La gran familia

Carlos Alonso y Mercedes Cebrián son padres de quince hijos de distintas edades. Todos viven con el abuelo y dependen exclusivamente del trabajo de Carlos (pluriempleo de aparejador) como único sustentador de la familia, lo que les mete en constantes apuros económicos. Cuentan, además, con el generoso apoyo de Juan el padrino, panadero de profesión. A través de diversos acontecimientos, se nos cuenta la vida familiar cotidiana: un día normal y corriente del clan; primera comunión de dos hijos; finales de nueve de ellos; vacaciones en la Costa Dorada (Tarragona), época propicia para el romance de varios miembros del clan; la pérdida de Chencho, el bebé de la familia, en la Plaza Mayor de Madrid y su posterior recuperación. La llegada de su primer televisor sirve para anunciar la llegada de un nuevo hijo.

A lo largo de los años, la vida de la desproporcionada familia de Carlos Alonso ha sufrido varios cambios: el nacimiento de la pequeña María, el decimosexto hijo, coincidió con la muerte de la madre, que dejó tras de sí un vacío irreparable. El abuelo también ha muerto. El padrino pastelero se ha casado y los niños han crecido rápidamente.

Los dieciséis hijos de Carlos se reúnen para homenajear a su padre por su jubilación. El encuentro no da lugar al fantasma de la soledad en que vive y que sólo cuenta con la compañía del inefable Padrino.