, 2018), además, su primera colaboración con Emma Stone.

No obstante, hasta la fecha, Pobres criaturas es la película más desenfrenada de Lanthimos, una de las mejores exponentes de su cine. Es una ecléctica mezcla de drama, ciencia ficción, aventura, erotismo, comedia negra y algunas notas de horror; infunde un aire de patetismo, acorde con la temática y los personajes; tiene una interesante música psicodélica y estridente compuesta por Jerskin Fendrix; y, entre todos estos aspectos, la genial interpretación de la Stone es uno de los más llamativos. Volveremos sobre ella más adelante.

En este fantástico, decadente y extrañamente luminoso mundo parecido al nuestro, pero al mismo tiempo diferente; con una estética retrofuturista similar a la del subgénero steampunk, que cambia la imagen del blanco y negro al color; y filmado de vez en cuando con un extraño ángulo de ojo de pez, las personas no pueden ocultar lo que siempre han sido: criaturas emocionales y ambiguas capaces de las peores infamias, pero también de auténticas maravillas.

The Fantastical Travels of Emma Stone in 'Poor Things' | Condé Nast Traveler

En el centro de todo está Bella, la encarnación perfecta de esta poderosa maraña de ideas, emociones, bajezas y logros. Al inicio nuestra heroína se nos presenta de dos formas que representan sus dos vidas: primero y brevemente como Victoria, quien se arroja desde un puente. Luego e inmediatamente como Bella, quien “nació” de la primera, pero resulta mucho más importante para la historia. Por tanto, el relato ―contado en varios capítulos― se centra en su evolución.

La primera vez que vemos a Bella es un manojo de torpezas, una niña atrapada en el cuerpo de una mujer: su andar es lento y tosco; intenta tocar el piano con las manos y los pies; habla poco y mal; escupe la comida en la mesa; no teme hacer el ridículo, aunque tampoco sabe qué es esto; se divierte rompiendo la vajilla y maltratando a los animales y a la gente a su alrededor, sin ningún sentido. Básicamente, esta parte de su vida representa el aprendizaje y la pureza de la infancia, así como la crueldad muchas veces presente en esta.

El brillante Dr. God ― quien de pequeño era víctima de los sádicos experimentos de su padre, y parece un cruce entre el Dr. Víctor Frankenstein y el Dr. Moreau― es el creador y la figura paterna de Bella. Luego de experimentar estrafalariamente con animales, God pone a prueba sus habilidades insertando el cerebro del bebé de Victoria en su cuerpo moribundo, para darle una segunda oportunidad a una persona afligida y a otra que no ha nacido. ¿Es God un monstruo? ¿O un salvador? Puede ser una, la otra o ambas. Incluso, el celo con que resguarda a Bella del mundo exterior, en parte por ella, en parte por sus estudios científicos, insinúa también su propia ambigüedad.

El control de God, así como la llegada del enamoradizo Max McCandles (Ramy Youssef), el más comedido de todos los personajes, ocasionan en Bella una suerte de preadolescencia, que ahora desea conocer la ciudad, se vuelve más rebelde y empieza a descubrir su sexualidad. No obstante, es el seductor Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo) ―quien ve en Bella a un ser hambriento de libertad, experiencias y aventuras― el que la incita a un verdadero despertar sexual, recorrer el mundo y descubrir diferentes tipos de placeres. Así, poco a poco, esta pasa de la adolescencia a la adultez.

De esta forma, en Lisboa, con el libre albedrío que le da God, Bella inicia literal y metafóricamente su viaje: tiene sexo constante y placenteramente con Duncan; su colorida vestimenta se hace más madura, aunque sigue siendo estrafalaria; prueba comidas y bebidas exóticas. Pero con los placeres de la vida en pareja también vienen los desencantos: Bella, cada vez más libre, y Duncan, cada vez más posesivo, pelean de forma constante; en lo intelectual este ya no representa ningún estímulo para ella; hasta el extrañamente atractivo baile de ambos representa la agresividad e incomodidad de la relación.

Más adelante, durante el viaje en barco a Grecia, las ansias de conocimiento y libertad de Bella se profundizan con las interesantes conversaciones que sostiene con Martha von Kurtzroc (Hannah Schygulla) y Harry Astley (Jerrod Carmichael) acerca del intelecto, las ideologías, la sociedad y los individuos. Asimismo, con su cada vez más decadente relación con Duncan, que la hace cuestionarse sus sentimientos hacia él, así como el insondable significado del amor.

Poor Things | Viennale

Y en Alejandría, Harry le enseña una barriada miserable, parecida a una mina de coltán africana, en la que Bella puede darle un vistazo al pozo sin fondo de la degradación humana. Esto es importante para su evolución espiritual, porque entiende que el autoconocimiento se da también cuando observamos de cerca el abismo, el horror. En este punto, Bella ya está de pie en el umbral de la adultez, a la que entra cuando llega a París.

En “La ciudad del amor” Bella se prostituye bajo la tutela de la madame Swiney (Kathryn Hunter), quien como Martha se convierte en una maestra para ella. Bella no solo lo hace por dinero, sino para tomar el control de su cuerpo; lo deja claro cuando dice que desea hacerlo por dinero y sexo. La mayoría de sus clientes no son atractivos; pocos, sí. Algunas veces siente placer; otras, no. Pero de todos sus encuentros sexuales aprende algo sobre las personas y sobre sí misma.

El cíclico viaje de Bella la devuelve a Londres, completamente transformada. Salió siendo poco más que una niña y regresó como una adulta. Ahora, sin perder del todo su encantadora tosquedad, habla más fluido y con sabiduría, viste y camina mejor, tiene metas más claras como convertirse en doctora igual que God. Incluso, Alfie Blessington (Christopher Abbott), el castrador esposo de Victoria, la ayuda involuntariamente en este último tramo cuando le hace entender que, en su vida pasada, era despreciable, cruel y, de una manera u otra, infeliz.

Todo lo anterior queda sellado con la actuación salvaje y desinhibida de Emma Stone, quien reúne y expresa con su trabajo los conflictos, el esplendor e ímpetu de la historia. En una época de contención, censura y autocensura, en la que más riesgos deben tomarse por el bien del arte y la libertad de expresión, se atreve a un interpretar al personaje más complejo de su carrera, sin temer ni siquiera a las explícitas escenas de sexo ni a aparecer completamente desnuda. Así, pues, como Bella, Stone parece gritar sin palabras: “Este es mi cuerpo y yo lo controlo”. Sin lugar a dudas es un trabajo hermoso desde muchos puntos de vista.

Al final, después de tan extraordinario viaje, Bella tiene la oportunidad de comenzar una nueva vida, tal y como la quiere: con un conocimiento profundo sobre ella y los seres humanos; continuando el trabajo de God; rodeada de su familia, amigos y animales imperfectos, pero especiales a su manera. En otras palabras, sigue siendo encantadoramente anormal, pero más normal que muchas personas, ficticias o no. Como dice Harry con acierto en Alejandría: “Somos una especie jodida”. Pero también una especie que puede enmendar su existencia.

Pobres criaturas no es un relato feminista, no pretende dar lecciones morales al público ni tampoco ser otra cosa que no se haya planteado desde el inicio: una película honesta y abrumadora sobre la condición humana, que habla sobre las criaturas pobres de cuerpo, mente y alma quietas en sus desdichadas vidas; pero especialmente sobre aquellas inquietas que andan de un lado a otro, buscando muchas veces ser mejores, como Bella Baxter.

Poor Things” es una oda al placer y la libertad, con Emma Stone en el papel  más raro | CRÍTICA | Premios Oscar 2024 | 11 nominaciones | Yorgos  Lanthimos | Cine | SALTAR-INTRO | EL COMERCIO PERÚ

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