Un Festival con pocos títulos destacables de la Competencia oficial
Fueron diecinueve los títulos de la competencia mayor, de los cuales se han visto catorce, rescatando apenas seis. Preponderó el cine europeo (no solo de Francia), lo que diferencia a la Berlinale de Cannes, su hermano mayor, donde la selección oficial suele privilegiar películas norteamericanas y del país organizador.
América Latina y Asia tuvieron similar presencia, pero a la hora de los premios le fue mejor a nuestro continente.
El gran premio del jurado (segundo en importancia) fue para O último azul (The Blue Trail) del realizador brasileño Gabriel Mascaro, quien se inició filmando documentales, pero cuyos cuatro últimos films ya pertenecen al género ficcional. Tereza (la veterana actriz Denise Weinberg) es una mujer mayor (77 años) que se resiste a aceptar una decisión gubernamental que obliga a la relocalización de personas mayores a colonias distantes, con supuestos beneficios económicos para el país. Su protesta la lleva a contratar a Cadu (Rodrigo Santoro) para evitar su desplazamiento a los suburbios, trasladándola en bote hasta el río Amazonas. Es brillante la fotografía de Guillermo Garza y buena la banda musical de Memo Guerra.

La película argentina, El mensaje, de Iván Fund ganó el Oso de Plata, un premio quizás algo excesivo, aunque fue bien recibida por el público y el Jurado, uno de cuyos siete miembros fue Rodrigo Moreno, a quien se recuerda por su buen film Los delincuentes. Personaje central es una niña (Anika) con supuestos poderes (denominados aquí canalizaciones o contactos con las almas) para curar animales domésticos (tortugas, perros, gatos, caballos) y que son eventualmente explotados por sendos tutores Myriam (Mara Bestelli) y Roger, su pareja (Marcelo Subiotto). Como muchos de los films argentinos, la ambientación es en parajes rurales (permite reducir costos de filmación) pero la road movie afianza la carrera de Iván Fund, nacido en Venezuela y con importantes guiones en su carrera como el compartido (también dirección) con Santiago Loza en Los labios. Este cronista integró el jurado de la Asociación de Cronistas Cinematográficos que le otorgó a dicho film el premio durante el BAFICI de 2010 como mejor película argentina.

La tercera película latinoamericana (en verdad coproducción de México y Estados Unidos) en competición fue Dreams del azteca Michel Franco, que se fue con las manos vacías. Vuelve a dirigir a Jessica Chastain (aquí es Jennifer), luego de Memory, en este caso como la hija de un rico filántropo norteamericano (Marshall Bell) que a diferencia de su hija es furiosamente republicano. Ella sostiene un tórrido romance con Fernando (Isaac Hernández), bailarín (danza) en la ciudad de México. Al ser indocumentado se ve obligado a ingresar ilegalmente a los Estados Unidos, visitando cada vez que le es posible en San Francisco a su amante, que le lleva varios años. Cuando el padre descubra la relación entre ambos, descargará su furia e intentará por todos los medios deshacer el prohibido vínculo. Su hijo (Rupert Friend) tendrá una actitud comprensiva con su hermana y no ayudará al progenitor. Dreams se filmó antes de la asunción del actual presidente de los Estados Unidos, pero su temática de gran actualidad, agregado a las buenas interpretaciones del conjunto, le auguran cierto éxito comercial, en ambos países fronterizos. Vale señalar que, en la vida real, Hernández es un cotizado bailarín en el American Ballet Theatre de Nueva York, en contraste con el personaje que aquí interpreta.

Debe ser un hito en festivales de cine, que una segunda película (además ganadora del Oso de oro) lleve idéntico título (Dreams) al méxicano comentado y con ambos en la Selección oficial. En este caso, en verdad el nombre original (Drome) es en noruego, aunque su traducción al inglés es idéntica. En opinión de quien redacta esta nota, la elección como mejor película es correcta, siendo este el tercer film de una trilogía de Dag Johan Haugerud, cuya carrera es meteórica. Debuto hace apenas un año en la Berlinale con la primera de esas películas (Sex) seguida por Love y ahora Dreams. Johanna (Ella Overbye) se enamora de su profesora de nombre similar, Johanne. Y en sus escritos expresa sus emociones y experiencias más íntimas, pero sin poder evitar que su “diario” sea leído por su madre e incluso abuela. Ambas sufren inicialmente un impacto emocional, aunque adivinan que los escritos de Johanna tienen un potencial literario, dudando si deberían ser objeto de un libro. El retrato de tres mujeres de distinta generación, con diversas visiones del amor y la sexualidad, logra una obra muy sólida y madura.

Otro film que explora el mundo femenino es Mother´s Baby de la directora austriaca Johanna Moder, centrada en Julia (Marie Levenberger), una mujer de 40 años, que junto a su marido (Hans Löw), son felices, aunque no consiguen que ella quede embarazada. El conocido Claes Bang (The Square) es el médico experto en fertilidad al que contactan y cuyo tratamiento parece exitoso. Pero algo misterioso ocurre cuando le retiran, en el hospital, su criatura al nacer y a los pocos días se la entregan, generando dudas, en Julia, de si se trata del mismo bebé.
Un extraño nombre, If I had Legs I´d Kick You, es el de otra película centrada en un personaje femenino dirigida por la norteamericana Mary Bronstein, que obtuvo el premio de interpretación femenina para la actriz australiana Rose Byrne. Ella es Linda, una terapista cuya hija (Delaney Quinn) sufre una extraña enfermedad que obliga a que sea alimentada por un tubo plástico. Su marido está siempre ausente y es poco solidario (apenas conversaciones telefónicas) con la analista, pero no es mejor su relación con su propio terapista (Conan O´Brien), que en algún momento desiste de continuar atendiéndola. Por momentos el film roza el delirio, como cuando de golpe, se produce un boquete en el techo de su casa y empieza a caer agua en grandes volúmenes. La directora reconoce que en la obra hay datos autobiográficos, ya que debió hace siete años trasladarse de Nueva York a un centro terapéutico en San Diego. Por otro lado, el film abre grandes posibilidades para que el año próximo Rose Byrne reciba múltiples nominaciones para los Golden Globes y premios Oscars, entre otros.

China tuvo dos films en la competencia oficial, aunque solo uno se llevó un premio importante (mejor director). Se trata de Living the Land de Huo Meng, que retrata los grandes cambios económicos y sociales en la década del ´90 en China y que motivaron el desplazamiento de mucha población desde sus pueblos hacia las grandes ciudades, vistas desde la óptica de un niño de diez años.
Pese a una pobre recepción del público y parte de la crítica, a este cronista le resultó más interesante y atractivo Girls on Wire de la realizadora Vivian Qu. La historia de dos primas, donde la mayor, llamada Fang Di, actúa como “stunt” en films de acción chinos y la menor (Tian Tian) mata a un narcotraficante y es perseguida por una banda de gangsters, es atrayente. La fotografía y sobre todo la calidad de las tomas aéreas y planos secuencias son destacables. La historia, que incluye varios flashbacks es interesante y las dos actrices centrales (Lia Haocun y Wen Qi) poseen una rara química.

Se percibe claramente que la mayoría de los films ya citados de la Selección oficial, no presentan nombres de artistas (directores, intérpretes) de reconocido impacto en el público. Entre las pocas figuras célebres se encuentra Marion Cotillard, aunque La Tour de Glace de Lucile Hadzihalilovic, fue una gran desilusión. Muestra a la joven Jeanne (Clara Pacini), quien logra ingresar en el reparto de una película fantástica, en rodaje, en que su admirada Cristina (Cotillard), interpreta a la “reina de hielo”.
Ari, de Leonor Serraille (cámara de oro de Cannes 2017 por Montparnasse Bienvenue), es otro film francés, en que el personaje central de 27 años es expulsado de su trabajo como joven profesor. Ari (Andranic Malet) decide visitar viejos amigos, pero no halla mayor gratificación en dichos encuentros. Film menor y de escaso interés, con actores en general poco destacables.
Hot Milk, film de la debutante y guionista inglesa Rebecca Lenkiewicz (Ida) promete más de lo que realmente ofrece. Casi una constante (personajes femeninos) en la presente Berlinale, retrata a la joven Sofia (Emma Mackey) que pasa gran parte del día ocupándose de Rose, su inválida madre (Fiona Shaw). Ante la duda de si la parálisis que mantiene a su progenitora en una silla de ruedas es psicosomática, decide trasladarse a una clínica privada en Almería, cuyo dueño (Vincent Perez), cobra 25.000 dólares por el tratamiento. Sofia conoce a Ingrid (Vicky Krieps), una turista alemana algo mayor y trata de sostener una relación amorosa con ella, aunque la ambigüedad sexual de su objeto de conquista, dificulta su objetivo.

What Marielle Knows, de Frédéric Hambalek, es la única de dos películas alemanas en competición vista. La propuesta es interesante al centrarse en una adolescente con poderes telepáticos que le permiten ver y escuchar todo los que sus padres hacen y descubrir que no se trata de una pareja perfecta. Film menor, aunque simpático que el jurado ignoró.

Probablemente sea Reflection in a Dead Diamond, la coproducción europea (Italia/Bélgica/Francia) del dúo belga Helene Cattet y Bruno Forzani, el film más fallido de la selección oficial. La mezcla de giallo italiano y film de superhéroes presenta a un magnate de 70 años (Fabio Testi), recordando en un hotel de la Costa Azul, su alocada juventud.
Finalmente, cabe mencionar dos films no vistos recompensados con sendos Osos de Plata. Por un lado, el premio al mejor actor de reparto fue para Andrew Scott (All of Us Strangers) por Blue Moon de Richard Linklater, mientras que el galardón al mejor guion lo recibió Radu Jude por Kontinental ’25.




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