"HER": La Profundidad Moderna

El cineasta Spike Jonze nos trae su obra para desplomarnos con reflexiones modernas y artifíciales. Es un drama, camuflada de romanticismo, de ciencia ficción y de un futuro no tan extraño en nuestros presentes. Spike soltó en esta historia su dolor, su frustración y melancolía, aquella que acarreaba luego de su separación con Sofia Coppola, su por entonces esposa. Sin darse cuenta, nos hizo profundizar en lo que somos y en lo que estamos rumbo a ser. Como si nos dio ese “spoilers” de nuestro destino en el medio de la cara.

“Her” se estrenó en principios del 2013 y fue un impacto general entre los críticos y la audiencia, por su inspiración, por ser visualmente cautivadora y ser emocionalmente significativa. La película nos presenta la vida de “Theodore”, interpretado por un gran Joaquín Phoenix, un hombre solo y apagado. No obstante, paradójicamente, su trabajo consistía en escribir notas y mensajes a personas desde una mirada muy profunda y con sentimiento. Como si dejara esa personalidad solitaria para acompañar a otras almas con una gran empatía y comprensión. Entiende lo que es el amor pero convive en si mismo. Lo cierto es que no logra desprenderse de su reciente separación y por ese motivo intenta remplazarla, pero de una forma poco convencional. Ahí aparece ”Samantha", con la voz de Scarlett Johansson, que se convierte en parte de su vida. Un ente inteligente y tecnológico que se adaptó con patrones a la personalidad de nuestro protagonista para así convertirse en su mujer ideal.

Theodore encuentra en Samantha la complicidad. Fue el salvavidas de sus heridas y la cuerda que lo saco de la profunda soledad. Se necesitan, porque aunque en este vinculo sólo hay un ser humano, la voz artificial también lo necesita a él. Y quizás sea eso algo clave en esta conexión, él necesita ser buscado. Se interesan, se extrañan y se llevan a un paisaje perfecto juntos, en un universo futurístico donde las tecnologías ya son más que una herramienta. Es reflexivo ver ese vinculo y como se fue forjando. Cada día lograba tener un lugar mas importante en su vida. Avanzan, evolucionan y van desplazándose en una relación imaginativa y cálida.

Muchos ponen el foco en Theodore y en como necesitó una compañera virtual. Alguien que lo suba en un pedestal, que lo deseé y que sea una persona significativa de forma sentimental y generar admiración. Anhela ser requerido e interesado. Pero Samantha saca algo muy especial de su compañía, ella tiene una particularidad; pese a ser un ente pensante, racional y con sueños, empatía y compresión, es un ser intangible e invisible. No puede oler, tocar ni sentir. Y en esta interacción con Theodore, ella despierta la curiosidad de esos sentidos, cuestionarlos y profundizar en su sexualidad. Los dos se dan algo desde sus planos opuestos, entre lo natural y lo tecnológico.

Este film nos lleva a cuestionarnos nuestros vínculos modernos y nuestra soledad. La industria de la tecnología se ha empeñado en sembrar crisis artificiales e imaginarias. Nos presentan que “ellos” pueden ser esa compañía que necesitamos antes que el propio humano. Nos obligan al consumo, al inmediatismo y al estar siempre con la sensación de vacío. Nos crearon un panorama de necesidad en todos los aspectos. Theodore es un hombre herido por una compleja sociedad. Se dio por vencido por el desamor y el engaño. Se entregó a la virtualidad como salvación. Él seguramente sea el mas consciente en toda esas personas inundadas de pantallas, pero se dejo ir, así como tantos otros. Quizás los hermanos Wachowsky tenían razón en todo, y muy pronto seremos personas dominadas por una matrix tecnológica que nos pintará una vida “libre”. Por el momento, la mayoría nos reflejamos en Theodore; somos seres lastimados que intentan amar y ser amados en tanta desazón, inestabilidad e incertidumbre. Almas andantes intentando ver el destello prospero. Y Seguimos acá, con la mirada perdida, esperando que algún día todos despertemos.