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LA FILOSOFÍA, EL CINE Y LA PARADOJA DE LOS VILLANOS: Parte 1

Comencemos planteando una antiquísima cuestión: ¿Qué es más desconcertante, interesante y atractivo: la realidad o la ficción?

Esta es una eterna pregunta de todos los narradores, cineastas, lectores y filósofos desde tiempos inmemoriales.

En principio podría pensarse que la ficción nos permite un margen de libertad que no es posible conseguir en la vida real. Y claro, es cierto, a juzgar por las posibilidades casi infinitas de inventar personajes inexistentes e historias delirantes, esta pareciera ser una creencia correcta.

En el mundo de la imaginación total podemos ver leones voladores, águilas que hablan, muros invisibles o poderes psíquicos interplanetarios. En la ficción podemos volar como Capitana Marvel o Superman, los dragones hacen magia o se transforman y los magos como Merlín o Gandalf pueden crear fuegos de la nada mientras que los dioses como Zeus se convierten en cisnes y fornican con humanas y diosas y dioses mayas como Tepeu y Kukulkán crean galaxias de la nada.

Si la ficción en cambio, es en un futuro repleto de tecnología, donde existen portales cósmicos, aparatos para desmaterializarse y toda clase de implementos como armas del tipo de sables láser, naves espaciales como el famoso Enterprise en Star Trek (Viaje a las Estrellas), planetas artificiales como La Estrella de la Muerte.

Entonces la ficción abre mundos que la imaginación puebla con historias, criaturas y eventos que trastornarían la razón de los más cuerdos. Allí es posible que sucedan cosas extraordinarias, aventuras impensables y situaciones que solo la amplitud de la mente o la locura pueden contener.

UNA IDEA: GÉNESIS DE TODA HISTORIA

Desde que las narraciones orales se escuchaban alrededor de un fuego en algún lugar del mundo, la magia y la fantasía han sido una parte connatural del arte de contar cuentos.

¿Y qué es el cine y las series sino una sucesión de cuentos narrados con imágenes y sonidos?

Aún, así, y aunque la magia ocupe un lugar predominante en las narraciones antiguas y en especial en las de la mitología, resulta que la realidad contiene los elementos más sensibles para que nuestras almas puedan identificarse, sufrir, amar y la necesidad de trascender.

Porque no importa cuán rara o estrambótica sea una idea, al final debe ser canalizada a través de seres vivientes, humanos, animales o híbridos, diosas y dioses o incluso criaturas intergalácticas o hasta interdimensionales.

Y todas las criaturas tienen algo en común.

Son impredecibles.

Es por ello que nunca podemos saber ni afirmar con certeza que determinada cosa pasará en un momento dado.

Ni siquiera en la mitología tradicional plagada de dioses arquetípicos, era posible saber de antemano que haría una determinada deidad ante una circunstancia dada. Y de ahí la posibilidad de infinidad de cuentos e historias, sagas y poesías.

Porque hombres, dioses y otras criaturas comparte una misma cosa: grandes pasiones.

No han de ser las mismas para todos y pueden incluso ser contradictorias.

A unos los guiará la búsqueda del poder, a otros la venganza o el orgullo y a otros una irresistible pasión por la verdad que igualmente los meten en problemas. Son las compulsiones, los arranques temperamentales, los accesos de furia o de amor lo que nos unifica -quiérase o no- a todas las criaturas, desde las más inteligentes a las más primitivas.

Al fin y al cabo compartimos células, átomos y carga genética, y debemos subsistir en un mismo medio para que nuestro metabolismo funcione. Así que en algún punto un humano, una cigüeña y una ameba comparten cosas en común. Y quizás también otras criaturas, en otros mundos.

EL ARTE DE NARRAR

El arte de narrar indica que una de las premisas fundamentales de toda historia es que acapare el interés, el entusiasmo y logre, en alguna medida que espectadores y lectores continúen allí, atrapados en la narrativa. Incluso a veces, participando activamente como en La Historia Sin Fin.

Las historias reales como las biografías, los hechos históricos, etcétera tienen un encanto único por cuanto como dice el dicho popular “superan a la ficción” en muchos casos debido a que más allá de lo esperado, a veces, parecen inventadas por la fértil imaginación de algún autor.

Pero ¿Existe la realidad?

Algunos filósofos como Maturana nos dirían que es difícil que el ser humano puede ver la realidad ya que esta siempre es intervenida por el contenido de la consciencia y este a su vez se encuentra condicionado. Pero más allá de esta disquisición hay historias que se apoyan en relato comprobables, registrados o que al menos no han sido intervenidos a propósito por la imaginación.

Así y todo, algunas pueden parecer a ojos de otras culturas como del todo increíbles. Películas como la brasilera Ciudad de Dios, dirigida por Fernando Meirelles, es surrealista a los ojos de los habitantes de los países escandinavos y la película argentina Buena Vida Delivery de Leonardo Di Cesare (en medio de la crisis del 2001 en Argentina y sus consecuencias) ganó premios de ficción en Japón.

La lista de Schindler con la dirección de Steven Spielberg podría parecer un exceso de maldad para un extraterrestre o incluso JFK de Oliver Stone, una película sobre el asesinato del presidente Kennedy parece improbable en un mundo donde aparentemente todo es transparente. Historias grandes o pequeñas, la realidad también es ficción y la ficción tiene mucho de realidad.

Nos debatimos en la vida y en el cine entre la realidad y la fantasía.

Por otra parte, y si consideramos una categorización más formal, esto se constituye en un falso de dilema. Recordemos que “dilema” refiere a una separación en dos opciones, al igual que en el caso de una dicotomía.

Nota: siempre que el prefijo sea “di” (del griego “dos”) estamos frente a una división en dos posibilidades: diálogo (conversación entre dos personas), dialéctica, diagonal (línea que une dos puntos), etc.

Ningún problema puede resolverse desde el mismo nivel de conciencia que lo creó.

Albert Einstein

Sin embargo también existe una posibilidad de trascendencia que implica la intervención de una “tercera fuerza” o un tercer elemento incitador. En ese caso la paradoja puede ser “reconciliada”, lo cual es una construcción dialéctica que permite suponer un cierto acceso a una sabiduría que está por encima de las naturales oposiciones del fenómeno.

Si analizamos las historias complejas que el mundo del cine nos ha legado, podemos observar por ejemplo que un personaje heroico puede a su vez tener acciones cuestionables.

Podemos ver que el héroe y libertador de Escocia, William Wallace de Corazón Valiente de Mel Gibson, está aferrado a la venganza.

Que una heroína como La Mujer Maravilla en1984 de Patty Jenkins se deje llevar por su pasión (amor) y prefiera continuar un idilio aunque eso implique faltar a su propia misión.

Es posible observar que cada personaje (y en especial las villanas y villanos) tienen “motivaciones nobles, humanistas y trascendentes”, así como ideales de redención.

Cuando Thanos chasquea los dedos en Avengers Endgame de Anthony y Joe Russo, luego de obtener sus seis gemas, y con ello reduce la mitad de los seres vivos de todo el universo se ve a sí mismo como un salvador, alguien que aporta equilibrio al universo.

Voy a destrozar este universo hasta que no quede ni un átomo y luego, con las gemas que recolectaron para mí, crearé uno nuevo repleto de vida que no conocerá lo que ya no existe, verá solo lo que se le ha dado. Un universo agradecido.

Thanos

Su intención es establecer alguna clase de justicia cósmica en donde incluso el podría desaparecer. El Titán loco era en realidad un sonador, un filósofo más cercano a Schopenhauer o Nietzsche que un verdadero “malvado” del mundo de los superhéroes.

Por ello es que todo tiene al menos dos lados, dos caras, dos miradas que concentran la eterna dualidad del cosmos.

(Fin de la Parte 1, sigue en el artículo siguiente)

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