¿Cuánto estarías dispuesto a sacrificar por lo que crees? En El buen pastor, Robert De Niro profundiza en los temas de lealtad y sacrificio al explorar cuánto están dispuestos a renunciar los individuos por sus creencias o lealtades. Después de 13 años de no dirigir, se puede analizar la película de Robert De Niro como una contraparte temática centrada en la CIA de El Padrino, que retrata el crecimiento y el declive de una organización, las dinámicas de poder y los costos humanos y morales involucrados. Sin embargo, a diferencia de El Padrino, El buen pastor lucha por brindar un núcleo emocional claro, en lugar de llenar a la audiencia con un exceso de información durante casi tres horas de duración. Mientras que las acciones frías y despiadadas de los personajes pueden reflejar escenarios del mundo real, el distanciamiento de la película hace que los espectadores no se comprometan con ella.
La mayor fortaleza y debilidad en el El buen pastor está en la historia. El guionista Eric Roth intenta transmitir una amplia gama de temas, desde dinámicas familiares personales hasta relaciones internacionales y la vida de los oficiales de inteligencia, en menos de tres horas, lo que lleva a personajes y eventos poco desarrollados. El personaje principal, Edward Wilson, y la Invasión de Bahía de Cochinos, que atraviesa la película, son difíciles de relacionar o apreciar, y mucho menos conectarse emocionalmente. A lo largo de la película, Edward Wilson muestra poco cambio o crecimiento y su naturaleza mecánica y distante solo hace que su personaje sea más frío al dejar poco espacio para que la audiencia se conecte.
Si bien la narrativa de El buen pastor puede parecer caótica, se estabiliza a medida que se establece la CIA, al presentar su contenido a través de las interacciones entre los personajes principales y secundarios, una trama más profunda y conflictos emocionales. A pesar de sentirse prolija hacia el final, El buen pastor comunica su mensaje con efectividad. Sin embargo, los cambios frecuentes en el tiempo y el espacio durante la primera mitad, en relación con la Invasión de Bahía de Cochinos, parecen innecesarios ya que carecen de una conexión directa con el resto de la película. Colocar estas escenas al final de la película podría haber sido una elección narrativa más efectiva.
Robert De Niro puede que no sea un maestro en narración de historias, pero sin duda es un maestro del arte visual. La nominación de la película al Mejor Diseño de Arte en los Oscar es merecida: no solo recrea la atmósfera de la época, sino que su cinematografía y trabajo de cámara también son conmovedores. Cada cuadro es como una pintura de naturaleza muerta, e incluso en las pocas escenas de acción, la violencia se presenta como un baile. Sin duda, es un festín visual para la audiencia.
El desempeño poco expresivo de Matt Damon en El buen pastor es resultado de su habilidad actoral o una elección deliberada que se alinea bien con el tema de la película. El papel de Angelina Jolie, se siente poco desarrollado, al igual que los roles del talentoso elenco de reparto de la película, incluidos William Hurt, Michael Gambon y Alec Baldwin, que representan personajes sin impacto en la narrativa general. Uno de los aspectos más cautivadores de la película es la conexión emocional entre el personaje de Damon, Wilson, y su contraparte interpretada por Oleg Stefan, mientras navegan una relación compleja de competencia y comprensión mutua. A pesar de aparecer solo en una breve escena, la interpretación de Joe Pesci como Joseph Palmi es muy memorable y para destacar.
En El buen pastor, todos combinan un gran refinamiento visual con tensión emocional que el tratamiento frío de la película no puede ocultar y resulta memorable al finalizar la película. La película muestra a un sospechoso oficial de inteligencia soviético que toca el Concierto para Violín No. 2 de Piotr Ilich Chaikovski, una ejecución de de belleza irreal, entre otras escenas de bellea irreal.
Edward Wilson sigue atrapado entre la nación y su alma. Por alguna razón, me recuerda a los personajes de las novelas de John le Carré: insensibles al mundo, leales al país y que sacrifican todo por sí mismos y quienes los rodean. El buen pastoparece recrear el espíritu de las películas clásicas como El espía que vino del frío. Por esto, Robert De Niro merece respeto: en esta película, no es emocional ni llamativo, sino que retrata con cuidado y sutileza la frialdad de este mundo.
El buen pastor ofrece un retrato austero del mundo de los espías y oficiales de inteligencia, ambientado en la era de la Guerra Fría en la década de 1970. El tratamiento frío y distante de la materia de la película puede hacer que sea desafiante para los espectadores sumergirse completamente en ella. Sin embargo, los primeros cincuenta minutos de la historia son impactantes y dejan una impresión duradera. Si bien El buen pastor no atrae a todos, aquellos que invierten tiempo y atención en ella pueden hallarla gratificante, ya que ofrece más que una experiencia típica de supenso.
¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.