Entrar al universo de Yorgos Lanthimos siempre es una experiencia incómoda, pero a la vez fascinante. Desde la primera vez que vi una de sus películas, supe que me enfrentaba a un director que no teme explorar las capas más oscuras y absurdas de la naturaleza humana. Tipos de gentilezas no es la excepción, y puedo decir que ha dejado una marca indeleble en mi manera de interpretar las relaciones humanas y las normas sociales. Decir que termine de ver la película conmocionado sería quedarse corto, esta película me desafió a reconsiderar mi forma de interactuar con los demás y la fragilidad de nuestras conexiones. Desde el primer fotograma, Tipos de gentilezas establece un tono que es tan peculiar como perturbador. La historia gira en torno a un grupo de individuos que, de manera voluntaria, asumen roles inusuales y a menudo desconcertantes en las vidas de otras personas, llenando vacíos emocionales a través de interacciones escenificadas. Este concepto, que parece salido de un experimento sociológico, me llevó a reflexionar sobre las necesidades humanas básicas: el deseo de pertenencia, el miedo a la soledad y la capacidad de las personas para adaptarse a circunstancias surrealistas con tal de llenar un vacío existencial. Lo que más me impactó fue la frialdad clínica con la que los personajes ejecutan estas "gentilezas". En lugar de ser gestos afectuosos y naturales, cada acto de bondad está coreografiado hasta el más mínimo detalle, dejando en claro que la espontaneidad no tiene lugar en este mundo. Mientras observaba estas interacciones, no podía evitar sentirme invadido por una mezcla de extrañeza y tristeza. Me preguntaba ¿qué tan lejos estamos, en nuestra vida cotidiana, de convertir nuestras relaciones en rutinas mecánicas?
Uno de los momentos más memorables para mí fue cuando un personaje asume el rol de "padre sustituto" para una joven que ha perdido a su progenitor. Las escenas que comparten son una mezcla entre lo cómico y lo trágico. La joven parece encontrar consuelo en estas interacciones artificiales, pero también queda claro que hay una grieta insalvable entre la realidad y la ficción que ambos están creando. Me hizo pensar en todas las veces que intentamos llenar vacíos emocionales con sustitutos, ya sean objetos, relaciones superficiales o incluso redes sociales. ¿Son realmente estos "remplazos" suficientes para sanar nuestras heridas más profundas?
La estética de Lanthimos también juega un papel fundamental en la narrativa. La frialdad de los espacios, los silencios prolongados y los encuadres cuidadosamente diseñados crean una sensación de alienación que es casi sofocante. Recuerdo una escena específica donde dos personajes conversan en una habitación desprovista de decoración, salvo por una mesa y dos sillas. El espacio vacío se convierte en un reflejo visual de la vacuidad emocional que define sus vidas. Me encontré cuestionando cuánto de nuestro entorno refleja nuestras emociones internas y cómo a menudo nos encerramos en espacios vacíos como una forma de protegernos de la vulnerabilidad. Otro aspecto que me llamó la atención es la manera en que Lanthimos juega con las normas sociales y las subvierte. En este universo, las "gentilezas" no son actos altruistas, son transacciones cuidadosamente negociadas. Esto me hizo reflexionar sobre cuántas de nuestras interacciones diarias están realmente impulsadas por un deseo genuino de ayudar a los demás y cuántas son simplemente intercambios disfrazados de bondad. ¿Cuántas veces hacemos algo por alguien esperando, consciente o inconscientemente, algo a cambio?

A medida que avanzaba la película, me sentí cada vez más atrapado en el dilema moral que plantea. Por un lado, es fácil juzgar a los personajes por participar en este sistema tan deshumanizante. Pero, por otro lado, ¿qué opciones tienen realmente? En un mundo donde la soledad y el aislamiento emocional son moneda corriente, estos actos de "gentileza" se convierten en una forma de supervivencia. Esta ambigüedad moral es algo que siempre he admirado en el trabajo de Lanthimos, nunca ofrece respuestas fáciles ni se conforma con dividir el mundo en buenos y malos.

Uno de los temas centrales que resonó conmigo es el poder del ritual. En Tipos de gentilezas, los actos repetitivos y ceremoniales parecen otorgar una sensación de control y estabilidad a los personajes, aunque sea de manera ilusoria. Esto me llevó a pensar en mis propias rutinas y en cómo muchas de ellas están diseñadas para darme una sensación de seguridad. Pero, ¿son estos rituales realmente significativos, o simplemente formas de distraerme de la incertidumbre inherente a la vida? El humor también juega un papel crucial en la película, aunque es un humor oscuro y retorcido que a menudo te hace cuestionar por qué estás riendo. Recuerdo una escena en particular donde un personaje intenta recrear una cena familiar "típica" pero fracasa miserablemente al no poder recordar detalles esenciales como los chistes internos que compartían. La situación es a la vez hilarante y desgarradora, y encapsula perfectamente la tensión que define toda la película. Me hizo pensar en cuántas veces intentamos aferrarnos a recuerdos o tradiciones del pasado, solo para descubrir que no podemos replicar lo que ya se ha perdido.
El elenco también merece una mención especial. Cada actor aporta una sutileza y una profundidad a sus personajes que hace que el mundo surrealista de Lanthimos se sienta extrañamente real. La forma en que logran transmitir emoción a través de pequeños gestos y miradas es un testimonio de su talento y de la dirección magistral de Lanthimos.

Al finalizar la película, sentía que había sido testigo de algo único, pero también profundamente inquietante. Tipos de gentilezas no es una película que se pueda digerir fácilmente, es una obra que te obliga a enfrentarte a tus propios prejuicios, inseguridades y contradicciones. Me llevó días procesar lo que había visto y, incluso ahora, semanas después, sigo reflexionando sobre las preguntas que plantea.
¿Hasta qué punto nuestras interacciones son genuinas y hasta dónde estamos dispuestos a llegar para evitar la soledad? Estas son preguntas que no tienen respuestas fáciles, pero creo que ese es precisamente el punto. Lanthimos no pretende darnos soluciones, su objetivo es incomodarnos, hacernos cuestionar y, tal vez, abrirnos a nuevas formas de entendernos a nosotros mismos y a los demás.
En un mundo cada vez más desconectado, Tipos de gentilezas es un recordatorio de lo que significa ser humano: un ser frágil, contradictorio y profundamente necesitado de conexión. Es una película que no solo merece ser vista, sino también discutida, analizada y, sobre todo, sentida. Porque al final del día, eso es lo que hace Lanthimos: nos obliga a sentir, aunque sea a través de la incomodidad.



Compartilhe sua opinião!
Seja a primeira pessoa a iniciar uma conversa.