Yorgos Lanthimos: El Cine De Un Director Que Es Un Subgénero

POR JERÓNIMO CASCO

23 DE SEPTIEMBRE, 13.23 PM | UTC-GMT -3

Yorgos Lanthimos: El Cine de Un Director Que es un Subgénero

Qué recorrido el de Yorgos Lanthimos…

Un cineasta con la suficiente perseverancia que se necesita para pasar de hacer películas hechas con bajísimos presupuestos y actores desconocidos, a conseguir reconocimiento y premios internacionales, todo esto en un camino que tiene más de 20 años de trayectoria.

Yorgos Lanthimos nacido en Atenas (Grecia) exactamente un día como hoy pero de 1973, es uno de los mayores exponentes (o tal vez el mayor) del cine bizarro moderno. Comenzó sus estudios a principios de la década de los 90s, y tras dirigir varios cortometrajes y videoclips en su país natal, saltó a la dirección en largometrajes con la comedia Mi Mejor Amigo (2001), pero no fue hasta el estreno de Kinetta (2005), que comenzaría a mostrar destellos de su peculiar y perturbador modo de contar historias

Para entender al director primero hay que reconocer su capacidad para crear microuniversos cinematográficos que desafían todas las convenciones y las expectativas que tenemos como espectadores. Su estilo se caracteriza por los diálogos fríos y minimalistas, actuaciones contenidas, casi robóticas, y una narrativa que se desenvuelve en un misterio constante.

La fama y el reconocimiento a nivel internacional llegaría en el año 2009 con la absoluta revelación que fue Canino, cinta que se ganó amor y odio en Cannes pero que no dejo a nadie desapercibido: la historia de unos padres que con unos métodos demasiado perturbadores y extraños mantiene a sus tres hijos "en cautiverio" toda su vida, impidiéndoles la salida del hogar.

La cinta ganó en la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes de ese mismo año, y también estuvo nominada a Mejor Película Extranjera en los Premios Oscar.

Uno de los sellos distintivos del cine bizarro de Lanthimos son los personajes. Individuos extraños, carentes de emociones, desconectados de las normas y las convenciones. Casi androides. Los actores y actrices en sus películas interpretan a estos personajes de manera distante, obsesionados por el control y el orden, lo que crea casi siempre una sensación de extrañeza. Ejemplos notables son las interpretaciones de Colin Farrell en Langosta (2015) y El Sacrificio del Ciervo Sagrado (2017), o las de Rachel Weisz también en Langosta y La Favorita (2018)

Las historias que Lanthimos elige contar son igual de retorcidas. Sus películas a menudo exploran temas oscuros y perturbadores, como la alienación, la violencia y la soledad. En Langosta, por ejemplo, presenta un mundo donde las personas solteras tienen 45 días para encontrar una pareja o serán convertidos en un animal de su elección. Esta premisa absurda se utiliza como punto de partida para explorar las dinámicas de las relaciones humanas y la presión social para conseguir pareja.

En el año 2017 el cine del realizador se tornaría algo un poco más…estilizado, por decirlo de una manera. El estreno de El Sacrificio de Un Ciervo Sagrado nos mostraba una faceta que reafirmaba la obsesión del director con el cine de Stanley Kubrick, con una aún más meticulosa puesta en escena, una excesiva pero efectiva utilización del zoom en los lentes y el uso de música clásica para generar terror y desconcierto.

A medida que Yorgos Lanthimos continúa creando películas, su legado en el cine se consolida. Su influencia en directores emergentes y su capacidad para llevarnos a lugares inexplorados nos garantizan que su nombre siga siendo relevante en el mundo del cine durante muchos años por venir. Un nombre que se convirtió en un subgénero más: El subgénero Yorgos Lanthimos.

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