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Durante más de un millón de millas náuticas, durante 43 años, navegó por los mares y océanos del mundo, visitó cientos de países y se convirtió en la residencia y santuario favorito de Su Majestad: un palacio flotante. El Royal Yacht Britannia sirvió fielmente a la Reina desde 1954 hasta 1997, lo que le permitió asistir y albergar cientos de reuniones y recepciones diplomáticas. También fue sede de una serie de vacaciones reales y lunas de miel, convirtiéndose en el lugar favorito de la realeza para relajarse lejos de las miradas indiscretas de la prensa.