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Son Il-Geon muere inesperadamente, dejando a su hija, Son Young-In, sola y desamparada. Preocupado por ella y lamentando sus recelos como padre, le pide más tiempo para poder ayudarla antes de irse a la otra vida. Se le conceden 49 días para ocuparse de cualquier asunto pendiente que pueda haber dejado atrás, por lo que es enviado de regreso como un fantasma y, durante 3 horas todos los días, se le permite tomar el control del cuerpo de Cha Seung-Hyo, un guapo y hombre de negocios de sangre fría que había caído en coma el mismo día en que murió Son Il-Geon.