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El último año de la vida de Franz Kafka se convierte, gracias al poder del amor, en el más feliz de sus días. El conocido escritor nunca ha podido permitirse el lujo de experimentar la intimidad, padece tuberculosis y depende de su familia, que le oprime. En el verano de 1923, en el balneario de Graal Müritz, a orillas del mar Báltico, conoce a Dora Diamant, donde él se recupera y ella trabaja en un Volksheim judío. Él es un hombre de mundo, la mujer, quince años más joven, procede del lejano Oriente, él sabe escribir, ella sabe bailar. Ella tiene los pies en la tierra, él siempre está un poco por encima de ella. Ella acepta el indicativo, él se enreda en el conjuntivo. Pero Dora, que es muy mundana, lo acepta tal como es. Y él la acepta a ella. Juntos van a Berlín y, cuando la salud de Franz se deteriora rápidamente, a un sanatorio en Austria. Se les concede un año de convivencia hasta que la salud de Franz Kafka se deteriora de forma incurable. Sin embargo, ese año de convivencia les permite sentir la gloria de la vida.