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LA FILOSOFÍA, EL CINE Y LA PARADOJA DE LOS VILLANOS: Parte 2

Darth Vader, el icónico villano de la saga Star Wars creada por George Lucas, quería, más que nada en el mundo, imponer orden en el universo, hacer el bien. Y para ello, creía que debía tomar medidas drásticas.

¿Y quién podría reprocharle esto? ¿Acaso no es lo que todos, en algún momento de la vida deseamos? ¿Que haya paz, orden y alguna forma de prosperidad? ¿Es tan extraño que haya querido adoptar los ideales que le pregonaba su mentor?

Alguien que recita estos textos:

-Por mil años, la República se mantuvo como el gran logro que coronaba a los seres civilizados. Pero hubo algunos que nos pusieron uno contra otro y hemos tomado las armas para defender nuestra forma de vida contra los Separatistas…

…Haré que la galaxia entera este bajo una sola ley, un solo idioma y una sola guía luminosa…

…La corrupción que había plagado a la República en sus últimos años no echará raíces otra vez. Los gobernantes regionales eliminarán la burocracia que permitió que el movimiento separatista creciera sin vigilancia. Un fuerte y creciente ejército asegurará que reine la ley…

…Bajo el Nuevo Orden del Imperio nuestras más queridas creencias serán salvaguardadas. Defenderemos nuestros ideales con la fuerza de nuestros brazos…

(fragmentos el discurso del Senador Palpatine)

¿Estas frases suenan bien verdad? Se refieren a los valores, al orden, la paz y la libertad. Pues bien estas son pronunciadas por el Senador Palpatine en su discurso. Para aquellos que no son fans de Star Wars, aclaramos que se trata del Emperador Darth Sidious, el Lord Sith más tenebroso de toda la saga.

Y si nos ponemos en los zapatos de Vader (al menos por el principio de la empatía) vemos que, en Episodio I de George Lucas, que Anakin Skywalker era un niño esclavo al servicio de un insecto contrabandista, sin padre, criado por su madre también esclava, al que liberan en una apuesta de vehículos veloces que él mismo tiene que subirse y conducir con solo nueve años con riesgo de muerte…

Luego de ser llevado por sus liberadores Jedi (algunos pensadores más cerca del cinismo afirman que es una apropiación) es alejado de su madre y de su hogar, trasladado a un internado (la escuela Jedi) y formado todos los días en las artes del combate y afinando sus poderes mentales hasta el cansancio…

Nota de color y para pensar: por lo mismo (niña apropiada por un grupo que investiga y quiere acrecentar sus capacidades paranormales) la protagonista de la novela, también hecha película de Stephen King, Ojos de Fuego termina quemándolo todo…

Como sea el pequeño Anakin Skywalker crece en ese entorno, siendo puesto a prueba todos los días y aunque es el más brillante alumno, el más veloz, aplicado y con los poderes psíquicos más desarrollados, no le alcanza para ser parte del Consejo Jedi incluso cuando podría eventualmente derrotarlos a casi todos con salvedad de Yoda.

Al volver a visitar a su madre muchos años más tarde, encuentra que ha sido raptada y torturada por los Tusken, crueles habitantes de las arenas de Tatooine. Cuando llega, ya es tarde y esta muere en sus brazos.

¿Es de verdad tan extraño que haya salido a matar a cuanto tusken y criatura extraña daba vueltas por allí?

Seamos honestos con nuestros sentimientos y pensemos, aunque sea a modo de juego: Si uno hubiese pasado por eso, y tenido el poder de “hacer justicia” en ese mismo momento por mi cuenta… ¿Qué habría decidido?

Pues bien, no es el punto aquí jugar a “Elige tu propia aventura” pero sí, entender que lo paradojal y las premisas dicotómicas nos emplazan en un espacio de resoluciones aparentes, en donde la resolución parcial o total siempre deja un costo lateral.

Si hay algo maravilloso en los guiones de muchas películas son las argumentaciones de los malvados, de los líderes negativos, de los gobernantes poderosos e incluso de muchos pretendidos salvadores.

Porque en general, son inapelables.

Veamos por ejemplo lo que dice el personaje interpretado por Al Pacino en “El Abogado del Diablo”

“- La culpa, es como un saco de ladrillos, lo único que tienes que hacer es dejarlo en el piso ¿Y para quién cargas todo ese montón de ladrillos? ¿Dios? ... ¿Es eso?
Déjame darte información de primera mano sobre Dios. A Dios le gusta observar, es un bromista, piénsalo. Le da al hombre instintos, les da ese extraordinario don ¿Y después qué es lo que hace? Lo juro, para su propia diversión, para su propio teatro cósmico privado, Él coloca las reglas en oposición ¡La mayor estupidez que ha existido! Mira, pero no toques; toca, pero no pruebes; prueba, pero no tragues.
Y mientras saltas de pie en pie ¿Él qué hace? ¡Está riéndose, el maldito enfermo! ¡Es un tacaño! ¡Es un sádico! ¿Alabar eso? ¡NUNCA!

Estos ejemplos nos permiten abordar la siguiente idea: Si todo tiene al menos dos polos, como en el Yin y Yang de la filosofía taoísta ¿Cuál es la realidad total?

Como dijimos antes, o bien una tercera fuerza interviene para destrabar esa atracción fatal entre la luz y las tinieblas (la voluntad propia o ajena, el magnetismo, intervención divina, potencias extraterrestres, fuerzas cósmicas, dioses, etc.) o estas están condenadas a espejarse en forma permanente creando dualidades.

Si esto lo llevamos a los personajes emblemáticos de la narrativa tenemos a Dr. Jekyll y Mr Hyde, la novela de Robert Louise Stevenson, al personaje de Dos Caras de la saga de Batman o al mismísimo Hannibal Lecter, el sabio psiquiatra, culto y sensible que a la vez es… caníbal. Y todos ellos tienen sus motivos.

Así como en Monster de Patty Jenkins, su personaje principal cree en la justicia de sus propios actos, cada cual encuentra argumentos para su proceder.

Esta enumeración no pretende sentar precedente sobre que es correcto y que no lo es. Lo que si busca es darle una mirada fresca a lo que consideramos como bueno o malo, lindo o feo, inteligente o tonto e incluso divertido o aburrido. Al final todo tiene dos caras. Y al menos que esto sea intervenido nos encontramos en un ciclo constante que gira alrededor de sí mismo.

¿Puede Superman ser perverso o peligroso como lo intuía Batman? ¿Era Vader un humanista? ¿Podría pensarse a Ahsoka Tano como la verdadera sabia de la saga Star Wars?

O incluso ¿No es Grogu (Baby Yoda) un infante egoísta, testarudo y caprichoso?

¿Era Daenerys Targaryen una justiciera salvaje o una liberadora de cadenas? Y Jon Snow ¿no realizó un acto cobarde al asesinarla a sangre fría, al matar a su tía, reina y amante a traición mientras le decía que “siempre sería su reina”?

Y para cerrar este breve ensayo volvemos al inicio y nos preguntamos

¿Qué es más extraño: la ficción y/o la realidad?

Y no, no tenemos una respuesta única. Ya aprendimos que la dualidad rige nuestra existencia.

En parte porque la consciencia se estructura en base a los opuestos: entendemos una cosa por su contrario.

La separación de una cosa en dos partes sirve al propósito del análisis pero es inconducente a la hora de sentar posición respecto a su validez. Vemos una cosa, luego la otra y así podemos iterar de un lado a otro. Lo que sí es posible, es afirmar que en el ida y vuelta de la vida (y el cine es como la vida) se nos permite viajar en el tiempo y el espacio con cada personaje y con cada historia.

Y en ese camino encontrar en la metáfora el círculo perfecto que nos permita salir de falsas paradojas, caminos sin salida y cruces mortales.

Dejamos esta reflexión como un indicador que nos permita volver y rever nuestra mirada sobre las obras de ficción porque ellas tienen mucha verdad y lo mismo con las de “historias reales” porque ellas contienen el germen de lo más extravagante.

LA IDEA Y LA TERCERA FUERZA: EL ORIGEN SECRETO DE TODO CAMBIO

Ahora, así como dos cosas o eventos pueden representar lados opuestos o hasta refractarios de algo también pueden darse situaciones o eventos en que aquello transita otra posibilidad.

Concretamente la paradoja en cuya raíz encontramos una divergencia que en apariencia resultaría contradictoria, incluso estrafalaria, puede ser un disparador para una nueva creación, una nueva idea.

Y todo nace con una idea. Y aquí viene entonces otra de las grandes preguntas que vale la pena hacerse:

¿Qué es una idea? ¿De dónde provienen las ideas?

Como teorías hay muchas, podemos inferir que no hay un acuerdo único y muchos menos común sobre este tópico.

Y por lo tanto, tampoco podemos dar definiciones taxativas.

Sin embargo, es posible rastrear en la palabra idea que viene del griego idea (ἰδέα) y significa “forma” o “patrón”. A su vez, idea tiene su raíz en idein (ἰδεῖν), que significa “ver”.

¿Interesante verdad? Hace ya más de dos mil quinientos años (como mínimo) que hay personas que se vienen haciendo esta pregunta sobre qué cosa es una idea y de donde viene.

Toda historia se basa en una idea, y toda idea se estructura primero en la mente y en la imaginación. Cuando una idea adquiere temporalidad, es decir transcurre a lo largo del tiempo, tenemos una secuencia que conforma una estructura como la música, la ópera, el teatro y el cine o las series. A diferencia de la pintura que prácticamente puede ser apreciada en un instante, las historias (al igual que la música) requieren el paso natural del tiempo y por ello una misma idea se desgrana a lo largo de un período determinado.

Una película puede durar dos o tres horas, una serie muchos capítulos y varias temporadas y de esta manera, al igual que un árbol, partir de una semilla (idea) para echar raíces (sustrato en el cual se desarrolla la organización de la historia y los personajes) para luego echar un tronco (la trama o argumento) que a su vez desarrolla ramas (subtramas, personajes secundarios) para finalmente dar flores y frutos (enseñanzas, moralejas, inspiraciones, sensaciones).

La diferencia fundamental entre un tipo de producto audiovisual y otro (película o serie) es el tiempo en que se desarrolla la idea. Pero lo más interesante es que a su vez ese fruto es la semilla de una nueva idea. Y así se configura por ejemplo una saga como Star Wars, El señor de los Anillos, Avengers o la trilogía de Antes del Amanecer, Atardecer y Medianoche.

Las temporadas de una serie exitosa y sus spines off como La Casa del Dragón de Juego de Tronos o Better Call Saul salido de Breaking Bad o las muchas series life-action o animadas de Star Wars como Mandalorian, Ahsoka Tano, Obi Van, Clone Wars, etc.

Esta es la base del storytelling. Una idea. Juegos de opuestos. Personajes multidimensionales. Trama con giros inesperados. Resoluciones sorpresivas.

Porque lo que al final importa es cuando podemos disfrutar de esa obra audiovisual y como nos llena el alma.

Y para ello cada historia debe contener los elementos que actúen en contraposición de fuerzas (protagonista y antagonista) y una tercera fuerza (voluntad, deseo, misión o polvos mágicos) que rompan la inercia de la materia para crear esa explosión que llamamos historia.

LO FICCIONAL DE LA REALIDAD Y LO REAL DE LA FICCIÓN.

Al final, unas y otras son lo mismo. Palabras e imágenes que danzan en nuestra mente y nos invitan a viajar por la eternidad mientras nos hacemos preguntas. Quizás no hallemos nunca todas las respuestas, pero sí en cambio, estaremos vivos, cuestionándonos todo, acompañando a nuestras heroínas y héroes, pero también reinterpretando a nuestros antagonistas y villanos.

En fin, siendo más completos. Lo cual es además, muy divertido.

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