"Amanecer" (1927): cumbre del cine silente (y del cine todo)

En 1927, el cineasta alemán F. W. Murnau ya era reconocido como uno de los grandes maestros del cine mundial. Como suele suceder en la industria cinematográfica, no tardó en recibir la atractiva llamada de Hollywood. El productor William Fox quería que Murnau se trasladara a los Estados Unidos para dirigir una película para su estudio, ofreciéndole amplios recursos financieros y una infraestructura que le permitiría trabajar con total libertad.

Este proyecto dio lugar a "Amanecer" (Sunrise: A Song of Two Humans, 1927), ampliamente considerada la obra maestra de Murnau y una de las mejores películas de todos los tiempos. Murnau siempre fue audaz en sus técnicas y revolucionario en su enfoque cinematográfico. Sus movimientos de cámara sofisticados y complejos, sus planos secuencia históricos, su maestría en las técnicas del expresionismo alemán y su uso pionero de la sobreexposición de cuadros, entre otros elementos, destacan en su carrera.

El guion de la película, escrito por Carl Mayer, se centra en un joven granjero, interpretado por George O’Brien, que se encuentra en un dilema: está dividido entre el amor de su esposa (Janet Gaynor) y el de su amante (Margaret Livingston), una seductora vampiresa de la gran ciudad que está de paso por la pequeña aldea del matrimonio. Antes una pareja enamorada y despreocupada, ahora viven en constante conflicto y tristeza provocados por la relación extramarital.

Una noche, la mujer de la ciudad sugiere al joven que mate a su esposa, fingiendo un accidente, para que puedan mudarse a la ciudad. El plan era sencillo: durante un paseo en bote, el hombre volcaría la embarcación, dejando que su esposa se ahogara y salvándose él con la ayuda de unos maderos. Sin embargo, en el momento de la ejecución, él no puede llevar a cabo el plan y regresa a la orilla. La esposa, horrorizada, huye y sube a un tranvía. El joven la alcanza a tiempo y ambos parten hacia la ciudad. Allí, el espectador es presentado a un impresionante set que Fox construyó para Murnau.

La ciudad, moderna y futurista, acaba reuniendo de nuevo a la pareja. Después de una visita a la iglesia, superan la tentativa de asesinato y, de repente, están de luna de miel otra vez. Las escenas en la ciudad muestran toda la sofisticación visual y narrativa del director. "Amanecer" depende de las imágenes. Los intertítulos son muy escasos, ya que el director alemán solía reducir el texto al mínimo necesario. Para él, el cine era, sobre todo, una experiencia visual.

El cine mudo se apoyaba, además, y ante todo, en la expresión facial. En "Sunrise", estas son clave para entender el torbellino de sentimientos que atraviesa el protagonista. ¿Quedarse con su mujer o irse a la ciudad con su amante? Las actuaciones son impecables. Otra cosa que me llama la atención son las transiciones entre escenas. Debido a que la movilidad del cine mudo era casi imposible, el director intentó suavizar esto con cortes y transiciones de imagen muy suaves y agradables. No es algo brusco. Para dar un ejemplo claro: en lugar de cortar del rostro del hombre al rostro de su mujer, por ejemplo, el director buscó armonizar, cortando del rostro del hombre al mar, y luego al de su amada. El resultado es excelente.

"Sunrise" fue la primera película en utilizar la tecnología Movietone sound system. Aunque la película es muda, se grabaron algunos efectos de audio, como la música de una orquesta y las risas de la gente en una fiesta. La tecnología de Fox no ganó más espacio porque el Vitaphone de los hermanos Warner se convirtió en el favorito de Hollywood. Al ver cómo Eisenstein se esforzaba tanto en unir imágenes para producir un mensaje patriótico a favor de la propaganda comunista, la habilidad de Murnau nos sorprende con su capacidad para llevarnos, a través del juego de imágenes, a algo que trasciende la imagen y nuestra capacidad de expresarlo en palabras.

La trama se desarrolla en tres niveles: el personaje (el ser humano), la naturaleza y lo sobrenatural, todo perfectamente integrado sin recurrir a un lenguaje indirecto o "hermético" en el sentido de oscuro, aunque contiene grandes dosis de hermetismo en el sentido de alquimia espiritual.

El tema de “Amanecer” es el juego entre las decisiones humanas, las fuerzas de la naturaleza y la misteriosa providencia que ordena todo sin alterar el orden aparente de las cosas, sin producir acontecimientos ostensiblemente sobrenaturales, manejando solo los elementos naturales.

Si la vida del personaje antes del amorío tenía cierta solidez, él mismo no era consciente de ello, o de lo contrario habría rechazado categóricamente la propuesta de su amante. Pero la acepta y se deja llevar fuera de la lógica de su vida para entrar en las nebulosas del imaginario. No por casualidad, la escena en la que se encuentran para tramar el homicidio se desarrolla en un pantano y entre nieblas. Él atraviesa una bruma, como quien sale del plano real para ingresar en el plano imaginario, donde encuentra a su espectadora.

La película, en definitiva, es el progresivo retorno de ese mundo mítico a la realidad que el personaje había abandonado. Tras ese breve instante en que prefiere lo imaginario a lo real, el resto del tiempo vemos las operaciones del destino para devolverlo a la vida real. Pero este retorno no es fácil. En el primer momento, la reacción del granjero es simplemente sentimental: el sentimiento de pena por la esposa a la que no amaba y el arrepentimiento. Pero ese arrepentimiento aún no es una conquista suya, pues se da de manera pasiva y en el ámbito inmediato. El retorno a la realidad deberá pasar por la reconstrucción de todos los elementos que componían su vida.

Cuando, después del fallido intento de asesinato, él acompaña a su esposa a la ciudad, ella sigue muy triste y él intenta retomar el diálogo con ella. Después de todo, se había convertido en un extraño para ella. Intenta recuperar su papel de esposo, como diciendo: "No soy un asesino, no soy un extraño", pero en realidad ya no es el mismo. Necesitará redescubrir su antigua identidad, algo que no es nada fácil.

Hay dos escenas cruciales: una en la casa de té, donde le ofrece un pastelillo y ella no lo acepta, y otra en la iglesia, donde asisten a una boda. En esta boda, no por casualidad, los invitados están en la puerta esperando a los novios, pero quienes salen primero son ellos, caminando delante de los novios sin darse cuenta de lo que sucede a su alrededor. En la iglesia, él vuelve a comprender el significado del matrimonio, de por qué estaba allí y por qué estaba junto a esa mujer que hasta hace poco no significaba nada para él. De alguna manera, recapitula toda su existencia.

En el momento en que decide no matar a su esposa, ya había experimentado un arrepentimiento interno, pero no era exactamente arrepentimiento en el sentido cristiano, sino remordimiento. ¿Qué es el remordimiento? Es un sentimiento de culpa desesperante. El arrepentimiento, por otro lado, es un sentimiento de culpa acompañado de alivio y esperanza de poder redimir de alguna manera lo que se ha perdido. El hombre solo experimenta este verdadero arrepentimiento en la iglesia: en ese momento, cambia el remordimiento por el arrepentimiento.

En resumen, un melodrama de una potencia emocionalmente poderosa y, sin embargo, muy simple en su narrativa. Una pareja que se desmorona en una rutina deslavada y gris, que contrasta con la vida de los habitantes de la ciudad. La puesta en escena de Murnau nos hace sentir el enorme peso que recae sobre el padre de familia en su intento, con la espalda encorvada como si cargara las promesas hechas a su amante. La gama de emociones transmitidas solo a través de la actuación es increíble.

Planos amplios de una belleza deslumbrante sobre la metrópolis, donde todo está visualmente sobrecargado y en constante agitación. La gente circula y atraviesa el plano por millares bajo el ruido constante de los vehículos. Numerosas escenas muestran a la pareja redescubriendo su juventud y disfrutando inocentemente de los placeres de la ciudad, tanto de día como de noche, sin cansarse. Los carruseles están llenos de vida, apilados unos sobre otros y desbordando de la imagen, ofreciendo un espectáculo grandioso.

No creo que ninguna otra película haya tenido la capacidad de cambiar de lo oscuro y aterrador a lo alegre y edificante con tanta gracia y sin esfuerzo. Rebosa de una pasión e imaginación que nunca han sido igualadas. De una belleza desconcertante, esta película es un viaje, es la "aurora" del cine mundial y, como dijo otro gran cineasta, François Truffaut, "la película más hermosa del mundo".