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En SPILLIAERT,reencontramos con alegría el gusto por la mezcla entrelazada de géneros que nos cautivó en N.P (2020).Lisa Spilliaert usa el pretexto de una investigación sobre sus raíces potencialmente compartidas con Léon Spilliaert,el gran maestro del simbolismo belga,para combinar un breve,pero vivo retrato del pintor con un enfoque sensible a su obra,con una gozosa meditación sobre las nociones de herencia y linaje,todo ambientado al ritmo de su propia música rap.Desde su concepción,el rap ha sido una forma de reivindicación de la identidad y aquí,Lisa Spilliaert aprovecha su oportunidad para hacerlo literalmente y con alegría.La película comienza con un busto de ella,rodeado de obras de arte,pinturas y esculturas,su mirada determinada fija en la cámara mientras rapea furiosamente.Sus palabras saltan al aire con la misma autoafirmación vehemente que las pinturas del hombre que comparte sus iniciales,y el mismo apellido,mientras la cámara se detiene en los motivos amados del pintor.El director integra entrevistas biográficas tradicionales,material documental - archivos y documentos generados como parte de su investigación genealógica - empleando un sensual,enfoque detallado utilizando primeros planos de obras de Léon Spilliaert y las formas oblongas de las esculturas de su propia hermana.En contrapunto al matrimonio visual de estos dos materiales pictóricos y escultóricos,un descendiente del pintor comenta en la voz en off su íntima relación con la obra de su bisabuelo.Los genealogistas anuncian su veredicto: si el criterio utilizado es un árbol genealógico, Lisa y Léon no están emparentados.Sin embargo,el corazón de la película afirma que hay un tronco común que une al pintor y al cineasta como dos ramas que se extienden en la misma dirección: hacia el arte.