Burning of the Gods (2022)

Un avión aterriza. Un enorme barco de cruceros ancla en el arrecife, arrojando turistas para unas vacaciones en una isla tropical. Este paraíso de postal depende de las importaciones de petróleo para alimentar sus automóviles, motos, barcos, hoteles, bombas y maquinaria. Sin embargo, si los turistas dejaran de venir, ¿entonces qué? La película comienza con las palabras proféticas del artista niueano John Pule y continúa como un poema sinfónico visual, sin diálogo ni narración, avanzando hacia el pasado para hacer preguntas sobre el futuro. Un joven viaja en el tiempo, desde resorts de lujo y recorridos por la laguna a través de la pandemia y el éxodo de la población, hasta el cristianismo primitivo cuando los misioneros incineraron el atua y el marae de su isla. Finalmente se reencuentra con su tipuna que se asentó en la isla hace mil años. La estructura de la película adopta las percepciones polinesias del tiempo no lineal, donde el pasado, el presente y el futuro se entrelazan. El pasado coexiste con nuestro presente y futuro. Nuestros antepasados ​​están siempre presentes, junto a nosotros y dentro de nosotros.