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Trágica desaparición de 3 estudiantes de cine: protagonizan una auténtica película de terror.

Spoilers

Tres estudiantes de cine desaparecieron en un bosque cerca de Burkittsville (Maryland, en los Estados Unidos de América), mientras filmaban un documental sobre una leyenda del pueblo. Un año después, el material de la filmación fue encontrado.

El material abandonado fue montado, es ahora una película y será proyectado en los cines de todo el mundo próximamente. Los jóvenes siguen sin aparecer y no hay ninguna pista que sugiera donde están. Pueden ver las escalofriantes imágenes online que resumen algo de lo que podremos ver. Se escuchan alaridos, corridas, y se puede ver la desolación de una de las estudiantes desaparecidas.

Si te llegara esta información, y vieras el adelanto del material encontrado, o si leyeras una nota en el diario de tu ciudad, o fueras incluso vecino en Burkittsville. ¿No harías la cola más ridícula del mundo para entrar al cine donde proyectarán el material y ver qué fue finalmente lo que pasó?

De ese storyline del comienzo de la nota, ya pasaron 24 años, y le pertenece a la película que revolucionó el cine de terror: “The Blair Witch Project”.

Datos.

A Daniel Myrick y Eduardo Sanchez les surge una idea en la escuela de cine de Florida en 1993 sobre unos cineastas que entran con algún propósito al bosque y se pierden. Querían que el motivo sea siniestro, y aprovechan la cercanía histórica de la zona con Salem (donde se perpetuó antiguamente la caza de brujas y una terrible etapa real de la historia humana).

Para 1996, tienen listo un guión provisional de 35 páginas y hacen una audición el mismo año con el objetivo de encontrar actores capaces, entre otras cosas, de improvisar. Los actores que quedaron fueron a su vez inscriptos en un curso de cine para aprender los elementos técnicos de una grabación. En 1997, filman durante 8 días, 20 hs de material. Un pueblo, un bosque, un boceto de guión, y los actores haciendo de sí mismos. Heather Donahue, Joshua Leonard y Michael C. Williams, filmando ellos con una cámara 16mm y una hi8. El costo de la realización de la película se estima en 35 mil dólares. Para su primer semana de estreno la ganancia fue de 1.5 millones de dólares, y para su tercer semana de estreno, habrán recolectado 30 millones de dólares de ganancia. Su recaudación total fue de 248 millones.

Argumento

Elly Kedward, inmigrante irlandesa alrededor del 1800, es acusada por el pueblo que anteriormente se llamaba “Blair” de robar sangre de niños. Fue juzgada por brujería, fue amarrada a un árbol, y la dejaron morir de frío. Desde entonces, luego de muchísimas desapariciones misteriosas y asesinatos en el bosque rodeados por elementos ritualistas, se declara que el pueblo está definitivamente maldito.

Tres estudiantes de cine, Heather, Joshua y Michael, viajan a Burkittsville en Maryland, para recolectar información sobre el mito de la Bruja de Blair. Entrevistando al pueblo, se enteran que en 1940, el local Rustin Parr, secuestró 7 niños y los mató. Los paraba de a dos y hacía que el siguiente espere de espaldas en el rincón mientras escuchaba como mataba a los demás. Una vez que lo atraparon, Robin Parr dijo: “El fantasma de una anciana en el bosque me obligó a hacerlo”.

Los estudiantes se adentran en el bosque, dónde unos pescadores afirman en algún momento haber visto en la orilla del río una mujer cubierta de pelos que flotaba sobre el suelo. Acamparán para pasar la noche cerca de Coffin Rock, un lugar donde en el siglo 19 sucedió que cinco hombres fueron asesinados y sus cuerpos desaparecieron. A la mañana siguiente, ya nada será como antes para los tres documentalistas. Enfrentarán un bosque sin salida que no les deja llegar a su auto, fenómenos extraños que acontecen por la noche alrededor de la carpa, sorpresivos elementos rituales de antaño, e irreversibles conflictos entre ellos. A los días, desaparecen. Un año después, se encontró la cámara con la que grabaron y el material que estaba dentro de ella.

El gran truco de magia

Son tantos los elementos del gran truco, que seguramente muchos de ellos queden afuera. Sí debo decir, que probablemente son esos elementos los que hicieron de esta película una auténtica obra de arte.

Primero, en una época donde la internet no tenía nada que ver con lo que es ahora, donde no existían ni por asomo las redes sociales, la producción fundó de cero a través de una página web, la leyenda de la Bruja de Blair.

Segundo, la filmación y su tan particular método. Es 1997. Los 3 actores no conocen prácticamente nada acerca de lo que iba a suceder, tan solo la sinopsis. Desde ya, sí saben y están de acuerdo previamente con el método de trabajo. Cuando llegan al pueblo para hacer las entrevistas que luego veremos en el film, se encontrarán con no actores y con actores dispuestos por los realizadores. Los actores se quedaron en el bosque (el Parque Nacional de Seneca Creek) durante 8 días y se guiaron para ubicarse por GPS. Iban encontrando sus elementos personales y comida por pistas y banderines que les dejaban en el bosque. A partir de que los directores evaluaran lo grabado el día anterior, les dejaban notas con direcciones individuales. Los actores cuentan que algo de ese hartazgo y el hambre que pasaron eran efectivamente reales, y todo eso repercutió en aquellas escenas donde la relación entre los tres se quiebra.

Por las noches el equipo de dirección los atormentaba para generar las escenas probablemente más tensas de la película. Y he aquí un dato espléndido de color. La intención original de los directores era mostrar a la Bruja en la película. En una de las escenas probablemente más icónicas del film, la actriz Donahue sale corriendo de su carpa gritándole a una figura que ella sí veía y que el propósito era que sea también vista por el espectador: el director de arte vestido íntegramente de blanco representando a la bruja. Por un error de comprensión dentro de la coreografía planeada, el director de arte corrió hacia el lado opuesto que debía para ingresar en plano. El hecho de que no saliera esa toma, fue lo que cambió la estrategia inicial y replanteara finalmente si era conveniente que la bruja fuese vista en algún momento de la película. Este error fue quizás el mayor hallazgo del relato final. Nunca evidenciar quién o cómo era efectivamente el causante del mal, desató variadas hipótesis de quién o qué es efectivamente lo que está detrás de los hechos. La desesperación por poder tanto darle explicaciones lógicas como sobrenaturales al relato, y el hecho de que ambas son posibles, vuelve al efecto de la película aún más desesperante.

Una vez filmado el material, la rueda comienza a girar. Los actores, que como se dijo antes hacen de sí mismos en la ficción con sus respectivos nombres, estuvieron escondidos durante un tiempo para sostener el verosímil de la entonces nueva leyenda.

El enorme knock out fue fomentar el boca en boca. La circulación de los rumores. Se imprimieron folletos sobre la búsqueda de los desaparecidos, se repartieron por distintos pueblos y ciudades de Estados Unidos. Se trabajó con diarios locales que cubrieron la noticia. En los chatrooms de distintas páginas (lo más parecido a las redes sociales del momento) comenzaron a hacer circular el flyer sobre la búsqueda, para así redireccionar a la gente a la página fundante.

Fue en el medio de esa campaña y de dicho año, que anuncian haber encontrado una cámara en el bosque con imágenes de lo que sucedió. Y entonces el trailer no es un trailer, sino un material real encontrado con espeluznantes imágenes que anuncian el trágico desenlace de los estudiantes desaparecidos. Los directores también comienzan a probar el material en festivales de cine, a la vez generando expectativa en la industria misma.

El 23 de enero de 1999 la proyectan en el festival de Sundance, y al verla, Artisan Entertainement pasa a ser el principal inversor de la distribución y el marketing del film. Entre otras estrategias certeras, son ellos los que deciden proyectar el trailer en 40 colegios secundarios, en el estreno de la película “Star Wars: Episode 1”, y los que deciden pasar un falso documental llamado “Curse of the Blair Witch” en un importante canal televisivo de Sci-Fi.

El 14 de julio se estrena en Nueva York, y el 30 se estrena a nivel nacional. Las salas no daban abasto. Todos querían saber que había sucedido. El éxito de taquilla fue rotundo, pero aún así, la publicidad remarcaba solamente el éxito de las visitas en la página web. Y de esa manera, siguieron conduciendo a los espectadores hacia el origen de esa enorme experiencia multidisciplinaria que resultó ser “El proyecto de la Bruja de Blair”.

Una reflexión.

Yo la vi en el cine a mis 13 años pensando que era un caso real. Así de intacto había llegado el rumor a Argentina. Vi toda la película tapándome y destapándome la cara con una riñonera de corderoy que llevaba a todos lados. Lo que me pasó luego lo voy a tratar de decir sin tanta vergüenza: dormí durante una semana en la cama de mis padres por el miedo de quedarme solo en el cuarto, y durante dos años aproximadamente, dormí con la luz prendida todas las noches. Recuerdo estar en Bariloche de vacaciones ese mismo año, haberme cruzado durante el día una cabaña abandonada en la ruta muy parecida a la del final de la película, y como en la mitad de una plácida noche vi alguien atravesando el enorme Lago Nahuel Huapí en canóa hacia la costa donde yo estaba hospedado, estuve en vela temiendo que la Bruja o algo me hubiera venido a buscar. Nunca había vivido una sensación así en mi vida.

El éxito casual de no ver nunca al objeto del mal, a la bruja, al responsable de las atrocidades, es letal. ¿Qué los acechaba? ¿Un fenómeno sobrenatural? ¿La vecina psicótica del inicio? ¿El pueblo? El espectador se vuelve un espectador activo, alguien que busca respuestas y que al no encontrarlas desespera. O necesita elegir una explicación posible para poder en ella finalmente descansar. Es en ese punto donde lo familiar y amable de la propia imaginación se puede volver de un segundo a otro un lugar siniestro, y el terror consigue la cúspide posible de su objetivo.

Le he mostrado la película a amistades de generaciones posteriores, y la película le resultó a todos en general insípida, lenta y aburrida. Y un costado mío sufre cuando no puede conectar con ellos, y otra parte los comprende. Los comprende porque al fin y al cabo, aquello que la hizo única y revolucionaria en su momento, hoy la ha abandonado. Porque tal cual como dice el título, Blair Witch es más que un largometraje. Es un proyecto. Una obra sostenida por un enorme dispositivo que trasciende lo audiovisual y se vuelve otra entidad multidisciplinaria, haciendo dialogar a la película en sí con el diseño web, el marketing, el armado de otro documental. La obra de arte es todo eso junto en el mismo nivel, funcionando a la par y en simultáneo. Y desde ya, está definida por el momento histórico en el que sucede. Pensemos que luego ya tomaron el recurso estético muchísimas películas del género, hasta probablemente agotarlo. Y en relación al contexto histórico, no casualmente en el mismo año que se graba la película, aparece otro hito: se estrena en Países Bajos el primer “Gran hermano”. Y un año después, es decir el mismo año del estreno de “The Blair Witch Project”, se estrena el otro gran fenómeno de los realities: “Survivor”. Es decir, el espectador, el televidente, recién comenzaba a descubrir alrededor del año 2000 esa extrañísima maravilla terrible que es observar la intimidad de otras personas parecidas a ellos. Esta sensación que allí afloraba popularmente, ya hoy en la era de las redes sociales, pareciera un recuerdo lejano.

La idea de que todas las historias ya fueron contadas, o que todo ya fue inventado, tiene algo de cierta. Las historias románticas, el camino de tantos héroes, los giros sorpresivos pero casi siempre sospechados, los mismos puñales dramáticos. El espectador pareciera siempre estar un paso adelante, formado por todo lo que ha visto. Y más ahora con tanta oferta de las plataformas al alcance de un click. Sin embargo, las afirmaciones tan tajantes son peligrosas y cierran creo el potencial del estímulo creativo de los artistas. Y, por suerte, cada tanto sucede algún nuevo relato, película o serie, que recuerda lo inútil de esas afirmaciones. Independientemente de tener que hablarle a un espectador más experimentado que está atento para descubrir el truco, la experiencia artística tiene a su favor que si, la industria se lo permite, también tiene un espectador ávido de volver a ser simplemente el niño que aplaude al mago.

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