undefined_peliplat

Prometeo desencadenado

Cada vez que se estrena una secuela de alguna película importante o significativa, se disparan, los rumores se acrecientan y la espera se hace larga. Más aún si el director de la película original vuelve al universo ficticio que ayudó a crear.
Fue el caso de Prometeo, precuela de Alien, dirigida por el mismísimo Ridley Scott, cuya carrera despegó gracias al monstruo espacial, y de la que se esperaba hiciera renacer la franquicia. Y lo logró, pero en su momento fue duramente criticada. Injustificadamente, como probaremos.

Prometeo, tal como anuncia su título, apunta hacia los secretos que pueden acarrear consecuencias nefastas tanto para quienes los descubren como para quienes los otorgan.

El filme empieza en la Tierra, hace millones de años, cuando un ser humanoide toma una sustancia que lo desintegra, permitiendo que su material genético impregne al planeta con la vida animal.

Luego pasamos a fines del siglo 21, donde una pareja de arqueólogos descubre unas pinturas rupestres que al parecer son la última pista de una especie de mapa que nos dejaron los creadores sobre su lugar de origen: una invitación para visitarlos.

Así llegamos a bordo de la Prometeo, una nave de exploración cuyo único tripulante despierto es David (Michael Fassbender, como salido de una utopía nazi), un androide encargado de mantener en orden el hipersueño de los humanos a bordo mientras hurga en sus sueños y recuerdos, además de obsesionarse con la imagen de Peter O´Toole en Lawrence de Arabia.

Pronto descubriremos que la nave lleva a los arqueólogos Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y Charlie Holloway (Logan Marshall Green), quienes fueron financiados por el ahora difunto Peter Weyland (Guy Pearce) para liderar una expedición al mundo señalado por los mensajes de la antigüedad. El objetivo es encontrar los orígenes de la humanidad…pero hasta cierto punto, pues la alta ejecutiva Vickers (Charlize Theron) se encuentra con ellos con un solo propósito: proteger los intereses de la compañía y asegurarse de que los fondos son bien invertidos (lo que significa apropiarse de cualquier tecnología o forma de vida que sea rentable, algo no explicitado, pero implícito por su actuar y el de David) y evitar el contacto si ello significa riesgo para ella o la nave.

Lógicamente, la misión de exploración encontrará mucho más de lo que esperaba, y las respuestas no necesariamente van a ser las que querían. Y como estamos en el universo de Alien, habrá más de algún realmente feo o grande, los que se encargarán de diezmar a los desafortunados exploradores.

Mientras en la serie de películas de Alien el tema central ha sido la mujer y la maternidad (sobre todo a partir de Cameron y Aliens), en Prometeo el vínculo es el paterno. Es la búsqueda del amor y la aprobación paterna, y también el dolor y el desconcierto ante el rechazo de quien nos dio la vida; pero también es el rechazo directo hacia el creador, oculto y enredado con el deseo de aprobación. Es el deseo de saber si somos dignos…y también si nuestro padre es digno de nosotros. Es el conflicto primordial de Cronos y sus hijos, recreado en clave de ciencia ficción.

Esto es un leit motiv que se repite en varios niveles y personajes: en la búsqueda del origen de la doctora Shaw, en la actitud dura y masculina de Vickers (que busca imitar al padre ausente e indiferente hacia ella, tal vez misógino), en el impulso que lleva a Weyland a financiar la operación, en el odio y amor de David por los humanos, en la reacción de la Criatura al ver a los humanos.

La pregunta final es ¿somos mejores que nuestro padres?

David, el robot, está seguro de ello: él, objetivamente, es superior a los humanos que lo concibieron y es plenamente consciente de ello; sus acciones están más allá del bien y el mal, porque su ética no es humana…si es que tiene ética. No siente mayor remordimiento al experimentar con los humanos del que tendría al hacerlo con perros o gallinas.

Los humanos, por su parte, han emprendido el viaje imbuidos por la duda y el misterio. Esperan encontrar a sus hacedores, y con ellos las respuestas a su propia existencia. Buscan un padre sabio con respuestas para sus preguntas, o que al menos les responda la más importante de todas: ¿por qué? Pero, ¿qué sucede cuando se descubre que la figura paterna es imperfecta y llena de los mismos defectos que uno?

Peor aún ¿qué se hace cuando se descubre que el progenitor es peor que uno?

El deseo de todo padre es que sus hijos sean mejores que él, al tiempo que los hijos tiene una visión idealizada de los padres en la que nunca llegan a ser sus iguales a ellos y con la que tienen que luchar toda la vida: una competencia contra un ídolo que en algún momento hay que derribar. Es de la caída de ese ídolo de lo que habla, finalmente, Prometeo.

Scott dijo que Prometeo transcurría en el mismo universo de Alien, pero su relación era tangencial. Mintió. Lo mejor de ella es que es una muy buena película, que desarrolla de manera muy inteligente su propio tema, mientras al mismo tiempo resuelve y responde algunas incógnitas esenciales sobre la serie Alien.

Ridley Scott no pierde un ápice de su nervio fílmico. Con una puesta en escena limpia, clásica si se quiere, recrea la estética que usó en Alien y renuncia a los trucos de edición, los momentos de reflexión o las imágenes de postal que usó en Gladiador, Un buen año o 1492. Esta película es un thriller de ciencia ficción, con varias vueltas de guión, con un recurso inteligente del suspenso (tómese como ejemplo el uso de las cámaras de video de los astronautas, que remite al mismo efecto usado en Alien), con excelentes actuaciones de un elenco sólido (a destacar también Idris Elba como el capitán de la nave) y al menos una escena, la de la operación en la máquina-doctor que debe ser una de las más angustiantes y físicamente inquietantes de los últimos años, comparable a los mejores momentos de Cronenberg.
Todo esto contrasta con los pésimos resultados de Alien.Covenant, donde lo que acá hace con la mano, allá borra con el codo. Y claro, un cambio de guionista puede explicar algo, pero lo que sorprende es que es el mismo director haciendo una película torpe, burda y absurda, que además contradice todo lo bueno que había construido en esta película. Pero, la verdad sea dicha, la década pasada de Scott fue una de altibajos. Por una buena, hacía otra mala (tratemos de olvidar The counselor).
En la perspectiva que da el tiempo, Prometeo se mantiene como uno de los puntos altos de la cinematografía de su autor.

Más populares
Más recientes

No hay comentarios,

¡sé la primera persona en comentar!

29
0
2