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Una mujer aventurera y contemporánea, Sarah Ferguson parecía una adición prometedora a la casa real. Un partido ingenioso para el Príncipe Andrew, un viejo amigo de la difunta Princesa Diana y entusiasta de los deportes de campo junto a la Reina, la posibilidad de salir mal parecía descabellada. Sin embargo, con el paso del tiempo, su elección de ropa, pasatiempos, vacaciones y el diseño de su nuevo hogar causaron un torbellino de medios y controversia. Su espíritu fogoso y espontáneo se consideró demasiado para la institución más rígida y lo que se esperaba de su posición. La duquesa continuó cometiendo errores irreversibles, que terminaron en un exilio parcial de la familia real y mucho dolor y lucha durante muchos años. Pero a diferencia de la trágica historia de la difunta Princesa de Gales, Sarah sobrevivió y logró reinventarse una y otra vez.