Revisitando 'Manchester By the Sea': Cómo mostrar dolor real en el cine

POR JERÓNIMO CASCO

14 de NOVIEMBRE del 2023, 12.44 PM | UTC-GMT -3

REVISITANDO 'MANCHESTER BY THE SEA’: CÓMO MOSTRAR DOLOR REAL EN EL CINE

Un tío debe reconectar con su sobrino tras la muerte de su hermano. A partir de esa corta pero devastadora premisa surgen algunos retos para los involucrados en el afán de querer enterrar sin éxito alguno el pasado. Manchester By the Sea, el tercer largometraje del director estadounidense Kenneth Lonergan (su última película desde el 2016), estrenada un día como hoy hace 7 años, es un íntimo y realista retrato del dolor en el ser humano, y en palabras del director:

“Una película que habla de cómo tenemos que cuidarnos entre nosotros, cómo debemos unir lazos en los momentos más difíciles.”

Una cinta tan inteligente y sobre todo demasiado real por momentos, que quería adentrarme en algunas de las decisiones por las cuáles creo que esta película es increíble y merece algo más de reconocimiento. Primero, el hecho de entender que, al haberme encontrado a lo largo de todos estos años de muchísimos visionados de películas de este estilo, pocas impactan como lo hace ésta.

La mayoría de las películas que incluyen el fallecimiento de un ser querido por lo general suelen apoyar su impacto en primeros planos de los afectados en un pozo depresivo, escenas de funeral en la lluvia o personas llorando desconsoladamente en la cama. Y no, no está mal. Es obvio decir que todo esto sucede en la vida real. Pero lo que nos muestra esta cinta es el lado B: el shock inmediato, las decisiones que tomamos sin sentido al sufrir la pérdida, el dolor reprimido. Lonergan toma todo ese dolor y lo lleva a otro “nivel”, por así decirlo.

Pone el dolor como a un elemento que no es explotado en lo que a las clásicas normas cinematográficas concierne. Pongamos el ejemplo de una película “X”: Un plano corta y a veces el dolor corta ahí mismo. En esta cinta el dolor vuelve en momentos inesperados, como en la vida misma. Lo reprimido en este caso existe en el presente de Lee (Casey Affleck), quebrado emocionalmente y perdido en el sin sentido de su propia existencia. Encerrado en un bucle del que no quiere salir.

Otro elemento sumamente interesante es el uso de la banda sonora por sobre el dialogo. En momento donde ya sabemos lo que va a suceder y que se va a decir, Lonergan “silencia” de alguna manera ese dialogo con música, para que como espectadores nos afecte más la reacción de los personajes y no tanto lo que se está diciendo. Esto nos habla de cómo en situaciones sumamente dolorosas nos alejamos del sufrimiento como acto de defensa.

El uso del flashback es uno de los mejores que he visto. El constante regreso de Lee a la ciudad de Manchester By The Sea mediante sus memorias son un gran ejemplo de la distancia (tanto geográfica como emocional) que el personaje quiere evitar, pero no puede. Es un viaje que presenciamos junto a él que nos hace de una manera sentir su dolor como si fuese propio. Como si se le hubiese puesto una enorme pared enfrente, pero a la que irremediablemente tenga que enfrentar todo el tiempo.

Pero sin duda el gran acierto de esta cinta recae en su realismo. Algo que la película nos hace entender es que cuando las tragedias suceden, el mundo un sigue girando. Nada se detiene, a pesar de que pensemos lo contrario. En ese sentido Manchester By The Sea no se siente tanto como una “película” sino más bien algo más…real.

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