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En 1950, el actor negro Sidney Poitier, de 33 años, protagonizó por primera vez en la historia de Hollywood una película de Joseph Mankiewicz con el profético título "La puerta se abre". Cuando hizo su debut cinematográfico una década antes, al joven autodidacta, que creció en las Bahamas antes de emigrar a Nueva York cuando era adolescente, no se le permitía comer con el resto del personal del estudio, uniformemente blanco. Su personaje de joven cirujano enfrentado al racismo reveló el potencial del héroe en un hombre que, hasta ese momento, sólo había desempeñado los roles subordinados asignados a la "gente de color". Con solo unos pocos papeles cuidadosamente seleccionados, Sidney Poitier, un acérrimo activista del movimiento de derechos civiles junto a su amigo Harry Belafonte, se convirtió en una estrella.