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La mala educación: lo oculto como motor argumental

Un clásico para volver a ver

Almodóvar: un loco lindo, un genio indiscutible, un perverso. Estas son las palabras que podrían aparecer en el diccionario si buscamos a Almodóvar. Como todos sabemos, Almodóvar es conocido por presentar personajes en situaciones oscuras. Si nos remontamos a Tacones Lejanos podemos observar a mujeres como Rebecca quien desde el primer momento confiesa un crimen que ella misma cometió y a lo cual Almodóvar agrega:

“Al controlar ella su propia confesión, desaparece tanto la ley como Dios, ella es el principio y el fin de su propia moral.” (Strauss, 1994:118)

La mala educación (2004) - Filmaffinity

Así, en un paisaje sin Dios, lugares como Barcelona y Madrid nos conducen por laberintos de oscuros secretos y personajes pervertidos por la vida. Sobre esto Almodóvar dice:

“Aunque suene extraño el cine logró protegerme de la mala educación que querían imponerme los curas. Sospechaba que aquello no iba conmigo, porque no cabían los pecados de los que hablaban. ¡Sentía que tenía todas las perversiones! ” (La Nación, 1998:48)

Para Almodóvar, lo oscuro fue siempre la manera de mostrar una realidad y ahondar en la identidad de cada uno de los personajes como si Freud se hubiera puesto del otro lado de la cámara en pleno rodaje. Es así como nos vamos adentrando en un mundo de pasiones y mujeres alteradas por realidades perversas que como espectadores no podemos evitar. Los travestis, las putas, el sufrimiento, el cine, el teatro, las luces conviven en completa armonía y nos hacemos a la idea de un mundo que no es color de rosas pero que aún así tiene cierto brillo:

“Se hallan todos los elementos que me gustan en las historias y en el cine: una actriz, una obra de teatro, el amante que es un actor y un inmenso océano de dolor.” (Strauss, 1994:120)

Es ese mundo que no podemos dejar de mirar, el que nos atrapa y nos deja sin aliento. Aún sentados en el más cómodo sillón de nuestra sala, ver los films de Almodóvar implica tener una tachuela difícil de encontrar, algo que incomoda y absorbe al mismo tiempo. El mismo Frédéric Strauss, cinéfilo de Almodóvar confiesa:

“Para decir lo que siento ante ciertas escenas, ciertos planos de Almodóvar, tendría que describir turbaciones, impresiones íntimas.” (Strauss, 1994:15)

De un tiempo a esta parte la oscuridad de las películas de Almodóvar no ha cambiado, sin embargo, en este último período hay cierta particularidad que hace que nos quedemos atraídos por el argumento de la historia. Si tomamos La mala educación descubriremos que esta esta película presenta la siguiente característica: una realidad oculta como motor primordial de la historia.

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Así, dejamos planteada la hipótesis y nos adentramos en lo oculto. Aquello que se quiere decir y no se puede, aquello que se supone que no se debe decir, pero aparece, aquello que alguna vez se fue y que ahora vuelve.


La mala educación es la historia de un escritor llamado Ignacio. Este hombre, cuando niño, vivió su infancia en un colegio religioso y fue abusado por el Padre Manolo quién frustró su amor con otro niño llamado Enrique y de quién prometió vengarse. Fue así que, transcurridos varios años, ya de grande, escribió un guion de una película llamado “La visita” que contaba todo lo que había sufrido en sus días de escuela, pudiendo así chantajear al entonces Padre Manolo, quien después fue dueño de una editorial que publicaba historias de jóvenes emprendedores. Primeramente, Manolo aceptó la extorsión de Ignacio sin rodeos, pero luego se asoció con Juan Ángel, el hermano de Ignacio, y terminaron por matarlo con una dosis bien pura de droga.

Contado así, la historia parece no tener misterio ni ser interesante en lo más mínimo, pero dejemos mejor que nos diga Almodóvar dónde fue que puso el acento para no poder despegar los ojos de la pantalla:

“Por eso la película resulta tan intensa, porque se perciben en ella las puntas de los personajes, los icebergs, y la otra mitad de ellos está oculta. He ido a los momentos más intensos, hay información que no se da, pero se percibe. Por ejemplo, por qué se llevan tan mal esos hermanos.” (Página 12, 2004:27)

Así vemos como aquellos “icebergs” de los que nos habla Almodóvar muestran ese ocultamiento que hace al motor primordial de la historia. Sin embargo, hay que distinguir entre los distintos tipos de ocultamiento que muestra la película:

1. LOS PERSONAJES

Cada uno de los personajes en este film tiene una serie de ocultamientos en relación al argumento que los hace muy interesantes de observar durante toda la película y es allí donde irá nuestro primer punto de análisis para llegar al fondo de ese secreto que quizás no se revele nunca y quede para siempre escrito en las páginas inéditas del fenómeno de la creación autoral.

La mala educación | Netflix

Empecemos por Enrique. Enrique es un personaje gay. Sin embargo, dista de ser el estereotipo del gay que recorre los salones de belleza y está al tanto de la última moda en zapatos o ropa de alta costura. Enrique es un gay con los pies en la tierra, oscuro, casi perturbado, aunque muy inteligente y zagas. Es fiel a sus ideales y a pesar de recordar fielmente a Ignacio, desde que se fue del colegio no tuvo intenciones de buscarlo y volverlo a ver.

Es aquí donde reside lo oculto en Enrique, aquello que quisiéramos resolver y no podemos. Es eso que, aunque veamos toda la película, no vamos a poder resolver, dado que todo está tan bien cuidado que logramos tener una sospecha, pero no sabemos a ciencia cierta por qué si Ignacio lo buscó y él no se olvidó de aquella relación, él jamás tuvo la intención de buscarlo.

Además, respecto de este personaje, si vemos su crecimiento desde el principio de la película, vemos como esa punta del Iceberg crece y de ser un muchacho normal, director de cine de perfil bajo, pasa a ser el héroe de la historia para resolver el misterio de la muerte de Ignacio.

Before You Watch BARDO

Otro de los personajes es el Padre Manolo. Este personaje es un ser oscuro en todo su esplendor y se manifiesta con la perversión a flor de piel en toda la película, aunque sin embargo esa perversidad es acompañada de cierto romanticismo que no opaca la oscuridad de sus actos. En el caso de este personaje, la unidimensionalidad que cobra la creación del mismo a través de sus acciones hace más difícil decir que es lo oculto que hay que develar.

En mi experiencia, la pregunta que uno se hace en torno a este personaje es: ¿Hasta dónde es capaz de llegar? ¿Cuánta perversidad puede aún esconderse debajo de la punta del Iceberg? ¿Existe algún ápice de bondad dentro de la tenebrosidad del personaje?

Una vez más, lo oculto hace rechinar los dientes del espectador que intuye que algo más pasa con la historia que le están contando. Es aquel detalle que atrae a los espectadores ávidos de complejidades que se suman para darles a resolver un misterio. El Padre Manolo es un perverso que juega con la morbosidad del espectador y expande los límites de lo pensado hasta el último momento, aunque a veces perezca un poco sonso.

Todo Almodóvar: Chicos Almodóvar - Gael García Bernal

El último de los personajes, pero no el menos importante, es Juan Ángel. Este es quizás el personaje más complejo de la creación Almodovariana. Es un muchacho joven, a simple vista educado y culto, trabajador, pero con el pasar de los minutos en la pantalla que a nosotros nos parecen días enteros descubrimos a alguien frío, calculador, manipulador e inescrupuloso que quizás muy en el fondo sienta algo de culpa.

Esta complejidad es la que hace que el ocultamiento desborde en algo apasionante a ojos de quien lo mira, y es sin duda la frialdad con que el personaje procede en sus acciones en busca del éxito rotundo como víctima resentida de la pobreza y aquí también aparece esa pequeña pregunta de “¿Hasta dónde llegará?” y es así, que con su manipulación innata y su frialdad cada vez más evidente lo vemos llegar hasta muy lejos.

2.EL ARGUMENTO

Hasta aquí vimos como todos los personajes tienen algo oculto que tracciona la línea argumental y pone de pie al espectador que arrima el asiento cada vez más a la pantalla para no perderse detalle.

Lo oculto es el motor que hace andar al argumento y en este caso es el interrogante de la muerte de Ignacio lo que nos hace seguir hasta el final sin perdernos de nada. Contenemos la respiración para que el ruido molesto del aire no se interponga en los parlamentos, rogamos que nadie toque el timbre y que no haya imprevisto en el mundo que nos pueda sacar de casa, sabemos que todo está por llegar.

El interrogante de quien mató a Ignacio no está siempre presente, ya que vemos la trama con los ojos de Enrique, sin embargo, se percibe. Desde la primera escena Enrique sabe que Juan Ángel posiblemente no sea Ignacio, el mismo dice que hay algo raro en ese muchacho que se presentó como tal:

“Éramos muy amigos. Bueno, fue mi primer amor, pero ha cambiado mucho. No lo hubiera reconocido.” (La mala educación, 2004)

Luego siguen con aquella escena del auto en que Enrique hace referencia a cosas íntimas de la relación con Ignacio que Juan Ángel no sabe cómo responder y luego se encuentra con la carta y la noticia de que Ignacio está muerto, ahí tanto Enrique como el público confirman la sospecha de que algo más pasa.

Es aquello oculto que parece entreverado por el más exquisito engranaje lo que hace que una película como La mala Educación no sea solo una bajada de línea sobre las autoridades eclesiásticas si no un argumento ficcional que nos mantiene al borde del infarto por las pulsaciones rápidas que genera una trama intrincada.

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Después del extenso análisis, podríamos resumir en que lo oculto como motor argumental es la razón por la cual deberíamos volver a ver La mala educación una y otra vez. Nos hace quedar atrapados en tramas intrincadas y oscuras, difíciles de resolver en poco tiempo. La cinematografía de este director español es un túnel del que uno busca la salida desesperadamente.

Almodóvar es un genio perverso. Al menos siempre lo pensé así. Miro sus películas y la crudeza de las imágenes atraviesan mis ojos hasta llegar a mi corazón. En ese momento me doy cuenta y digo “Tío, no puedes ser tan jodido ¡Suéltame de una vez!” aunque quizás podría hablarle despacito, al oído y pedirle “Átame”.

Con sus películas, que enfatizan en lo oculto no puedo evitar sentirme al borde de un ataque de nervios que se retuercen con solo escuchar el rumor de los tacones lejanos. Y entonces quiero anclar en mis raíces y escucho Volver del gran Carlitos y me prometo nunca más volver.

Juro solemnemente nunca más ser una chica del montón y no dejarme llevar por un matador que no ofrezca un laberinto de pasiones. Prometo olvidar todo lo que se sobre mi madre y la mala educación que me impusieron en el colegio a fuerza de tiza y castigos. Llenándome de traumas y vivencias que quizás desde un tiempo a esta parte ya no quiero recordar.

Caminaré entre tinieblas siguiendo la ley del deseo y a pesar de la oscuridad que avanza inerte rozando mi carne trémula jamás me preguntaré ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

La flor de mi secreto jamás se la llevará Kika, aunque hable con ella, esa flor es solo para Pedro: mí querido y siempre amado Pedro Almodóvar.

Autora: Malena Meilan

Bibliografía:

Fréderic Strauss: Pedro Almodóvar, un cine visceral. Conversaciones con Fréderic Strauss (1994) Madrid. El País. Santillana.

Página 12. Domingo 21 de Marzo del 2004.

La Nación Revista. 24 de Mayo de 1998.

Revista 21. Jueves 15 de Abril de 1999.

Revista Veintidós. 12 de Agosto de 1999.

Revista Tres Puntos. 8 de Julio de 1999.

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