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Una lluvia espectacular de partículas

La guerra nunca cambia.

Ghoul.

En los últimos dos años, se han estrenado dos series basadas en dos de los juegos más populares y exitosos de los últimos años. Esta expresión es una generalización absoluta, ya que son muchos los juegos que se han desarrollado para las diferentes consolas, y son varios los que se consideran célebres. Pero sí se puede afirmar que ambos juegos están dentro de ese prestigioso grupo.

The Last of Us, la primera en ser estrenada de las series en cuestión, es a su vez el más nuevo de ambos juegos. Ambas aventuras suceden en un contexto similar, que es el post apocalipsis. No por nada ambas series se estrenan aproximadamente entre un año y dos años del fin de la pandemia del COVID. Es decir, salvando las distancias y jugando a una inútil poética berreta, estas ficciones se estrenan en tiempos de post pandemia, en tiempos donde aún se arrastran las consecuencias de lo vivido en lo social, lo económico, lo psicológico y en la salud en su totalidad.

La última en salir de ambas series mencionadas, tiene menos de 15 días en Amazon Prime. El juego sobre el que está basada, ya lleva 27 años desde su primer entrega (de 9 juegos) en el año 1997, y fue bajo el nombre de Fallout.

¿De qué trata?

En un futuro lejano, luego de un ataque nuclear, los Estados Unidos de América queda devastada. Bunkers bajo tierra, desiertos, asentamientos, ciudades hechas de trastos, todos los seres vivos sobrevivientes afectados por la radiación. Gracias a la línea temporal que cuenta el último año de vida de un reconocido actor llamado Cooper Howard (Walton Goggins), sabremos a lo largo de los capítulos, qué fue lo que efectivamente pasó en el mundo. Mientras tanto, en el presente, a través de 3 personajes protagónicos y de sus respectivas misiones que en algún momento se cruzarán entre sí, conoceremos como funciona la sociedad actual.

Desconocemos (o al menos no recuerdo que se haga mención de ello), si el impacto atómico afectó a todo el planeta. Si bien la estética hace directa referencia a la post guerra de los años ´50, y hasta las referencias sin ser directas conducen a la sensación de estar viendo un relato previo a la Guerra Fría, aquel pasado en el que se origina el ataque nuclear es el año 2077. Ciertos elementos nos harán comprender que, como espectadores, debemos salir de la lógica histórica y realista, y aceptar (afortunadamente) de que estamos en un mundo paralelo y ficcional.

Adentro de un bunker, todo lo demás es solamente una leyenda.

Detalles

A diferencia de con The Last of Us, quien escribe no jugó nunca al juego de Fallout, por lo cual la experiencia de ver la serie seguramente será diferente a la de quien sí lo jugó. Al ver la primera mencionada, recuerdo la sensación de una inevitable comparación con la vivencia de estar esperando determinados hechos del relato, la aparición de personajes, el desarrollo de ciertos nudos de la historia, la presentación de un clima sumamente característico del juego y el tratamiento de sus climas. En este caso, fui un espectador absolutamente virgen.

Un punto en comparación entre ambas series tiene que ver con el contexto post pandémico. En The Last of Us el apocalipsis es consecuencia de la evolución de un hongo que destruyó el mundo como se lo conocía, y en Fallout es consecuencia de la triste evolución del ser humano que, entre paréntesis, no está tan lejos del estado actual del mundo. Si bien en ambos escenarios, más aún luego de lo vivido con el COVID, el espectador puede sentir enormes similitudes con su propia realidad, Fallout plantea como antes se dijo un disparador en común con nuestra propia historia. ¿Qué existe detrás del uso de la energía atómica como medio destrucción masiva? ¿Quiénes toman las decisiones del uso de ese arma, independientemente de la propaganda oficial? ¿No es el fin del mundo acaso también uno de los mayores negocios posibles, y hasta una excusa ideológica para recomenzar la humanidad purgando a aquellos que se consideran prescindibles? La serie reflexiona también acerca de la eterna lucha de clases y las variadas creencias religiosas e ideológicas, planteando que pese a la destrucción de la sociedad tal cual se la conoce, volverá inevitablemente a repetirse en su esencia. Quienes creían en una suerte de monarquía encontrarán su lugar para desarrollarla, así como quienes conciben al gobierno como una república, o incluso como una posible comunidad más socialista. Seguirán existiendo los religiosos con sus credos, las sectas con sus referentes, estarán quienes frente al más profundo instinto de supervivencia se volcarán hacia su instinto más animal, se liberará el comercio de órganos con toda la crueldad qué ello implica, el comercio de esclavos, habrá algunos intentos de volver a civilizar pueblos, establecer una moneda central. Y a su vez, debajo de la tierra, en unos muy curiosos bunkers numerados que se autoabastecen con una forma de sociedad en apariencia idílica y segura, también se habrán de desmantelar quizás lo más terribles de los secretos que crearon este nuevo y corroído mundo.

Una diferencia sustancial entre ambas series y ambos relatos, es qué Fallout está sostenida por muchas tramas, muchos personajes, y un enjambre que funciona en su totalidad para contar las distintas consecuencias de un mundo post apocalíptico.

Luego de haber hecho el recorrido de ver toda la serie, confirmo la sensación que hay desde el inicio de una de un híbrido de géneros que van desde lo kitsch, a la comedia, a un constante verosímil propio de la ciencia ficción, el terror y la épica del avance de los personajes sobre su propia trama. Inclusive dentro de esa épica, y llegando hacia el último acto, los relatos se concentran más sobre el melodrama que gestó ese fin del mundo y los avatares de sus personajes. También aparecerán algunos casos clínicos similares entre ambas series pero cada cuál con su propia explicación: aquellos conocidos como zombies. En The Last Of us, ese “zombie” es resultado de la mutación del hongo dentro del cuerpo humano y el control del mismo sobre su sistema nervioso. ¿Y en Fallout? ¿Cuál será el motivo?

¿Quién fue The Ghoul antes del fin del mundo?

Desde su inicio, el relato se apoya en una distancia estética (con mucha incidencia de la música de mediados del siglo XIX al acompañar varias secuencias de acción) que permite digerir todo con cierta comicidad. Aún hasta varios momentos más propios del gore, entre tiros, desmembramientos, o muertes de algunos personajes. Dos de los personajes centrales, en especial Lucy (Ella Purnell) y Maximus (Aaron Clifton Moten), inclusive enfrentan limitaciones de personalidad que los vuelve en los inicios de sus recorridos algo patéticos para enfrentar sus inesperadas aventuras. En esa torpeza, también radica el gesto de la comedia. Por otro lado, el tercer protagonista llamado The Ghoul (también interpretado por Walton Goggins) también lleva en su trama western la cuota de humor que le otorga la sensación de estar viendo un comic.

Por otro lado, como sucede con la filtración de la comedia en el tronco del relato, también acontece la aparición de lo siniestro. La filtración por momentos del género del terror se debe a las muy distintas consecuencias de este universo destrozado. No genera lo mismo en uno como espectador o en los personajes enfrentarse a una sociedad caníbal, que la soledad de un individuo en un universo desolado, que un pueblo que debe comer para sobrevivir cualquier bicho que circule sobre la tierra, o los siniestros comportamientos de las diferentes sociedades que viven dentro de esos bunkers sin saber del todo por qué están donde están y por qué viven como viven.

Por el mismo motivo de qué el relato estás sostenido por distintos personajes, y por ende por distintos géneros, el código actoral es particular. Está siempre en el fino límite entre la sensación de lo verosímil y lo inverosímil, del “en serio” y él “en chiste”, por momentos haciendo peligrar la fuerza de alguna que otra escena. Sin embargo el enorme riesgo del collage estético actoral, a diferencia de muchas otras series del género que una vez que trastabillan caen contra el suelo en los últimos capítulos, pone cada vez mejor mientras avanza. A medida que van los personajes enfrentando de lleno sus conflictos alrededor del segundo punto de giro (anteúltimo y último capítulo), aquel género al que pertenecían cuando comenzaba el relato, termina convergiendo en un mismo género en el tercer acto: el melodrama propio de la épica y la transformación final de sus héroes.

Maximis y Titus.

Fallout es una serie que merece continuar, habiendo corrido el riesgo de encarnar un juego de tantos años de popularidad, y habiendo respetado el potencial de reflexión que verdaderamente encarna, hablar de una distopía, deslizando esa inevitable pregunta: ¿Qué tan lejos estamos de un futuro como ese ?

Chesi

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