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Una contemplación del amor atrapada entre los polos opuestos de la alegría y la desesperación y las novelas Justine y Juliette del Marqués de Sade, en las que se abandona la esperanza de una vida virtuosa en aras de la búsqueda destructiva del placer. La ópera se estrenó en 1965 en Palermo con la soprano Cathy Berberian, que interpretó los personajes principales de dos novelas del Marqués de Sade, Justine y Juliette. Flauta dulce en el Théâtre Bernadette Lafont de Nimes.