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En el verano de 1943, los líderes soviéticos se dieron cuenta de los logros de los físicos alemanes en la creación de la bomba atómica. La tarea de obtener información secreta sobre la creación de un nuevo tipo de arma que puede cambiar el curso de la guerra se le da a un agente soviético que actúa encubierto, Frans Hartmann. Comienza una compleja operación multidireccional. Hartman involucra al jefe de la inteligencia alemana, Walter Schellenberg, en cuyo campo de visión se encuentra el genio científico alemán Werner Heisenberg. La Gestapo también interviene y asigna una "empleada del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán" Dori a Hartman. Al mismo tiempo, en Moscú, bajo la dirección del talentoso físico Igor Kurchatov, se intensificaba el trabajo sobre el proyecto atómico soviético.